Si algo nos enseñó el confinamiento es que diseñar un hogar a nuestra medida es algo básico para hacer nuestro día a día más amable. Aunque normalmente pasamos muchas horas fuera de casa, la sensación que debe provocarnos llegar a ella debe ser de confort y recogimiento y, para lograrlo, es necesario tener en cuenta muchos factores. Desde una decoración que nos ayude a estar más relajados y armoniosos hasta una iluminación adecuada, pasando por fórmulas para tener todo en orden o para mantener la temperatura adecuada en todo momento. La llegada del otoño y del invierno supone un reto igual o mayor que hacer frente al calor durante el verano, especialmente por el consumo energético (y el gasto económico) que ello supone. Si quieres cuidarte en los meses que vienen, evitar enfermedades respiratorias y disfrutar de tu tiempo en casa al máximo, toma nota de cuál es la temperatura ideal en cada estancia (y de cómo conseguirla de la forma más económica).
Mantener una temperatura agradable en casa no solo es cuestión de bienestar: pasar frío o calor tiene efectos en nuestro organismo y lo somete a un estrés extra que podemos evitar si creamos un ambiente adecuado. Así, si tu hogar permanece excesivamente frío durante el otoño o el invierno, es posible que lo tengas más difícil a la hora de esquivar enfermedades, especialmente las de tipo respiratorio. También es posible que tus defensas se resientan y que te encuentres de peor humor, que aparezcan contracturas musculares, que tu descanso sea de peor calidad...
La inercia nos lleva a hacer uso de la calefacción para alcanzar la temperatura adecuada, pero lo cierto es que existen algunos trucos que puedes utilizar para mantener tu hogar caliente sin realizar un consumo excesivo. Por ejemplo, alfombras, cortinas, mantas, cojines... pueden ayudarte a generar ese ambiente cálido de forma más sencilla si optas por tejidos de invierno. También aprovechar las horas de sol directo para dejar entrar la luz (y el calor) en tu hogar, aireando solo en los momentos de máxima temperatura exterior. Basta con airear unos 15 minutos al día (dependerá del uso de cada estancia) y, en cualquier caso, ten en cuenta que debes airear tu hogar cada día para evitar contagios y enfermedades.
Otro truco consiste en usar cortinas oscuras, así como cerrar las estancias que no uses. Las cortinas oscuras absorberán la radiación solar y ayudarán a calentar la vivienda, del mismo modo que mantener cerradas estancias que no estés utilizando hará que el calor se reparta por las zonas importantes. También es buena idea invertir en un buen aislamiento: la diferencia entre unas ventanas y puertas que cierren herméticamente o de forma muy estanca y otras que no lo hagan es abismal. Una opción 'low cost' consiste en adquirir en la ferretería burletes o cintas para aislar ventanas y puertas: solo tendrás que pegarlos en el lugar adecuado para evitar la entrada de aire o, al menos, reducir el flujo.
En cuanto a cuál es la temperatura adecuada en cada estancia, la media debe rondar los 20-21 grados centígrados durante el día y los 15-17 por la noche, tal y como asegura el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). De esta forma lograrás alcanzar el grado de confort adecuado sin comprometer la eficiencia energética. Eso sí, intenta ajustar el termostato para mantener esta temperatura durante todo el día en lugar de encenderlo y apagarlo, ya que ello generará 'picos' de consumo elevados que resultarán mucho más caros y menos eficientes. Cada grado cuenta: de hecho, puede suponer aumentar tu consumo a fin de mes entre un 10 y un 20 por ciento.
La situación cambia cuando hay bebés en casa: en estos casos, lo ideal es mantener la temperatura entre 22 y 24 grados centígrados durante el día y entre 18 y 20 por las noches. Cuidado también con ancianos y personas especialmente vulnerables o enfermas: son casos de excepción que nos permitirán flexibilizar el rango para ajustarlo a sus necesidades.
En cuanto a la temperatura ideal de cada estancia, en general el salón debe ser la habitación en la que mantengamos la temperatura más elevada, al ser la que más se utiliza y en la que más relajados solemos estar. Por el contrario, pasamos menos tiempo (por regla general) en nuestra habitación y, cuando lo hacemos, nos metemos rápidamente bajo el edredón, por lo que podemos permitirnos bajar el termostato ligeramente. El baño es una de esas estancias en las que no nos gusta nada pasar frío, pero hay que tener en cuenta que el calor de la ducha hará que el ambiente tome la temperatura adecuada muy rápidamente, por lo que podría no ser necesario subir el termostato. En el caso de despachos y demás habitaciones accesorias, todo dependerá de tus usos pero, en general, si no te encuentras en ellas, es mejor mantenerlas a una temperatura templada y cerrar la puerta. En cualquier caso, hablamos de diferencias muy ligeras, de uno o dos grados.
Por último, ten en cuenta que la ubicación de los radiadores puede marcar mucho la diferencia: si tienes uno cerca del sofá o de tu cama, será más sencillo que aproveches el calor que se desprende de ellos para estar más a gusto mientras te encuentres en ese punto.