El verano es sinónimo de días intensos con muchas horas de luz y noches cortas. Esta época significa desconectar del ajetreo de la vida diaria, largas jornadas tomando el sol, disfrutar de experiencias únicas y, en consecuencia, tratar de disfrutar de cada momento.
Cuando comienza el solsticio de verano, el hemisferio norte deja atrás a la primavera y se produce la noche más corta durante el 20 de junio, como consecuencia, el día más largo de todo el año es el 21 de junio debido a la inclinación del eje de la Tierra. Esto se debe porque el 21 de junio la zona norte del planeta apunta más hacia el sol que el resto del año.
En España el día más largo del año dura en torno a 15 horas; el más corto ronda las 9. La diferencia es de 6 horas aproximadamente. Se trata de una variación que es mayor según nos aproximamos al ecuador, y que en la latitud de los polos sin embargo se reduce al máximo.
El solsticio de verano es el resultado de la inclinación del eje norte-sur de la Tierra 23,4 grados hacia el Sol. Así lo explica la revista especializada National Geographic, donde dan la clave de este fenómeno: esta inclinación provoca que distintas cantidades de luz solar alcancen diferentes regiones del planeta durante la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Justo este día es cuando la Tierra pasa por el punto de su órbita donde el Sol se encuentra en su máxima declinación norte, llamada 'Ecuador celeste'. A efectos prácticos, es el día en que el Polo Norte se encuentra más inclinado hacia el Sol. ¿Qué provoca? Se vive el día más largo de todo el año y la noche más corta.
En los días de verano pode podemos disfrutar más tiempo del aire libre y realizar múltiples actividades que durante el invierno nos resultan complicadas. Durante el verano podemos relajarnos de todo un año de trabajo y desconectar de la manera que mejor nos haga sentir. Por ello, el verano posee diversos beneficios para nuestra salud:
El verano y sobre todo las vacaciones ayudan a reducir el estrés y mejora nuestra salud cardiovascular, también al estar tranquilos nos facilita mantenernos en un peso adecuado (previniendo así enfermedades como la diabetes o el síndrome metabólico).
En verano al haber tantas horas de luz, los días se vuelven más largos, y la luz nos ayuda a mejorar nuestro ánimo y humor. El aumento de claridad contribuye a la activación, tanto en su sentido positivo (haciéndonos sentir más alegres).
La sensación de no tener que hacer nada y de poder recrearse a la hora de comer, fomenta que podamos prepararnos comidas más elaboradas y saludables. Además, el verano a parte de hacer que nos sintamos menos hambrientos, es una época fantástica para tomar alimentos con vitamina C, nutritivos, frescos y saludables, como es el caso de las frutas y hortalizas.
El sol es imprescindible para sintetizar la vitamina D, un tipo de vitamina importantísima para fijar el calcio en el organismo y evitar enfermedades como la osteoporosis.