El calentamiento global se acelera, y sus efectos también. Es algo de lo que advierten los científicos hace años y que ya estamos constatando. Pero llega una nueva COP y las metas sobre la mesa, en reducción de emisiones, siguen siendo las mismas que se acordaron en París en 2015: que la temperatura del planeta no suba más de 2 grados, y hacer todo lo posible para que no supere siquiera 1,5. A día de hoy, ¿es viable realmente conseguirlo?
Si hacemos caso a lo que dicen los propios informes de la ONU, el reciente Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicado a finales de octubre es muy claro al respecto. “Estamos lejos del objetivo del Acuerdo de París”. No hay “una vía creíble para alcanzar los 1,5 grados”.
Lo mismo advierte el ecólogo e investigador del CSIC Fernando Valladares. “Matemáticamente parecería que podemos todavía quedarnos en el 1,5, pero en la práctica es inviable, tanto por las inercias del sistema climático como por las inercias del sistema social y político”.
Los ecologistas, en cambio, siguen sin querer renunciar a esa meta. Aunque reconocen a la vez que es absolutamente teórica. Recuerda José Luis García, responsable del Área de Clima de Greenpeace, que “estamos cerca de un aumento de 1,2 grados ya”. Llevamos 1,1 grados de subida desde que hay registros, con respecto a finales del siglo XIX. Pero el límite de 1,5 grados “es alcanzable”, dice García. Aunque “cada día que pasa es más difícil, si seguimos sin hacer lo necesario”.
Y con cada COP queda patente que no lo estamos haciendo. Valladares es tajante con esto. “No estamos reduciendo las emisiones, no hemos empezado". De hecho, explica que, si revisamos las promesas de reducción de emisiones de la última COP, la de Glasgow, “darían para sobrepasar los 2 grados. Y hay que tener en cuenta que son promesas”, advierte. “Promesas que ni siquiera se han cumplido”.
El ecólogo es rotundo: “Si las promesas te ponen por encima de 2, la realidad te pone en 3 o por encima de 3”.
El propio informe del PNUMA de octubre pone en evidencia que sigue sin hacerse lo suficiente. Incluso aunque se cumpliera lo prometido. “Las promesas nacionales actualizadas desde la COP26, celebrada en 2021 en Glasgow, marcan una diferencia ínfima en las emisiones previstas para 2030”.
Los expertos del PNUMA manejan una horquilla de aumento de la temperatura de entre 1,8 grados y 2,8 grados para 2100, dependiendo de los movimientos que se hagan en los próximos años. Pero con lo que hay ahora mismo sobre la mesa, lo tienen claro. “Las políticas actualmente en vigor apuntan a un incremento de la temperatura de 2,8 °C a finales de siglo”.
En la misma línea se manifiesta el climatólogo de la Universidad de Alicante Jorge Olcina. “Al ritmo de emisiones que llevamos en todo el planeta, vamos a un escenario de 3 grados de subida para finales de siglo, ni 1,5 ni 2 grados”, advierte.
Y explica por qué. “Porque no se ve que se pueda reducir, de momento, el ritmo de emisiones. Al contrario, cada año estamos consumiendo más combustibles fósiles. La situación es preocupante por eso, porque no se ve ningún signo de cambio en el ritmo de emisiones de gases de efecto invernadero”.
Olcina cita un informe reciente de la agencia europea Copernicus, cuyas estimaciones asustan. Con los planes de reducción actuales, el informe estima que “1,5 grados de subida ya lo vamos a alcanzar en 2033, al ritmo que vamos. Los 2 grados se alcanzarán en la década de los 50, y vamos a un escenario de 3 grados como mínimo” para finales de siglo. Hace unos días, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advertía de lo mismo: hay un 48% de probabilidades de que ya en los cinco próximos años se llegue a un calentamiento de 1,5 grados.
Valladares lo secunda. Con los planes de reducción de emisiones de cada país (los denominados NDC, por sus siglas en inglés) que hay sobre la mesa, “muchos científicos del IPCC y yo mismo pensamos que estaremos ya por encima de los 2 grados, posiblemente en los 3 grados", explica el científico.
“Si no modificamos los NDC y nos limitamos a cumplir los que hay, nos pasamos de lejos”, reconocen también desde Greenpeace. Pero insisten en no tirar la toalla. “Si los modificamos, todavía lo podemos evitar”.
Valladares no es tan optimista, y pide ponerse a trabajar ya con la meta de los 2 grados, para evitar superarlos en ningún caso. “En esta COP hay que trabajar muchísimo, no ya para quedarnos en 1,5, sino para no rebasar en lo posible los 2 grados. Porque lo que está sobre la mesa nos lleva muy probablemente a estar en los 3. Tenemos que quedarnos por debajo de los 2 grados como sea, ése es el objetivo a trabajar”.
García, de Greenpeace, apuesta por lo contrario. Cree que todavía “hay que reafirmar que 1,5 es el objetivo de París, descartar incluso los 2 grados y reafirmarse en el 1,5 como objetivo”. Pero en la práctica, ¿esperan grandes aportaciones de los países en la COP27 que se celebra estos días en Egipto? “A corto plazo no se están viendo”.
“La tragedia es que esto se sabe desde hace años y años y no se ha hecho nada”, lamenta el ecologista. Y sin remontarnos tanto, cita el Informe Especial sobre los impactos del calentamiento global 1,5 grados que sacó el IPCC justo antes de la pandemia, en 2019. “En ese informe quedó claro que una subida de 1,5 grados era viable si se hacían determinadas cosas. El problema es que no se están tomando las decisiones políticas que el IPCC planteaba que eran necesarias”.
Valladares explica que, actualmente, nos movemos en “un abanico de escenarios que va desde el más optimista, que nos quedemos por debajo del 1,5, que es prácticamente imposible, hasta el más pesimista, que nos situaría en los 7,5-8 grados, aunque este también es muy poco probable. Los extremos, tanto por buenos como por malos, son prácticamente imposibles", advierte.
Cifras aparte, hay una cosa clara. “El objetivo ha de ser estabilizar, que las temperaturas dejen de subir, y hacerlo en el nivel más bajo posible”, explica el portavoz de Greenpeace. “Lo que hacen los científicos es darnos una referencia para que entendamos que lo que hay que hacer es no seguir aumentando la temperatura global del planeta”. Porque las consecuencias de hacerlo ya las estamos padeciendo. Y sólo irán en aumento en los próximos años, lo que afectará de forma importante al futuro de nuestros hijos.