El Ministerio de Educación pretende dar una verdadera sacudida a la nueva Selectividad. Su primera propuesta, que tendrá que ser debatida con comunidades y universidades, es reducir drásticamente el número de exámenes por asignaturas y, a cambio, integrar la evaluación de distintas materias en torno a una gran prueba de madurez de carácter competencial. Su implantación a partir del curso 2023/2024 será gradual hasta que termine de aplicarse completamente en el 2026/2027.
Esta gran prueba de madurez, donde se pondrá a prueba las destrezas lingüísticas de comprensión y redacción del alumno -con partes en castellano, en lengua cooficial (en los territorios donde la haya) y en lengua extranjera (normalmente, inglés), acabará integrando también la evaluación de la asignatura de Historia de la Filosofía y la Historia de España.
Su peso en la nota final en la parte general será determinante, un 75% del total. El otro 25% corresponderá al examen de la asignatura de modalidad (por ejemplo, Matemáticas, en el bachillerato científico técnico). Los alumnos podrán presentarse además a dos asignaturas más en la parte optativa (ahora pueden hacerlo a cuatro, aunque solo cuentan para la nota media las dos con mejor calificación) para subir nota.
Tanto la LOGSE como la LOE y la LOMLOE, todas ellas leyes aprobadas durante gobiernos socialistas, mencionan que la prueba de acceso a la Universidad deberá valorar con carácter objetivo la madurez ede los alumnos. Precisamente, evaluar competencias, algo que sería cercana a la idea de madurez, lo hace PISA de forma objetiva en áreas como lengua, matemáticas y ciencias a alumnos de 15 años.
Esta prueba de madurez académica de la nueva Selectividad constará de varias partes.
Todo ello implicará una corrección de los ejercicios más elaborada puesto que no habrá una sola respuesta válida. El Ministerio de Educación propone crear grupos de trabajo con representación de las distintas administraciones, universidades e institutos o agencias de evaluación (autonómicos) con el fin de elaborar “un marco común de diseño de la prueba así como de su corrección”. El curso que viene, se realizarán ensayos de los nuevos ejercicios con muestras de alumnos.
Cada ejercicio deberá tener una guía de codificación con las respuestas correctas. También en aquellas preguntas abiertas la guía tendrá que recoger con claridad las ideas, expresiones y estructura que debería contener la respuesta del alumnado, incluso con ejemplos, para ser considerada válida.
La idea es que el ejercicio de madurez académica pueda ser corregido de forma colegiada por profesores de diferentes especialidades, que deberán ser formados “para la corrección de cada ejercicio concreto”.
Esta prueba de madurez académica sigue los pasos tomados por Educación a la hora de plantear unas asignaturas más competenciales y menos memorísticas, donde lo importante es saber aplicar los conocimientos. “La prueba de acceso a la Universidad se tiene que acomodar a lo que se está trabajando en el sistema educativo, con currículos más competenciales, como establece la nueva ley educativa, LOMLOE. Es decir, que mida si los alumnos son capaces de discriminar las ideas principales de las secundarias en un texto o de relacionar conocimientos de una forma clara”, señala Paco García, secretario general de CCOO Enseñanza. “Si el sistema educativo te prepara de una manera, tiene que haber una coherencia en la prueba de Selectividad”.
No piensan lo mismo desde el sindicato CSIF, que representa a los funcionarios, que tachan esta nueva prueba de acceso a la Universidad como “un absoluto despropósito”. “Si la prueba es mucho más subjetiva, no solo no va a ser homologable en toda España sino que va a ampliar estas diferencias”, asegura Mario Gutiérrez, presidente del sector de Educación de CSIF. “En la LOMLOE hay indicios clarísimos en los currículos que se están publicando de querer ningunear y reducir los contenidos, acabar con la especialización docente, donde las asignaturas no tienen importancia porque lo que se quiere es un matiz general. Aquí lo importante no es la ilustración general sino unas capacidades absolutamente subjetivas, que tienen más que ver con competencias profesionales y laborales”, apunta.