La llegada de las bajas temperaturas y la subida de precios generalizada a la que nos enfrentamos este otoño-invierno nos lleva a hacer más uso que nunca de herramientas de calefacción alternativas, como estufas, calderas y chimeneas. De hecho, la demanda de estufas de leña ha aumentado nada menos que un 165 por ciento en Europa debido a la crisis energética. Si tienes la suerte de tener una chimenea instalada en casa, sin duda esta temporada es la más indicada para darle uso. Sin embargo, no hay que perder de vista que este tipo de elemento en tu hogar precisa ciertos cuidados y precauciones, entre ellos un mantenimiento anual que evite riesgos para tu salud e incluso en materia de seguridad. ¿Cuáles son los peligros asociados a no limpiar tu chimenea? ¿Cuál es la mejor forma de limpiarla?
Si buscas refugiarte del frío, nada mejor que el calor especial que desprende una chimenea para calentar tu hogar. Eso sí, no olvides que, para que su uso sea seguro, deberás seguir ciertas reglas. Por ejemplo, en algunas localidades está prohibida la quema de leña que no cumpla con los requisitos de la normativa europea, algo que tiene mucho que ver con tu seguridad. Además, es importante llevar a cabo un mantenimiento constante cada vez que la uses y, al menos una vez al año, deberás realizar una limpieza profunda.
Entre otras cosas, una chimenea sucia aumenta el riesgo de incendio a utilizarla, y también existe riesgo de intoxicación, ya que la quema de leña genera residuos, gases y restos inflamables. Si los gases no pueden expulsarse correctamente, tenderán a adentrarse en tu casa, lo que resulta muy perjudicial para tu salud. Además, mantener limpia tu chimenea te ayudará a conservar el medio ambiente, al reducirse la emisión de partículas contaminantes.
En cuanto a cómo limpiar tu chimenea, el paso para disfrutar de tu chimenea es limpiarla en profundidad y deshacerte de todo el hollín que pueda tener, ya que éste da lugar a la creosota, una sustancia altamente combustible que se acumula en el tubo y que impide que el humo salga con normalidad, por lo que su acumulación puede ser peligrosa.
A veces basta con una limpieza de mantenimiento pero en ocasiones se hace necesario dedicarle algo más de tiempo y esfuerzo. Así, en general, tal y como recomiendan desde Leroy Merlin, lo más conveniente es realizar una limpieza profunda al menos una vez al año, coincidiendo con el fin de la temporada de uso. Sobre todo, no dejes el conducto de evacuación de humos sucio durante todo el año, e intenta realizar limpiezas de mantenimiento alrededor de una vez por semana mientras dure la temporada de uso.
El siguiente paso es elegir la forma de limpieza que más se adapte a tu caso. Puedes optar por medios mecánicos, usando un cepillo de deshollinar que recibe el nombre de erizo. Esto erizos pueden ser eléctricos, pero también manuales, y suelen traer una guía flexible que te permite acceder a toda la longitud de la chimenea.
Otra posibilidad es la limpieza química, que consiste en quemar unos productos especiales que originan una reacción destinada a disolver los residuos sólidos, como la creosota. Se trata de una elección muy práctica para las limpiezas de mantenimiento.
Si eliges la limpieza mecánica y prefieres hacerlo por tu cuenta, sin contactar con un profesional, lo primero que deberás hacer es proteger el frente de la chimenea con papel o plásticos y retirar a continuación, con cepillo y recogedor, todos los restos de cenizas. Luego, asómate a la chimenea e inspecciona el tubo usando una linterna.
A continuación, cubre el frente de la chimenea con dos plásticos (intenta que se solapen para evitar que entren residuos en la estancia) y deja una abertura en el centro, por la que introducirás el cepillo. También es importante que te protejas con gafas, mascarilla y guantes. Frota todo lo que puedas y hazlo en toda la longitud. Ya solo falta aspirar o barrer todos los residuos que hayan caído y retirar los plásticos, así como dar un último repaso a toda la superficie de la embocadura y la base.
En cuanto al método químico, recuerda que este método es de mantenimiento y evitará que se acumulen residuos durante la temporada de uso, facilitando las cosas en el momento de la limpieza final. Para ello, basta con encender un fuego en la chimenea y dejarlo arder durante 30 minutos para que el interior del tubo esté bien caliente. Luego añade al fuego un leño deshollinador o una bolsa, sin sacarlos del envoltorio, y déjalos arder. Cuando se enfríen las cenizas, retíralas y, en caso de que necesites repetir la operación, espera 24 horas.