Las llamadas armas 3D, indetectables en los controles de metales por estar impresas en plástico, constituyen una grave amenaza para la seguridad. La Policía Nacional ha desarticulado en Galicia un taller ilegal de impresión. El detenido ya había construido un subfusil listo para disparar.
Su apariencia es perfecta, aunque sea mayoritariamente de plástico. "Un modelo FGC-9", explica un agente. Las autoridades las consideran "híbridas", porque la récamara es metálica. No bobstante, si nos fijamos entre los dos subfusiles, no hay diferencia. "Todas las piezas y los mecanismos de disparo, los elementos que tiene el arma, las encontramos aquí, bajo tecnología tridimensional", agrega uno de los efectivos que investiga estos casos.
Si antes aguantaban pocas detonaciones, ahora ya no se autodestruyen, por eso hay preocupación. Son letales y fáciles de camuflar. "Son capaces de sobrepasar algunos de los controles establecidos en las principales infraestructuras que tenemos en Europa. Aparte del aspecto furtivo, surge en el mercado negro", admiten.
Un mercado negro en el que cada vez se encargan más armas 3D que ya se han usado en actos terroristas. El inventor arrestado esta jornada, un tipo joven con un trabajo legal, estaba escondido en una aldea de Galicia. "De 32 años, virgen en este aspecto. Partes de las máquinas, él intentó implementarla", precisan los agentes sobre el caso. En los registros encontraron dos bayestas, armas blancas y otras armas de fuego, todo fabricado con polímeros en tres maquinas 3D.