El padre que escribió el obituario de su hijo de ocho años: "Se fue en brazos de su madre, mientras le cantaba"
El conmovedor obituario de un padre a su hijo de ocho años: "Se fue en brazos de su madre"
"En la segunda ecografía ya nos dijeron que no tenía ojos", cuenta su padre, Javier
Iago nació con una extraña enfermedad sin ver ni oir y le dieron una esperanza de vida de solo unos meses
El obituario que Javier Bernácer ha escrito a su hijo Iago, de 8 años, no puede sino conmover. Iago murió en el Hospital de Navarra hace unos días tras una parada cardíaca. El pequeño nació con una rara enfermedad que le detectaron durante el embarazo, cuando ya vieron que no tenía los ojos.
Su padre ha sido capaz de dedicarle un obituario para agradecerle todo lo que les ha dado a sus padres y a su hermana de cuatro años durante este tiempo. Iago no veía y oía gracias a los audífonos pero nunca dejaba de sonreír y abrazar, explica su padre en declaraciones a Nius.
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Los padres de Iago siguieron adelante con el embarazo a pesar de las dificultades
Cuando nació Iago sus padres ya sabían que la vida no iba a ser fácil. Les ofrecieron la posibilidad de abortar pero no eso no entraba entre sus opciones. "En la segunda ecografía ya nos dijeron que no tenía ojos y que seguramente tendría más problemas asociados a algún síndrome, que aún no sabían cuál era. Nos dieron la opción de abortar pero siempre lo tuvimos claro. Mi mujer, Elia Badajoz, les respondía siempre lo mismo. "¿Cómo voy a librarme de mi hijo?"".
En su obituario, Javier Bernácer describe a Iago como un niño normal que “disfrutaba de sus compañeros de colegio, de la música, apiadándolse del malo del cuento y repartiendo amor”.
A pesar de ser sordociego, Iago sonreía con dos semanas de vida, explica su padre para destacar lo especial que era. Debía haber ido a un colegio de educación especial pero aprobó hasta primero de primaria en un colegio ordinario; era más pequeño de lo habitual pero sabía pedir ayuda a los mayores cuando lo necesitaba; le dieron unas semanas de vida pero ha vivido ocho años y medio, cuenta su padre.
“Iago” dice su padre, era generoso al máximo y como “no tenía medida en la correspondencia” (…) “mejoró la vida de todos sus familiares, educadores y terapeutas. El amor es así: solo es de verdad si es recíproco e ilimitado”.