Junio, julio o agosto: ¿cuál es el mejor mes para irse de vacaciones?
Lucía SicreMadrid
Elegir mes de vacaciones depende de múltiples factores.Pixabay
Elegir el mes en el que irnos de vacaciones depende de muchos factores: presupuesto, disponibilidad de fechas, preferencias personales...
Los meses de julio y agosto suelen ser los más caros a la hora de viajar: también los que más difícil lo ponen para quienes prefieren evitar las aglomeraciones
Para algunos es preferible trabajar durante el verano, cuando el ambiente es más tranquilo en la oficina, y repartir sus vacaciones entre junio y septiembre
Elegir fechas para nuestras vacaciones de verano rara vez depende en exclusiva de nuestra voluntad: cuadrar calendario con el resto de compañeros, respetar el periodo obligatorio de vacaciones definido por la empresa... son factores que pueden determinar en qué mes disfrutar de las vacaciones. Incluso si eres autónomo y organizas tu propio horario, puede que no sea fácil cerrar una temporada concreta de descanso en el lugar exacto del calendario en el que desearías hacerlo. Con todo, para aquellos casos en que tengamos margen de maniobra, ¿qué mes es mejor para viajar en verano? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de cada mes del verano a la hora de planificar tus vacaciones?
Junio, julio o agosto: ¿Cuál es el mejor mes para irse de vacaciones?
Lógicamente, elegir el mejor mes para viajar en verano dependerá de tus preferencias personales. Por eso es importante tener en cuenta una serie de factores y características que suelen repetirse año tras año en cada uno de lo meses de verano y, con toda la información necesaria en la mano, tomar la mejor decisión. Cada mes tiene sus ventajas y desventajas, y la clave está en poner en una balanza qué tipo de vacaciones disfrutas más, cómo encajan tus planes en tu situación económica, de qué forma te resulta más sano repartir las vacaciones para desconectar y distribuir tu tiempo de descanso con tu tiempo laboral... Te damos algunas pistas para enfocar tu decisión sin dejar ningún factor importante de lado:
El factor presupuesto. Viajar en julio y en agosto suele ser bastante más caro que hacerlo en junio o en septiembre, aunque, si consigues bloquear tus fechas de vacaciones con tiempo y reservar billetes, alojamiento y demás elementos con margen suficiente, puede que esquives esta diferencia presupuestaria, que se basa precisamente en la mayor demanda de estos meses. Si tu presupuesto es reducido o simplemente no te gusta malgastar tu dinero, elegir fechas alternativas a las más demandadas puede ser tu mejor opción, al menos desde el punto de vista económico.
El factor aglomeración. Se trata de uno de los factores más determinantes para miles de viajeros. Hay quienes evitan julio y agosto porque se trata de meses en los que casi cualquier rincón del planeta se llena de turistas, lo que puede provocar que tus vacaciones se conviertan en un verdadero suplicio, demasiado parecido al ritmo de prisas, ruido y estrés que rodea al resto de meses del año. Si lo que necesitas es silencio, soledad y tiempo para bajar el ritmo y las pulsaciones, definitivamente julio y agosto no son para ti. Por el contrario, si para ti vacaciones de verano es sinónimo de playas repletas de gente, fiestas multitudinarias... estos meses te ponen en bandeja la oportunidad de intercambiar experiencias con muchas más personas, y también planes de ocio grupal que se concentran en estas fechas y no durante el resto del año. Conciertos, festivales... son algunos de ellos.
El factor calor. Los meses centrales del verano suelen ser más calurosos (al menos en el Hemisferio Norte), mientras que junio o septiembre mantienen temperaturas agradables sin picos de calor tan extremos. Por eso muchas personas prefieren meses menos 'pegajosos', en los que, además, playas y demás espacios se encuentran más vacíos. Nuevamente, entran en juego tus preferencias. En general, el periodo más caluroso en España es la tercera semana de julio y los primeros días de agosto. En cambio, septiembre es el mes más fresco, ya que las temperaturas descienden entre dos y tres grados. También en septiembre aumenta la probabilidad de lluvia, y los días son algo más cortos, ya que, a partir del solsticio de verano, se van acortando, hasta la llegada del solsticio de invierno.
El factor carga de trabajo. Cuando viajamos en julio o en agosto, la vuelta a la rutina puede ser más suave, ya que casi todos compartimos esos primeros días de ajuste y de adaptación al nuevo 'curso laboral'. Además, durante el verano es más difícil que surjan problemas, circunstancias o urgencias que obliguen a tus compañeros a contactar contigo durante tu tiempo de descanso, ya que todo el mundo está de vacaciones y se trata de un periodo más respetado que, por ejemplo, junio o septiembre. En definitiva, es probable que puedas descansar más libremente en pleno verano que durante el resto del año. Sin embargo, si viajas en septiembre es posible que seas molestado con más frecuencia, ya que el resto de compañeros se encontrarán en plena temporada de inicio de nuevos proyectos. Como ventaja en caso de viajar en meses no centrales del verano, ir a la oficina en agosto es mucho menos estresante que hacerlo durante el resto del año, y siempre puedes combinar planes veraniegos con tu jornada laboral, por lo que no sentirás que estás trabajando con tanta dureza como durante el resto de meses.
El factor descanso. Hay quienes prefieren disfrutar de muchos fines de semana largos o de vacaciones semanales repartidas a lo largo del año... y quienes prefieren desconectar una vez al año durante un mes entero. Todo dependerá de tus preferencias, aunque se suele decir que las vacaciones muy prolongados pueden provocar un 'efecto rebote' más doloroso cuando toca incorporarnos de nuevo a la oficina. Sin embargo, unas vacaciones largas pueden ofrecerte el espacio, el tiempo y la distancia necesarias para pensar con calma y dar un giro a tu carrera: los momentos de desconexión real (y de conexión con nuestras emociones y necesidades) suelen ayudarnos a ordenar nuestra vida y nuestras preferencias, así que no rehuyas de ellos y sigue tu instinto. En cualquier caso, si evitas julio y agosto, puede ser recomendable no 'quemar' todas tus vacaciones en junio y reservar un espacio para septiembre: de lo contrario es posible que llegues al final de año absolutamente agotado.