Tirar comida en un mundo, donde hay millones de gente pasando hambre es un despropósito. Los dueños del restaurante O Xulia, en Estrada, Pontevedra pensaron qué hacer con el excedente de la comida que preparaban para sus clientes habituales y que por las noches terminaba en la basura. Así fue cómo decidieron ofrecer una alternativa para cenar de alta calidad con precios 'low cost'. Cada día tienen un plato a tres euros.
El padre José Antonio atiende a los clientes en sala, au mujer Julia es la que manda tras los fogones, mientras que la hija de ambos, Andrea hace un poco de todo y nos explica "la pena que sentían todos los días al tirar tanta comida".
El matrimonio, propietarios del local desde 1999 y su hija Andrea tienen organizado el negocio para garantizar sus beneficios, pero además para ayudar a la comunidad y al planeta.
Después de una jornada con los comensales habituales del O Xulia, Andrea se vuelca y publica en redes sociales las ofertas de los platos que tiene disponibles a precios que oscilan entre 3.00 y 4.50 euros.
Los interesados los reservan a través de un número de WhatsApp y vienen a recogerlos entre las 20.00 h y las 22.00. Comen de restaurante, pero en su casa y a precio reducido. "La gente se evita de hacer cenas y yo me evito de desperdiciar comida", asegura Andrea.
Esta noche tendrán lentejas, nos cuentan a Informativos Telecinco y ya tienen reserva, porque la iniciativa ha tenido muy buena acogida. A veces, hasta han tenido colas y en ocasiones la demanda ha superado el excedente de comida del día.
Pastas, arroces, potajes son algunos de los táperes mprescindibles en una iniciativa para cenar bien si no te apetece cocinar o si tienes un presupuesto restringido.
Patxi y su esposa, Cristina, propietarios del Asador de Pollos Real de Huércal de Almería también han tenido una idea solidaria para que nadie pase hambre. La pareja, consciente de la necesidad de muchas personas que ni siquiera podían pagar los cinco euros de su menú, empezaron a dejar en la puerta del local comida gratis
Aseguran que los primeros que ponen siempre vuelan, porque ya hay personas esperando en la acera de enfrente. En general, son gente agradecida que "te abrazan y te cuentan sus historias. Muchas son personas mayores, que lloran, algunos te intentan enseñar su cartilla del banco", cuenta Patxi.
Muchos clientes al conocerse lo que estaban haciendo por sus vecinos más necesitados se han ofrecido a colaborar y ya lo están haciendo. Ahora cuando van a comprar piden dos pollos . Uno para casa y el segundo para alguna familia que lo necesite.