Submarinistas de élite, cámaras hiperbáricas y ‘voces de helio’: cómo sería la reparación del Nord Stream

  • Sólo hay 30 buzos en el mundo preparados para realizar este tipo de tareas a profundidades de cien metros bajo el mar

  • La soldadura de gasoductos bajo el mar se lleva a cabo dentro de una cámara hiperbárica

  • El coste de la operación lo tendría que asumir el monopolio ruso de Gazprom, propietaria mayoritaria del sistema Nord Stream

Solo hay 30 personas en el mundo con la formación necesaria para bajar a 100 metros de profundidad y soldar tuberías submarinas, según la compañía noruega que realizó este trabajo para el sistema de gasoductos Nord Stream. Los buzos pasan previamente tres semanas aclimatándose a las condiciones de presión de las profundidades, son cuatro equipos de tres submarinistas que rotan cada 8 horas, todo el proceso de soldadura y comprobaciones lleva más de 30 horas, el doble que en superficie...

Estos datos dan una idea de que reparar ahora las tuberías misteriosamente dañadas de estos gasoductos es una opción muy compleja y cara, tanto que se pone en duda si alguna vez se podrá recuperar esta infraestructura. Son unas conducciones diseñadas para transportar a presión 55.000 millones de metros cúbicos de gas al año de Rusia a Alemania (el doble del consumo anual de España), a lo largo de 1.200 kilómetros bajo el mar Báltico, sin que ninguna de sus 200.000 soldaduras pierda por el camino moléculas de este combustible tan etéreo.

Cuanto mayor sea el tramo afectado, más costosa será la operación. El sistema Nord Stream (NS) se compone de cuatro tuberías, dos en el Nord Stream 1 y otras dos en el Nord Stream 2, que nunca ha llegado a entrar en funcionamiento pero sí estaba lleno de gas. Las cuatro fugas detectadas hasta ahora están repartidas en tres tuberías a lo largo de unos 130 kilómetros. El daño puede afectar a un segmento aún mayor del tendido si el agua salada del mar entra en la tubería y corroe el acero del interior. Ésta es la primera tarea que hay que realizar y no se podrá empezar hasta que la conducción libere más gas y pierda presión.

Esta revisión se lleva a cabo utilizando robots, la mayor parte del proceso está mecanizado, pero hay un momento en el que siempre es necesario que un ser humano se sumerja a  profundidades de entre 70 y 110 metros bajo el mar. Para hacerse una idea de la complicación que estas condiciones implican, basta tener en cuenta que en España, por ejemplo, el buceo recreativo está prohibido por debajo de 40 metros. A esas profundidades menores ya hay riesgos mortales, que se incrementan exponencialmente cada diez metros que se siga bajando.

La construcción del gasoducto

Las tareas submarinas son tan intrincadas que en el proceso de construcción de un gasoducto se evita al máximo realizar soldaduras bajo el mar. La mayor parte se llevan a cabo en superficie, en una plataforma flotante que a medida que avanza va soltando poco a poco toda la cadena de tuberías soldadas hasta que tocan fondo en el agua y se van asentando sobre el lecho marino. Es un proceso muy lento en el que el buque apenas avanza tres kilómetros al día. Cada una de esas soldaduras se somete a un control de calidad exhaustivo en la cubierta del barco, antes de sumergirse. Se verifica mediante cámaras y radiografías que las uniones no tienen fisuras y que no habrá la mínima fuga de gas una vez esté el gasoducto en servicio.

'Soldaduras de oro' a presión bajo el mar

Pero hay una parte del proceso en el es necesario realizar soldaduras en el fondo marino. Ésta es la fase clave que sirve de referencia para entender la dificultad de reparar los tramos afectados con conexiones capaces de soportar altas presiones, tanto del agua del mar como del gas que transporta la infraestructura.

En el caso del sistema Nord Stream, durante la construcción hubo que empalmar tres grandes secciones en los que las paredes de las tuberías tienen espesores distintos. Se diseñó así para equilibrar las variaciones en la presión del gas, que es mayor en el punto de salida en Siberia y se va reduciendo a medida que se acerca al de llegada en Alemania. Así se ahorra en acero.

Voces de helio y semanas bajo alta presión

La soldadura bajo el agua se controla de forma remota desde un barco en la superficie desde el cual se manejan las tuberías, las herramientas de corte y de soldadura. Pero es necesaria la presencia de buzos en el lecho marino para realizar funciones cruciales. En la construcción del Nord Stream participaron doce buzos distribuidos en cuatro equipos que rotaron en turnos de ocho horas bajo el agua sometidos a altas presiones.

Una vez pasado el tiempo de aclimatación, descienden desde el barco de apoyo en una campana hiperbárica. Después colocan en la posición requerida sobre la tubería una especie de taller de soldadura submarino de varias toneladas que les envían desde el buque de apoyo. A continuación se evacua el agua marina del taller de soldadura, los buzos se pueden quitar parte de la escafandra y trabajar en seco. Por las condiciones de alta presión, deben respirar una mezcla de oxígeno con helio que les hace hablar con ese tono agudo y risible más propio de los dibujos animados que contrasta con la seriedad y el riesgo de su trabajo.

La tarea más delicada

En ese pequeño taller bajo el mar, configuran toda la maquinaria que tiene que hacer la soldadura.

  • Uno de los dispositivos es el que coloca a la misma altura los extremos de tubería que hay que soldar. Es una maquinaria capaz de levantar 150 toneladas.
  • También hay bolsas de elevación que se llenan de aire para equilibrar los segmentos de tubería y que pueden levantar hasta 20 toneladas.
  • Una vez se conectan los extremos de los dos segmentos, comienza dentro de la cámara la soldadura hiperbárica, también llamada ‘soldadura de oro’. Sólo este proceso dura 34 horas, frente a los 15 minutos de una soldadura en superficie.
  • Cuando termina la unión, se retira la cámara hiperbárica, se inspecciona que la tubería queda en la posición correcta y se realizan pruebas ultrasónicas de la soldadura.

Todo este proceso tan costoso, en el que es necesario coordinar trabajos especializados de diferentes empresas, habría que repetirlo varias veces para reparar las tres tuberías afectadas. Es tan delicado y caro que, en función de cuál sea el daño, puede que no compense acometer la reparación. Además, los gastos correrían a cargo de Gazprom, el monopolio estatal ruso que es propietario del 51% del Nord Stream 1 y del cien por cien del Nord Stream 2. Por eso se baraja que nunca se lleve a cabo este trabajo. Y en ningún caso sería posible terminarlo antes de que termine el invierno.