Francisco José Rivera Pantoja -Kiko Rivera- sigue ingresado "estable y tranquilo", según su esposa, Irene Rosales, en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, y el viernes ha cenado con normalidad e incorporado en su cama, como han podido apreciar los periodistas que cubren la información a las puertas del hospital desde la vía pública un día después de ingresar por un ictus.
El hijo de Isabel Pantoja fue ingresado tras sufrir un ictus la madrugada del viernes 21 de octubre cuando se encontraba en su domicilio en la cercana localidad de Castilleja de la Cuesta, y nada más recibir la visita de su mujer a última hora de la tarde del viernes ha cenado incorporado en su cama, lo que se ha podido ver desde la calle por los periodistas, y algunos de ellos han podido captar la imagen con sus cámaras.
Durante la noche comenzó a presentar síntomas del ictus: se sintió mal, con fuertes dolores de cabeza y, tras ser atendido en el centro de salud de la localidad en la que vive, fue derivado de urgencia al hospital sevillano, que tiene una unidad específica en este tipo de accidentes cerebrovasculares.
Irene Rosales ha dicho a los periodistas a las puertas del centro hospitalario que no es recomendable que reciba más visitas que la suya. “Estamos intentando que lo vean pocas personas para no ponerse nervioso, que la tensión no le suba”.
Ha confirmado que su madre, la cantante Isabel Pantoja, la ha llamado para informarse de las condiciones para visitarle y de su estado de salud.
"Le he dicho que no se puede entrar, pero es su hijo y tiene que estar aquí. Sé que va a estar al lado de Kiko", ha dicho, aunque en estos momentos está en observación y solo se le puede visitar en los horarios establecidos y solo una persona.
En esa situación estará al menos 72 horas desde su ingreso, en la primera planta del centro hospitalario sevillano, que se encuentra a tan solo 12 kilómetros de su casa, lo que ha sido determinante para que sea atendido rápidamente, y que es vital en estos casos.
Rivera, de 38 años, sufre de ácido úrico y diabetes tipo 1, de modo que precisa insulina de forma regular, aunque no tenía antecedentes hasta el momento de accidentes cerebrovasculares.