La expareja de Juana Canal la mató tras discutir por una recarga de 20 euros en el móvil

  • Tras la llamada de la víctima al 091, su expareja prometió a los agentes que esa misma noche se marcharía de la vivienda

  • En lugar de eso, golpeó a la mujer hasta causarle la muerte, para después trocear su cuerpo en una bañera

  • Trasladó los restos hasta el pueblo en unas maletas, y a su regreso tiró las dos en un contenedor de la calle Alcalá

Una recarga de teléfono móvil de 20 euros. Ese fue, según el homicida confeso de Juana Canal, el motivo de la discusión que le llevó a asestarle un golpe mortal, trocear su cuerpo en una bañera y esconderlo después a cientos de kilómetros durante la madrugada del 22 al 23 de febrero de 2003. Según ha podido confirmar NIUS, fue en su segunda declaración ante los agentes, ocurrida el pasado 27 de octubre, donde Jesús Pradales explicó con detalle el motivo de la agresión: “Quiere aclarar que la discusión comenzó porque le pidió recargar el teléfono móvil con 20 euros y el declarante se negó”. 

Desde que Policía Nacional y la Guardia Civil detuvieron al presunto homicida el pasado 26 de octubre, Jesús Pradales realizó dos declaraciones distintas. En la primera, celebrada a las 10:45 del día siguiente, la expareja de Juana explicó a los agentes que tras una relación sentimental iniciada entre ambos en 2002 y pasar a residir juntos en una vivienda de la calle Boldano de Madrid, Jesús y Juana discutieron hasta el punto de que ella llamó a los agentes de la Policía Nacional, que se personaron en su casa

Al contrario de lo que marcan ahora los protocolos, los agentes se marcharon de la vivienda dejando allí a la denunciante, con la promesa de que pensaba marcharse esa misma noche de la vivienda. Así, Jesús mantiene que estaba haciendo viajes con sus enseres personales hasta su coche cuando, tras regresar a la vivienda, “se encontró” a Juana “muerta en el suelo del baño”. Según su primera versión, “se asustó y como no sabía qué hacer, la cortó en dos mitades en la bañera de ese cuarto de baño”, para luego meterla en dos maletas y transportar su cuerpo en el vehículo que utilizaba como taxi hasta Navalcruz, en la provincia de Ávila. Los agentes trataron de localizar el vehículo, pero fue vendido y trasladado hace años a Polonia. 

“Al término volvió al domicilio de la calle Bodano en Madrid donde escribió la una nota a mano, la cual dejó para el hijo de Juana, en la que ponía resumidamente, que ella se había marchado de casa”, refleja el acta de la declaración. En el punto más importante de la declaración y a preguntas de su abogada, Jesús reitera que no mató a Juana esa noche, si no que se encontró su cuerpo sin vida en el baño. Además, se ofreció a llevar a los agentes hasta el lugar donde había escondido los restos. 

El homicida que “se cagó por las patas abajo”

Sin embargo, al día siguiente el homicida confeso decidió cambiar de versión. Entre medias, solicitó a los agentes que llamasen a un abogado de oficio y, en contra de los ruegos y recomendaciones de su mujer, decidió no seguir con la letrada que hasta el momento tenía encomendada. Antes de sentarse ante los agentes, Jesús pidió ser trasladado al centro de salud para recibir una medicación y después, comenzó su nueva declaración, donde reconoció en un primer momento que la pelea que terminó con la vida de Juana arrancó por su negativa a recargar con 20 euros el teléfono móvil de su pareja. “Además estaba cansado de que ella le cogiera dinero para gastarlo en alcohol”, refleja esta nueva acta. “Que ella se enfada, le insulta, le empieza a pegar y le quema con un cigarro en la mano”. Entonces, según la versión del homicida, ella le cogió 600 euros “del armario donde dejaba el dinero” y se encerró en el baño, mientras le decía que iba a tirar los billetes “por el váter”. 

Según su relato, Juana salió después de la habitación y le golpeó en el dormitorio. Fue en ese momento, tratando de zafarse de sus golpes, cuando Jesús golpeó a su pareja “sin intención de hacerle daño, si bien ella de ese impacto cayó al suelo quedando allí tirada. Que el manifestante no se percata de lo que podía haberle ocurrido y continuó haciendo la maleta y bajando  pertenencias al taxi. Que en uno de esos viajes, cuando regresó a la vivienda, vio que Juani continuaba en el suelo, inmóvil, lo cual le sorprendió. Le dijo que se levantara y observó que tenía las pupilas dilatadas y los ojos abiertos pero sin responder. Que se acercó a ver su estado y pudo percatarse de que estaba muerta”, refleja esta segunda declaración. 

Ante eso, Jesús asegura que “se cagó por las patas abajo” ya que por un lado “era consciente de que había estado la Policía en su casa por una discusión y por otro lado Sergio, el hijo de Juani, podría regresar a casa en cualquier momento”. En ese momento trató de tomar a la víctima “como si estuviera borracha” por si se cruzaba con algún vecino, pero le fue imposible por el peso. Fue ahí cuando decidió llevarla a la bañera para trocear el cuerpo, ratificando lo que manifestó en su primera declaración.  En un último apunte, el investigado confesó que a la vuelta, se deshizo de las dos maletas tirandolas en un contenedor de basura de la calle Alcalá de Madrid.

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