Los peatones y los ciclistas son los usuarios más vulnerables. Dos de cada tres peatones muertos son atropellados en ciudad, advierte la DGT. Por ello, el atropello en un paso de peatones es una imprudencia grave penada con hasta cuatro meses de cárcel.
Los ciclistas y los peatones tienen prioridad de paso respecto a los vehículos a motor cuando circulen, respectivamente, por un carril bici, paso para ciclistas o arcén debidamente señalizados; así como por un paso de peatones. Si esto no se cumple puede acarrear una sanción de 200 euros y hasta 6 puntos del carnet.
Además, si un conductor atropella a un peatón en un paso de peatones, la pena por el atropello puede llegar a ser de cuatro meses cárcel, junto con la restricción de hasta dos años sin poder usar el carnet de conducir y una indemnización monetaria en función de los daños ocasionados.
Dentro del sistema judicial de España hay dos tipos de responsabilidades, la civil y la penal. En el caso de atropellos en pasos de peatones, cuando el atropello ha ocasionado un daño irreparable a la víctima se trata de una imprudencia grave recogida dentro de lo penal.
Así, la pena por atropello en estos casos agravados la establece el artículo 152.1 del Código Penal Español.
Aceras solo para peatones, reducción de los tamaños de los carriles de circulación y el cumplimiento de los límites de velocidad a 30km/h son algunas de las claves de la Red de Ciudades que Caminan para hacer ciudades más amables, sostenibles, seguras, inclusivas y resilientes.
Entre las claves que propone la organización figuran además la necesidad de dotar a todas las calles y plazas de la infraestructura adecuadas como bancos, iluminación suficiente, sombras o vegetación, así como promover intensamente políticas de accesibilidad universal para que todas las personas puedan desplazarse con la máxima autonomía por los espacios públicos y privados.
Los pasos peatonales deben sobreelevarse a la altura de las aceras de ambos márgenes sobre la rasante de la calzada, con rampas para facilitar el paso a los coches. De esta forma, es el coche el que "accede como invitado" al espacio peatonal y no el peatón el que "invade" la calzada. Cambiar este paradigma es el avance más significativo en una ciudad que pretenda ser amable con las personas.