La lucha de Virginia para que su hijo nacido sin vida figure en el 'libro de familia digital' y no como un 'legajo de aborto'

  • Virginia del Río perdió a su hijo Uriel hace casi cinco años y desde entonces lucha para que las leyes reconozcan que los hijos fallecidos antes del parto existieron

  • Acaba de lanzar una petición en Change.org pidiendo que se les permita inscribirlos en el libro de familia, ahora digital

  • Este sábado, 15 de octubre, se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal

Virginia del Río perdió a su hijo hace casi 5 años. Murió dentro de su útero antes de nacer. Era un embarazo a término. Su pequeño pesaba más de 3 kilos y medía 49 centímetros. Su corazón, sin embargo, había dejado de latir horas antes de venir al mundo. Los servicios funerarios se encargaron de incinerarlo y entregarle sus cenizas. Ella sintió que se le acababa la vida, pero encontró una forma de canalizar su sufrimiento. Una manera de honrar a su bebé. Luchar porque las leyes reconozcan que los hijos muertos antes del parto existieron. "No tengo ningún documento que diga que tuve un hijo que se llamaba Uriel del Río García y que yo soy su madre. No lo tengo porque no existe", dice a NIUS.

No existe para ella ni para ninguna familia que haya tenido un hijo nacido sin vida. "No se nos permite registrarlos en ningún documento con su nombre vinculado al nuestro", denuncia. "Solo aparecen en un cruel, doloroso e irrespetuoso apartado llamado legajo de abortos", lamenta. "Y ni siquiera con su nombre, solo se pone el sexo, varón o mujer".

"Es algo tan desagradable, tan humillante y doloroso que es hora de ponerle fin", defiende Virginia. Y en esa tarea está inmersa. Acaba de iniciar una petición en Change.org para pedirle a Las Cortes que modifiquen el Código Civil y se les permita inscribir a sus hijos fallecidos antes de nacer en el libro de familia digital junto con los miembros de la unidad familiar. "Pido que sea en el libro de familia digital porque el libro tradicional ya no existe, desapareció el año pasado, ahora la inscripción de los hijos junto a sus progenitores se hace de forma telemática en un documento digital. Fíjate si sería fácil hacerlo", defiende.

Pregunta. ¿Qué significaría para ti ver el nombre de tu hijo junto al tuyo en un documento oficial?

Respuesta. Sería medicina para el alma, serviría para paliar el dolor, para quitarse un peso de encima, para que desapareciera ese yugo que nos oprime a todas las familias que hemos vivido esta situación. Sería el primer paso para darles una entidad, porque en el momento en que esos bebés, administrativamente, tengan un lugar en la sociedad será más fácil hacerlos visibles. ¿Cómo vamos a lograr que nuestro dolor sea validado si el sistema colabora en la inexistencia de ese bebé y el Estado no lo reconoce?'¿Cómo vamos a demostrar a la sociedad que mi hijo existió si no lo han visto fuera de mi útero y no puedo registrarlo en un documento con su nombre vinculado al mío?. Sería el reconocimiento de que nuestros hijos existieron.

P. ¿Por qué crees que no se ha hecho hasta ahora?

R. Quizás nadie lo haya intentado cambiar antes porque cuando se sale de algo así duele mucho, yo he necesitado casi cinco años para embarcarme en una iniciativa así, si lo hubiera hecho al inicio seguramente habría acabado conmigo porque no estaba preparada emocionalmente, pero ahora, sí. Se lo debo a él y a otros como él, y a los que nacerán sin vida en el futuro. La sociedad avanza y hay que cambiar las cosas que están obsoletas. Nuestro código civil es del año 1889. No puede ser. En ese momento una mujer tenía diez hijos y a lo mejor en el parto o durante el embarazo morían 5, pero no es la realidad de hoy en día. Hay que cambiar la forma en la que se trata y se habla de este tema. También los términos. No es un aborto, es una muerte perinatal, que es la que sucede desde las 28 semanas de embarazo hasta la primera semana de vida.

P. ¿Qué supondría legalmente?

R. Solo una pequeña modificación del Código Civil sin efectos jurídicos. Para el Estado no implica nada más, ningún desembolso económico. No estamos pidiendo dinero, ni una pensión, ni nada parecido. Solo pedimos que se reconozca que tuvimos un hijo no vivo y que éramos sus padres. Que el día de mañana, si tengo más hijos, el nombre de mi hijo Uriel aparezca junto a ellos, aunque al lado ponga fallecido y en los otros vivos. Me da igual la fórmula, pero que quede constancia de ello.

La reforma eso sí, debe tener carácter retroactivo, porque si no, en mi caso por ejemplo, no podría inscribirlo, porque murió en 2018. Sueño con ese momento en el que podamos decir tengo a mi hijo inscrito. Solo de pensarlo se me pone la piel de gallina, sería un momento tan feliz, sería una medida tan bonita, costaría tan poco... Es algo simbólico, solamente tiene valor emocional, pero para nosotros justamente eso es lo más importante. Hablo en plural porque somos muchos. Obviamente la petición la encabezo yo porque me lancé, pero detrá hay miles de personas.

