¿Qué relación tiene el consumo de productos lácteos y el deterioro cognitivo?
Un estudio relaciona el alto consumo de leche entera con una tasa mayor de deterioro cognitivo en adultos mayores de alto riesgo de enfermedad cardiovascular
Por otra parte, trabajos científicos recientes indican que el consumo de lácteos conteniendo la membrana del glóbulo graso podrían prevenir o retrasar el deterioro cognitivo leve que ocurre durante la edad adulta y avanzada
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Un equipo del área de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición del CIBEROBN y miembros de la Unidad de Nutrición Humana de la URV-IISVP han llevado a cabo el estudio transversal Consumo de productos lácteos y cambios en el rendimiento cognitivo: análisis de dos años de la cohorte PREDIMED-Plus, publicado en Molecular Nutrition and Food Reseach, con el objeto de dar respuesta a la relación que pudiera existir entre el consumo de leche y la salud cognitiva.
Para llevar a cabo esta investigación, reclutaron 4.668 personas, de entre 55 y 75 años, que rellenaron un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos al inicio y una serie de pruebas neuropsicológicas, con un seguimiento de dos años para evaluar posibles asociaciones entre el consumo diario inicial y los cambios producidos durante ese periodo de tiempo en el rendimiento cognitivo. Los resultados no muestran asociaciones claras entre la ingesta de los productos lácteos más consumidos (la mayoría de las leches, queso, yogur) con el rendimiento cognitivo, aunque sí vinculan el alto consumo de leche entera con una mayor tasa de deterioro cognitivo en personas adultas con alto riesgo de enfermedad cardiovascular.
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El origen de esta investigación observacional está estrechamente vinculado con el incremento de la prevalencia mundial que tiene el deterioro cognitivo, incluida la demencia. Jiaqi Ni, Ph.D, investigadora predoctoral, cuyo trabajo ha sido dirigido por Jordi Salas-Salvadó, Nancy Babio y Stephanie K. Nishi, en colaboración con el consorcio de investigadores PREDIMED-Plus, explica que el motivo que les llevó a escoger este perfil de participante “fue tener en cuenta que los factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad, la diabetes de tipo 2, la hipertensión y la dislipidemia, se han asociado a un mayor riesgo de disfunción cognitiva relacionada con cambios vasculares patológicos”.
Mayor incidencia en hombres que en mujeres
En cuanto a las posibles diferencias entre sexos en el desarrollo del deterioro cognitivo (ninguno de ellos sufría demencia o enfermedad cognitiva), Jiaqi Ni señala que “el consumo de leche total se asoció el deterioro cognitivo a los dos años de seguimiento en hombres, pero no en mujeres. Las diferentes características fisiológicas de estas dos poblaciones podrían estar relacionadas con dicho resultado, así como los factores antropométricos, de estilo de vida (fumar, actividad física, adherencia a la dieta mediterránea), y de diferentes prevalencias de enfermedades presentes al inicio del estudio, pero hace falta más investigación para confirmar esta diferencia por sexo”.
Los resultados de este estudio concluyen, según Jiaqi Ni, “que un alto consumo de leche entera se relaciona con una tasa mayor de deterioro cognitivo en adultos mayores de alto riesgo de enfermedad cardiovascular, en comparación con los que consumían menos cantidad de leche durante un período de dos años de seguimiento. No observándose asociaciones significativas con el consumo de leche total y productos lácteos bajos en grasa, ni con los lácteos fermentados (es decir, yogur o queso) o no fermentados (es decir, todos los tipos de leche)”.
Virgilio Hernando Requejo, neurólogo en los hospitales HM Sanchinarro y Severo Ochoa de Leganés y profesor agregado de la Universidad CEU San Pablo, sostiene que “la demencia más prevalente es la enfermedad de Alzheimer (supone el 60% de todas), seguida de la demencia vascular (el 20%); con una prevalencia muy inferior del resto”. En el caso de la demencia vascular, continúa este neurólogo, “la relación entre esta y los factores de riesgo vascular es evidente, pero también se ha demostrado la existencia de una sólida vinculación entre los factores de riesgo vascular y la enfermedad de Alzheimer. De modo que hablar de grasas saturadas, y por lo tanto de riesgo vascular, es también hablar de riesgo de desarrollar enfermedad de Alzheimer.
