La investigación que puede cambiar el punto de no retorno hacia la muerte: "Permitiría tener más órganos para trasplantes"
Investigadores de Yale detienen y revierten el proceso de muerte de órganos de cerdos que llevaban una hora fallecidos
La investigación abre posibilidades en el futuro para tratar a pacientes críticos y también para incrementar los órganos disponibles para trasplantes
No se pasa de estar vivo a muerto en un instante. La muerte se va apoderando del cuerpo humano como una cascada de acontecimientos. La privación de sangre con oxígeno va dañando las células y causando lesiones en los órganos hasta que se llega a un punto de no retorno. Una nueva investigación en cerdos ha abierto la posibilidad de cambiar ese momento en el que la muerte es irreversible e incluso de dar marcha atrás en ese proceso que llamamos muerte.
Lo que ha conseguido un equipo de la Universidad de Yale es recuperar la actividad de los órganos de un grupo de cerdos que llevaban una hora muertos. No es una resurrección. Desde luego no lo es de los animales con los que se ha ensayado, ya que no recuperaron las funciones cerebrales; pero tampoco de sus órganos aislados. “Más que de resucitación me gustaría hablar de recuperación y reparación de órganos que de otra forma estarían lesionados sin viabilidad alguna”, precisa la directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez-Gil.
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La clave del experimento realizado es un fluido, que los investigadores han llamado OrganEx, compuesto de nutrientes, electrolitos y fármacos que evitan la oxidación, la muerte celular y tienen efectos antiinflamatorios y neuroprotectores.
Primero se dejó que el proceso de muerte celular y orgánica se desarrollara durante una hora y después se utilizó una máquina para hacer que el OrganEx circulara por el cuerpo de los animales. El resultado, después de varias horas de perfusión, fue asombroso. Se revertió la muerte celular, se activaron los procesos genéticos de reparación de los órganos e incluso el corazón recuperó cierta actividad eléctrica.
El punto de no retorno hacia la muerte
“Es una investigación que reta los límites a partir de los cuales definimos la muerte de la célula y de la propia persona”, afirma Beatriz Domínguez-Gil, que explica que lo que puede cambiar no es el concepto de la muerte, si no la definición de lo que los médicos consideran una situación irreversible.
Cuando un paciente entra en parada cardiorrespiratoria, el deterioro de los órganos es rápido. Las técnicas de reanimación son claves para intentar evitar la muerte. Hasta ahora la más avanzada es la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO), que hace circular la sangre por un pulmón artificial. La terapia ensayada en cerdos promete ser más eficaz. “Si esto funciona podríamos modular los protocolos actuales de reanimación cardiopulmonar y potencialmente recuperar a más pacientes”, dice Domínguez-Gil.
Recuperación de órganos dañados
Un segundo uso sería la recuperación de órganos dañados por falta de riego sanguíneo, por ejemplo, a causa de un infarto. Pero hablamos siempre de opciones en un futuro que está aún lejos. “Esto no se ha probado en un animal vivo. No sabemos el efecto de la infusión del cóctel OrganEx en un animal vivo”, advierte Eduardo Oliver, investigador del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB).
Incrementar los trasplantes
Una tercera utilidad sería incrementar el número de órganos que pueden usarse en trasplantes. La mayoría de los donantes fallecidos pertenecen al pequeño grupo de personas que sufre una muerte cerebral. Sus funciones neurológicas son irrecuperables, pero sus órganos mantienen el riego sanguíneo. Este tipo de pacientes representa sólo entre el 1% y el 2% de las personas que mueren en los hospitales españoles.
Mucho más habituales son las muertes por un fallo cardiorrespiratorio. En los hospitales de Estados Unidos, por cada muerte cerebral se producen 50 cardiorrespiratorias. Sin embargo, en estos últimos casos, el uso de los órganos para trasplantes es menor porque el deterioro de los órganos es rápido por la falta de riego de sangre con oxígeno al dejar de funcionar el corazón y los pulmones. Gracias a técnicas como la ECMO en España se ha elevado hasta el 35% del total el número de pacientes en estas situaciones. Si llegase a ser posible usar la nueva terapia en humanos, podría incrementarse.
“Con el nuevo sistema podríamos estar considerando más donantes en asistolia (muertos por parada cardiorrespiratoria) que hoy no consideramos porque nos daría más tiempo. Permitiría tener más órganos disponibles para trasplante y conseguir mejores resultados tras el trasplante”, afirma la directora de la ONT. En concreto, los órganos que más rápido se deterioran con la falta de oxígeno, aparte del cerebro, son el hígado y el corazón. Los riñones y los pulmones, por el contrario, están entre los más resistentes.
Debate ético
La recuperación de los órganos de los cerdos ha abierto un debate ético, según apunta un artículo editorial publicado en Nature junto con la investigación. Brendan Parent, profesor de ética de trasplantes en la Universidad de Nueva York, pone de relieve diferentes situaciones que pueden darse con el eventual uso de OrganEx, incluida la posibilidad de que algunos pacientes queden en lo que se llama “un puente a ninguna parte”.
Beatriz Domínguez-Gil explica que la práctica clínica suele aclarar muchas de estas situaciones. En la mayor parte de casos de trasplante, el equipo médico y la familia de un paciente con un daño irreversible deciden, ante la situación de futilidad de cualquier tratamiento, retirarle el soporte vital. En ese momento, se desencadena, por la propia patología del paciente, una parada cardiorrespiratoria. Se esperan cinco minutos para descartar que no se produce ninguna recuperación espontánea del latido del corazón. Y es entonces cuando se procede a la extracción de los órganos o, si es el caso, a las medidas para intentar preservar o recuperar esos órganos.
“Son procesos de toma de decisiones independientes. Lo primero es intentar salvar la vida del paciente. Hay un proceso en el abordaje de la parada cardiorrespiratoria que sigue unos protocolos estrictos y sólo cuando un equipo previo e independiente del proceso de donación decide que se puede diagnosticar el fallecimiento, entonces empieza cualquier otra consideración”, explica Domínguez-Gil.