La casa de Vicente Leal fue uno de los símbolos de La Palma. Es la casa que más cerca estaba del volcán. La lava llegó a escasos 50 metros de la casa que se salvó de milagro pero quedó sepultada prácticamente bajo toneladas y toneladas de ceniza. Todo, menos una de las chimeneas: una imagen que dio la vuelta al mundo. Hoy se mantiene en pie después de pasar meses y meses aguantando el peso de la ceniza que expulsó un volcán para el que los vecinos ya han elegido nombre, el Tajogaite.
En marzo hicieron un llamamiento a vecinos y voluntarios para intentar desenterrarla. Y casi lo consiguen. Así, quedó después de que decenas de personas se implicaran en la petición de ayuda de Vicente. Pero días después el Cabildo paró las obras y lleva tres meses sin poder acercarse a ella. "No sé ni quién dio la orden de parar, si casi lo teníamos".
Este vecino de San Nicolás ganó la batalla al volcán y logró desenterrar prácticamente todas las paredes de su casa, la más cercana al cono principal, que se encontraba bajo casi 10 metros de ceniza. Fueron dos semanas de intenso trabajo y la generosidad de vecinos, amigos, voluntarios y la ONG Tierra Bonita. El problema es que lleva así tres meses y no puede entrar. Y no es el único, la situación en que quedó La Palma tras la erupción no terminar de resolverse.
"Seguimos en la lucha, y no vamos a parar. Nadie nos cuenta nada, parece que actúan a nuestras espaladas. Pero lo vamos a lograr", dice esperanzado. "Hay que reconstruir con nosotros porque esto es nuestro y lo que perdimos también es nuestro", sentencia. Vicente se queja de que las ayudas no es suficientes, de que el valor del suelo está por las nubes y pide a los ayuntamientos que cedan espacios de forma gratuita a los afectados para que les quede dinero para volver a empezar y reconstruir una nueva vida. "Si a finales de mes no hay respuesta tendremos que actuar".
Al hablar de su casa se emociona. “Hemos conseguido dejar libres casi todas las paredes. Solo falta retirar la ceniza del lado este y el norte, los que están frente al cono volcánico”, explica. "Mi casa es una fortaleza que ha resistido al volcán, llevo más de 30 años trabajando en ella, y era mi medio de vida porque era un reclamo turístico. Una casa de 120 metros cuadrados, cuatro metros y medio de altura y 7.000 de terreno. "Tiene mampostería de piedra, y vigas de madera. Además los muebles, aparentemente, también han resistido a la ceniza, aunque le preocupa la aparición del moho, por lo que está tratando de airear las habitaciones. Pero ahora ya no sabe nada. "Llevamos 10 meses esperando un respuesta, ¿Qué va a pasar con nosotros?".
"Faltan la carretera, la luz y el agua”, recuerda a las administraciones competentes. "Sabemos que tenemos una zona privilegiada y las administraciones también lo saben. A unos 150 metros, el cono principal, y a tan solo 50 metros de su casa, una colada de lava. Junto a la vivienda aún permanecen varios pinos, aunque la mitad de sus troncos están cubiertos de la ceniza pero pronto volverán a ser verdes. Y algo más lejos, el mar. Yo quiero mi futuro aquí, en un espacio que debería ser protegido. La belleza de este lugar es incomparable". Vicente lo tiene muy claro. "Mi primera opción es quedarme mi casa, vivir en ella y explotarla como tenía pensado como villa turística, para eso tengo todos los papeles en regla", recuerda. "Pero sino hacen algo y habilitan los suministros no podré hacer nada, eso significa que no me van a dejar vivir en la casa y entonces habrá que negociar otras opciones: reinventar otro proyecto de vida o negociar un precio". "Si no fuera mía y fuera de alguien de las administraciones ya estaría lista para vivir", asegura.
Solo pide información, que le digan algo, que les tranquilicen. "Tendrán que contar con nosotros para la decisión que tomen ¿no?", se pregunta visiblemente enfadado. "Es mi casa y mi terreno, si ahora va a dejar de serlo tendrán que compensarnos de alguna manera, porque yo vivía de ella". 7.000 metros de jardín, paredes de piedras que han soportado la ceniza y que han actuado como fortaleza ante el volcán.
La casa de Vicente, más conocida como "La Pompeya de La Palma", está en San Nicolás, en Las Manchas, en el municipio de El Paso y es la más cercana al volcán. En realidad son tres casas las que hay en esta zona y un pequeña bodega. Los tres dueños siguen sin poder conciliar el sueño bien por las noches. "Yo tengo suerte y vivo con mi hijo en otra casa que teníamos, pero mis vecinos están de alquiler sin saber cuando podrán volver a la suya".
"El problema de La Palma se podría solucionar con dinero, lo saben y no lo hacen. Prometen ayudas que no llegan y siguen dando casas que llaman provisionales y que no lo son. La gente va a estar viviendo en eso contenedores de obra muchos años, y no es lo que hay que hacer hay que solucionar el problema de raíz", argumente Leal. "Las ayudas se quedan solo en palabras, me pregunto ¿de verdad quieren ayudar a La Palma?, a veces parece que solo ponen parches", concluye Vicente.