El marketing alimentario nos ha conseguido tomar el pelo más de una y de cien veces a lo largo de nuestras vidas pero, si pensabas que las bolsas de patatas fritas hinchadas hasta casi explotar forman parte de una de estas técnicas de venta, te equivocas: existe un motivo por el que este tipo de envase se presenta de este modo en ocasiones, y no tiene nada que ver con tácticas comerciales. ¿Por qué las bolsas de patatas tienen tanto aire en su interior?
Las patatas fritas se han convertido en uno de esos aperitivos que nos acompañan durante toda la vida, especialmente durante el verano: no hay mejor compañía para una buena cerveza fría. Si eres uno de los miles de españoles que consumen esporádicamente este producto envasado, seguro que te has preguntado por qué, en lugar de almacenarse al vacío, estas bolsas acumulan tanto aire dentro. También es posible que hayas pensado que se trata de una técnica de marketing pensada para que creamos que el contenido de la bolsa es mayor de lo que realmente es.
Sin embargo, el motivo por el que existe tanto aire dentro de las bolsas de patatas fritas no tiene nada que ver con ello (aunque tampoco viene mal este volumen extra a la hora de hacer más apetecible el producto): si alguna vez te has sentido ultrajado al abrir un paquete de patatas fritas y ver un triste puñado de producto al fondo de la bolsa, debes saber que lo que se encierra en su interior es, en realidad, gas nitrógeno, y no aire normal y corriente. La presencia de este gas cumple dos funciones: de un lado, permite conservar mejor y durante más tiempo las patatas y, de otro, lograr que no se rompan durante su transporte.
Este gas es perfecto para la conservación de las patatas fritas porque complica las cosas a las bacterias y otros gérmenes, impidiendo que se reproduzcan. El resultado es una conservación del contenido del paquete durante mucho más tiempo. Además, este gas no tiene sabor, y tampoco huele a nada. Tampoco tiene color. En definitiva, no lo notamos cuando abrimos el envase, y no repercute en nuestra experiencia de consumo más allá de ese momento en que la bolsa se desinfla hasta mostrarnos su contenido real.
En realidad, el aire que respiramos contiene casi un 80 po ciento de nitrógeno, así que no se trata de una sustancia extraña ni, por supuesto, nociva. El entorno que se crea dentro de un paquete de patatas fritas deja mucho menos espacio al oxígeno, aunque suele darse en una pequeña proporción, así como una pequeña parte de dióxido de carbono.
Del mismo modo, el inflado de la bolsa crea un entorno seguro de cara a su transporte: mientras las bolsas permanezcan bien cerradas, lo normal será que su frágil contenido permanezca intacto y que podamos saborear patatas fritas enteras y sin fisuras cuando decidamos sacarlas de su burbuja de nitrógeno.