P. Se nota, porque en apenas unos días ya has conseguido superar las 35.000 firmas. Es una de las peticiones más firmadas en Change.org

R. Sí, estoy muy contenta. Yo creo que es que es difícil no empatizar con una causa así. No perjudica a nadie. Es fácil ponerse en nuestra piel, aunque no lo hayas vivido. Pero no esperaba tanto quizás. Estoy todo el rato mirando a ver cómo van las firmas, porque al final la respuesta a una petición así sirve un poco como el sensor de temperatura de la sociedad respecto a este tema. Si tú consigues muchas firmas significa que a la gente le importa, le interesa, te da fuerzas para decirle al Estado: "Oye, nos tenéis que escuchar. Esto tiene que cambiar".

P. ¿Cuántas fimas te gustaría conseguir?¿Te has puesto un mínimo o máximo?

R. No, pero sé que si llegas a las 500.000, al medio millón, la cosa pasa ya a otro nivel. Entonces estaríamos hablando de una iniciativa legislativa popular. No me quiero ilusionar, pero ese sería mi sueño, la verdad. Tengo esperanzas porque llevamos muy pocos días y la repercusión está siendo enorme. La he querido lanzar ahora porque el 15 de octubre es el Día Mundial de Concienciación sobre la Muerte Gestacional, Perinatal y Neonatal. Igual sirve de empujón. Me he dado hasta la misma fecha del año que viene para conseguirlo. Hay tiempo. Es una historia a golpe de lucha. Se hace así, pasito a pasito.

P. Si esto se consigue, qué queda por hacer en cuanto al duelo perinatal?

R. Uff, muchas cosas, porque este tema ha sido muy tabú durante muchos años, sigue siéndolo, pero afortunadamente menos. Mira, cuando me pasó a mi me di cuenta que no conocía a nadie a quien le hubiera sucedido. Luego descubrí que era porque no se cuenta, porque se mantiene oculto o en secreto. Entonces ahí fue cuando dije vale, pues yo voy a alzar la voz para visibilizarlo porque como se suele decir, de lo que no se habla no existe. Al final estamos silenciando una realidad que sucede. Existen los abortos, existen los bebés que se mueren dentro del útero, existen los bebés que se mueren al nacer. Y es una pena y es una tragedia, pero sucede y ocultándolo solamente colaboramos al tabú.

Yo justo después de parir tuve un momento de lucidez. Les dije a mis padres que necesitaba que habláramos de mi hijo, que por favor no lo silenciaran por miedo a hacerme daño. Y quizás fue el punto de inflexión en mi familia para empezar a normalizar que Uriel había sido mi hijo, que había fallecido, pero que siempre lo llevaríamos en el corazón. Y eso a mi me ha servido como una terapia brutal.

P. ¿Hay mucha incompresión todavía respecto a vuestro sufrimiento?

R. Sí, a nivel sanitario, en los últimos cinco años, se ha avanzado bastante. Se ha establecido un protocolo respecto a la muerte perinatal que ya funciona en muchos hospitales españoles y que nos ayuda mucho, pero aún no en todos. Hay gente que sigue viviendo cosas complicadas, como que de repente pongan a una mamá que acaba de fallecer su hijo con otra mamá con su bebé en brazos y cosas así, que no pueden pasar, y que pasan cada vez menos, pero que no deberían ocurrir nunca.

Y luego socialmente hay que seguir educando en emociones, hay que seguir enseñando a la gente como tiene que apoyar en esos momentos desde el acompañamiento y no desde las frases estas que a veces se dicen, con ánimo de ayudar, pero sin sentido, el "no te preocupes, eres joven, ya tendrás otro". No sé si te has dado cuenta que algo así solo se dice en el caso de la muerte de un bebé en el útero o a poco de nacer, porque si se muere tu marido o tu madre a nadie se le ocurre decirte en pleno duelo una barbaridad así.

P. Tú has conseguido transformar el dolor en esperanza desde tu cuenta de Instagram en la que ayudas a familias que pasan por lo mismo o con iniciativas como esta de ahora.

R. Sí, los primeros seis, siete meses estaba muy perdida. Lo recuerdo todo así como en gris. Pero cuando fui capaz de ponerme de pie me di cuenta que con mi experiencia podía dar esperanza. Primero hice un blog y luego lo he centralizado en mi cuenta de Instagram Tengo una estrella. Todos los días me escriben familias que están atravesando esa situación y es muy gratificante poder ayudarles porque yo estuve en su mismo agujero pero con trabajo, con tiempo y con aceptación he podido llegar a otro punto de la vida donde vuelvo a ser feliz. De una forma diferente, porque yo soy feliz recordándole, pero feliz. Y transmitir ese mensaje es muy reconfortante.

P. ¿Confías en salir victoriosa de esta misión que acabas de iniciar?

R. Sí. Sí. Sí, Si lo creo (dice con risa emocionada). No sé por qué tengo esta seguridad aplastante, pero lo creo de verdad. No sé cuando. No sé lo que va a costar. Soy consciente de que no va a ser cosa de un día, ni de dos, ni de un año. Pero sé que va a pasar. Sé que vamos a sacar a nuestros hijos de ese horrible legajo de abortos. Sé que llegará el momento en que vea el nombre de mi hijo Uriel junto al mío en el actual libro de familia. Se lo merece, me lo merezco. Nos lo merecemos.