Pros y contras del consumo de lácteos
Lo que ocurre cuando se estudia la relación entre el consumo de productos lácteos y el desarrollo de esta demencia es que los buenos resultados que podrían obtenerse ante la gran cantidad de componentes beneficiosos de estos alimentos se empañan por el hecho de contener grasas saturadas. En el estudio que se presenta la población incluida tiene alto riesgo vascular, lo que ha podido facilitar sus resultados”.
Sobre el consumo de leche y lácteos, el doctor Javier Fontecha, jefe del grupo Biomarcadores lipídicos en alimentación y salud del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC), apunta que “si bien el consumo de lácteos no es estrictamente imprescindible, sin embargo, toda la comunidad científica está de acuerdo en señalar la ventaja nutricional que supone incorporar estos productos en nuestra dieta diaria debido a su gran digestibilidad y al elevado valor nutricional de todos sus constituyentes”.
Uno de los temas en los que discrepa el doctor Fontecha es en lo referente a las recomendaciones nutricionales del consumo de lácteos bajos en grasa de forma generalizada para toda la población, dado que no existen evidencias de efectos negativos en individuos sanos. Por otra parte, “ciertos componentes de esta parecen participar directamente en el desarrollo y mantenimiento de la actividad cognitiva. La presencia en la grasa láctea de componentes con gran actividad biológica, con demostrados efectos beneficiosos para la salud, está cambiando el denominado paradigma de la grasa láctea”.
El jefe del grupo Biomarcadores lipídicos en alimentación y salud del CIAL-CSIC indica que, aunque los estudios que se han realizado sobre la relación leche y productos lácteos en la actividad cognitiva de los adultos son inconsistentes, “lo que sí ofrece suficiente consistencia es el conocido efecto de la lactancia materna en el desarrollo cognitivo del lactante”. En este campo de investigación su grupo lleva trabajando más de una década y sus estudios muestran que “entre los componentes de la leche materna, que se relacionan con el rápido desarrollo cognitivo del recién nacido, destaca la presencia de la membrana del glóbulo graso lácteo (MGGL), una estructura compleja que rodea el glóbulo de grasa y está formada por fosfolípidos, esfingolípidos, proteínas glicosiladas y otros componentes de gran actividad biológica. Esta estructura comparte gran similitud en su composición con la presente en leche de vaca”.
Teniendo en cuenta estos datos, continúa el doctor Fontecha, “existen estudios recientes que parecen indicar que el consumo de lácteos con MGGL (de forma natural o adicionada) también podrían favorecer el correcto funcionamiento del cerebro durante la edad adulta y avanzada”. Asimismo, prosigue este experto, “existen otros componentes de la leche, además de la MGGL, con acción en los mecanismos de la función cerebral como el calcio, proteínas, especialmente la α-lactoalbúmina, péptidos bioactivos, vitamina B12, que afectan a distintos aspectos del sistema nervioso, como las capacidades de aprendizaje y memoria, el mantenimiento del estado de ánimo, así como su potencial actividad en la prevención del deterioro cognitivo leve asociado al envejecimiento”.
Dados los beneficios que los lácteos parecen tener para la salud en adultos sanos, sin problemas cardiovasculares, obesidad, etc, y que realizan actividad física diaria, el neurólogo del Severo Ochoa de Leganés recomienda seguir las guías de la pirámide de la nutrición que colocan los productos lácteos en su parte alta y “forman parte de las recomendaciones de consumo diario, pero limitándolas a 1-2 raciones. Y siempre reduciendo en lo posible el consumo de grasas saturadas”.