La abeja gigante de la resina (Megachile sculpturalis), la primera abeja exótica documentada en Europa que fue detectada por primera vez en 2018 en la península ibérica, se está expandiendo por Europa a una velocidad de vértigo, según un estudio con participación del CREAF y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Dentro de la península ibérica, se concentra sobre todo en la costa este.
Según el estudio, que publica la revista 'Science of the Total Environment', esta abeja invasora ha colonizado ya gran parte de los países de Europa central "a un ritmo vertiginoso y sus registros se han multiplicado por diez en los últimos años".
El trabajo asegura que el proceso de invasión en Europa sólo acaba de empezar, ya que 'M. sculpturalis' ha colonizado una cuarta parte del territorio potencial que es capaz de invadir si se tienen en cuenta sus requerimientos ecológicos. Pone como ejemplo que, dentro de la península ibérica, su presencia se concentra en la costa este, aunque se espera que llegue próximamente a las regiones de la cornisa cantábrica.
El estudio, que ha estado liderado por la Universidad de Recursos Naturales y Ciencias de la Vida de Viena (BOKU), ha comprobado que esta especie se expande por carretera, se refugia en las ciudades y que el cambio climático no afecta a su expansión, sólo a su distribución por Europa.
La abeja gigante de la resina es originaria de Asia oriental e, igual que la mayoría de las cerca de 2.000 especies de abeja que hay en Europa es solitaria, es decir, todas las hembras se reproducen y fundan su propio nido.
Según los biólogos del CREAF, en el caso de M. sculpturalis, las hembras hacen los nidos en agujeros que encuentran o que hacen en troncos de árboles, tanto vivos como muertos, y, pese a su gran tamaño, que puede superar los 2 centímetros de longitud, no es agresiva.
El estudio pone de manifiesto que los factores más importantes que explican la expansión de la abeja gigante de la resina tienen que ver con los humanos.
Aparte del clima, que debe ser parecido a la región de origen, esta abeja invasora utiliza los puertos, las vías de comunicación y las ciudades densamente pobladas para expandirse y reproducirse.
La abeja gigante de la resina llegó a Europa muy probablemente mediante el transporte marítimo de madera, con algunos nidos en el interior, y una vez aquí las carreteras han servido para dispersar a la especie.
Las citas de presencias de M. sculpturalis se concentran en las áreas urbanas, donde es capaz de utilizar construcciones humanas para nidificar (por ejemplo, agujeros de ladrillos) y extraer el polen, de forma prácticamente exclusiva, de algunos árboles exóticos ornamentales.
Según los biólogos, parece que el cambio climático no favorecerá el área potencial de invasión de la especie en Europa, pero sí puede modificar su distribución, por lo que esperan una presencia menor en las regiones mediterráneas y una mayor presencia en el centro y norte de Europa y en las islas británicas.
Los autores del trabajo destacan que "la globalización es determinante en el proceso de las invasiones biológicas, que son una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo", aunque afirman que los daños ecológicos y humanos que puede originar la abeja gigante de la resina "son limitados".
Pese a ello, dicen que es necesario monitorizar la especie "para generar más conocimiento científico y evaluar correctamente su estatus de especie exótica invasora" y agradecen las bases de datos de ciencia ciudadana con las que han podido hacer este estudio