La situación de los embalses por la sequía está poniendo en alerta a comunidades tradicionalmente húmedas como Galicia. El municipio de Ribadavia, en Ourense, con casi 40ºC el martes a mediodía, ha limitado el consumo de agua a cuatro horas y media al día. Negocios y vecinos se organizan como pueden ante esta restricción.
Buena parte de los vecinos solo dispone de agua del grifo dos horas al mediodía y dos horas y media por la noche. Fuera de esas horas, no pueden hacer tareas tan cotidianas como ducharse, poner una lavadora o cocinar.
Por eso, desde el Ayuntamiento están repartiendo garrafas a las familias, aunque muchos de ellos acuden a una fuente municipal donde todavía sale agua porque no les es suficiente.
“Yo vine a buscarla para beber”, dice una vecina que recoge agua de la fuente, mientras que otro admite: “Hay que bañarse por parroquias como se suele decir y hay que coger agua cuando viene”.
“Lo que queremos es suministrar agua a toda la población”, señala su alcaldesa, desde el punto habilitado para recoger las garrafas.
En los negocios, ni siquiera cuando sale agua del grifo les es suficiente ya que la presión es mínima. Lourdes, panadera, explica el problema que esto le supone: “el pan lleva mucha agua, hay que estar siempre lavando., las masas tienen que tener agua muy fría”.
Y no es la única, Camilo, peluquero, explica que trabajan a base de agua mineral. “Lavando tanto tinte, como mechas, como lavado de cabezas… Todos los servicios con agua de botella”, explica.
El problema del agua se extiende por varios puntos de España. En la sierra de Huelva, once pueblos sufren las consecuencias de la sequía. Y en Tarragona, un camión carga a diario del pozo de José María. “Como mínimo se van a llevar hoy cerca de 100 000 litros de agua”, señala sobre una cantidad que evita las restricciones en ocho pueblos.