Uno de cada cuatro alumnos españoles de secundaria manifiesta haber sufrido bullying o acoso escolar. El bullying se ha convertido en el fenómeno que mayor preocupación suscita entre los profesionales de la educación, los alumnos y sus padres. Y denunciar ya es toda una necesidad.
Porque en el triángulo del acoso, todos sufren. Aunque no lo parezca, y las secuelas permanecen con el tiempo. Los abusadores, sí, sufren consecuencias como la ausencia de autocontrol, una actitud irritable y violenta, impulsividad e intolerancia ante los demás. A lo largo de su vida mostrarán señales externas y exageradas de autoridad, y tratarán de imponer sus objetivos mediante la intimidación o el uso de la fuerza. Las relaciones con la familia o amigos de los abusadores suelen ser disfuncionales. También suelen tener bajo rendimiento escolar y tendencia al fracaso académico. Esta conducta le puede llevar a las puertas de una futura conducta delictiva.
Las consecuencias para el grupo que apoya con pasividad o riendo las gracias ante el abuso no resultan evidentes en un primer momento. Estos jóvenes pueden desarrollar de adultos actitudes pasivas ante la injusticia y convertirse en personas miedosas, temerosas del esfuerzo, intolerantes y carentes de afán de superación. También ven afectado su rendimiento escolar, además de provocarles un conflicto de valores, falta de concentración, confusión, inseguridad y disminución de la autoestima.
En cuanto a la víctima, la depresión, la ansiedad, la falta de confianza en los demás, los problemas alimentarios o de estrés postraumáticos pueden marcar su vida adulto, donde la confianza en uno mismo y en los demás será limitada, si no se trata.
Así son los perfiles de cada protagonista del acoso escolar, según los expertos de la Universidad de Valencia.
El perfil tipo del agresor o acosador responde a las siguientes características:
Constituye un grupo tan variado y heterogéneo que cualquier alumno puede convertirse en blanco de las burlas de un grupo de agresores, aunque hay factores que multiplican las posibilidades de sufrir acoso:
Es el grupo con un perfil menos definido. Colaboran con el acoso y en gran medida lo hacen posible por no denunciarlo a padres o profesores. Su actitud puede ser de colaboración, jaleando las acciones e incluso grabándolas con las cámaras de los móviles. Pero incluso si se limitan a no hacer nada, su actitud pasiva refuerza la conducta de los agresores, pues no deja de ser una forma de aprobación. Algunos lo pueden hacer por formar parte del grupo no ser la próxima víctima.