Los campamentos militares para niños: ¿enseñan disciplina y valores o educan en la violencia?

  • En España, veteranos del Ejército organizan actividades de ocio en las que dan instrucción militar a menores

  • En muchos de estos campamentos se enseña a disparar con armas simuladas

  • Hablamos con defensores y detractores de estos centros cada vez más demandados en nuestro país

Llevan quince años funcionando en nuestro país. Son los campamentos militares para niños y jóvenes que, a pesar de la controversia que generan, no han dejado de proliferar en nuestra geografía. "Cada vez hay más interés. Todos los años cubrimos plazas y se nos queda gente en lista de espera", dice a NIUS Dionisio Ruiz, un Boina Verde de los Infantes de Marina que dirige uno de los más antiguos, el de Tercios de Lezo, en Valencia.

Cientos de chicos y chicas de entre 7 y 25 años han pasado este verano recibiendo instrucción y entrenamiento militar en alguno de estos albergues juveniles que parecen cuarteles. "Vienen chavales que quieren ser militares, policías, guardia civiles o simplemente otros que buscan unas vacaciones diferentes", explica. "También los hay que vienen obligados por los padres para que aprendan disciplina. Esto es un error, lo fundamental es que quienes se apunten lo hagan voluntariamente. Es una de nuestras normas, porque esto no son unas vacaciones de relax precisamente", advierte Ruiz.

Ya les ha pasado en alguna ocasión. Jóvenes que se han marchado a los pocos días de llegar porque no han soportado los duros entrenamientos, los horarios o sobre todo, las órdenes. "A las nuevas generaciones les cuesta mucho acatar la autoridad. Cada año los cadetes llegan más indisciplinados", lamenta Ruiz. "Pero también nos ha pasado lo contrario, adolescentes que venían con la idea de marcharse tras el primer traspiés y que han encontrado aquí una vocación de futuro", recalca.

Enseñar valores

El Gobierno ha manifestado en varias ocasiones sus reservas hacia este tipo de campamentos de temática militar y ha pedido su revisión a las comunidades autónomas, las encargadas de la regulación de las actividades de ocio y tiempo libre para la infancia y la juventud. "Quien los critica es porque no los conoce", responde Ruiz.

"En el campamento enseñamos a los chavales y chavalas la importancia del honor, la lealtad, el compañerismo, el espíritu de sacrificio, la amistad, el trabajo en quipo, el respeto a la familia, a las instituciones, a la bandera...", detalla. "Y además estamos comprometidos contra el bullying", añade. "Les enseñamos a creer en sí mismos. Muchos llegan con la autoestima muy baja por equis razones y aquí se dan cuenta de que pueden con todo. Si son capaces de saltar una torre que tenemos de diez metros de altura durante sus ejercicios son capaces de superar lo que se les eche encima. Si son capaces de hacer la pista militar y pasar por un túnel de 17 metros de largo bajo tierra, son capaces de enfrentarse a cualquier contratiempo de su día a día", asegura.

Aprenden a formar, desfilar, hacer orden cerrado, prestar primeros auxilios, hacer salvamento marítimo u orientarse en el campo. También defensa personal, esgrima -"con un palo de madera" - o practican airsoft, un juego de equipo en el que se utilizan réplicas de armas de fuego reales pero que emplea bolas como munición. "En nuestro campamento la práctica de airsoft es casi simbólica", explica Ruiz. "Tan solo un día de los quince que dura la estancia, durante tres horas máximo, y solo participa el que traiga su equipo de casa", apostilla el veterano militar, que niega que de esta forma se esté enseñando a utilizar armas a los menores de edad, algo de lo que se acusa a muchos de estos campamentos militares.

"Lo que se les ensaña son valores", defiende el Infante de Marina, "que es algo de lo que desgraciadamente muchos jóvenes carecen", sentencia.  "Y disciplina y normas", por supuesto, "porque sin normas las sociedades no sobreviven", alerta.

"Educar al niño en la violencia'

Pese a la defensa que hacen los promotores de estos campamentos como un lugar adecuado para educar a menores en los valores castrenses y en la disciplina, los especialistas en educación tienen sus objeciones. "La teoría de que la disciplina se aprende a base de machacar es falsa", argumenta el pedagogo Jaume Funes. "Esta idea de que los jóvenes tienen que descubrir que la vida es dura y para eso tienen que levantarse pronto, ducharse con agua fría, embarrarse o salir a correr al monte. Hombre, eso como experiencia para un rato puede estar bien para que descubran que hay formas diferentes de vivir, pero no tiene nada que ver con que luego esas personas sean disciplinadas, tras pasar por este ambiente castrense puede ser más bien que acaben siendo autoritarias, que es diferente, autoritarias consigo mismo y con otros", apunta el experto.

Hay quien dice que esta clase de campamentos han venido a llenar el hueco dejado por la mili y que siguen una moda iniciada en Estados Unidos, donde algunos son auténticos reformatorios para rehabilitar a jóvenes delincuentes y donde muchos no utilizan armas simuladas sino reales, con instructores de la propia Asociación Nacional del Rifle. "Si en su día se suprimió la mili fue porque se asumió que el mundo militar, en todo caso, era aceptable para algunos, pero de ninguna manera era vendible para el universo de los ciudadanos. Yo acepto que a alguien le interese el mundo militar, pero de ninguna manera es un criterio universal, ni siquiera divulgabe y difundible", defiende el educador.

" Y luego hay otras historias más complejas todavía", indica. " Si yo educo a un niño en la disciplina militar, en el aceptar la autoridad sin cuestionarla, en el disparar un arma, aunque sean réplicas, estoy educando a un niño en el mundo de la violencia. La infancia y las armas nunca deberían estar en relación. Nunca. Si yo como pedagogo pudiera hacerlo, prohibiría hasta la mayoría de edad cualquier relación del adolescente con el mundo de las armas. Enseñar a manejar armas a menores de edad es una vulneración de su derecho a aprender a vivir en paz", esgrime Funes.

"Otro de los mayores riesgos de este tipo de disciplina es que los niños comiencen a creer que todo puede resolverse de manera agresiva y al final se terminen rigiendo por la ley del más fuerte", advierte. "Luego que no se quejen cuando los adolescentes la líen en la calle, cuando le rompan la cara a uno que les ha mirado mal". "A los padres que envían a sus hijos a campamentos de orientación militar les preguntaría, ¿ha enseñado a pensar a su hijo, le ha enseñado a entender que el mundo es complejo, que hay razones diversas y maneras de entender lo diferente o piensa que imponiéndose con la fuerza y la autoridad se arregla el mundo?

En un universo cambiante, complejo, diverso y aceleradamente diferente como es este, o educas para pensar o lo tienes mal. "La lógica castrense de la defensa, del ataque, de hacer guerra no puede ser nunca una lógica para niños", concluye el pedagogo.