El desparpajo de Alcaraz en la pista no solo ha supuesto una bocanada de aire fresco en la élite del tenis; también su simpatía personal ha desatado un fenómeno que no se veía desde hacía mucho tiempo en el mundo de la raqueta.
Carlos tiene la raqueta y tiene una sonrisa que es el espejo del momento que vive, fuera de serie en la pista, crack en la calle, para él el baile no ha hecho más que empezar, su naturalidad, su desparpajo y sus ganas de comerse el mundo enganchan al público.
Cuando juega se divierte y divierte, el más joven desde Nadal y Sampras, será desde este lunes el número uno del mundo más joven de la historia del circuito ATP.
Un talento que aparece cada amucho tiempo, su entrenador dice que está al 60% de su potencial capacidad. Fresco, juego divertido y rápido entusiasma al espectador.