"Abrí la puerta y estaba tirada en la cama. Pensé que le había cortado el cuello. Le pregunte qué le había hecho pero ella nunca pudo hablar. Estaba convulsionando sin poder hablar". Una compañera de piso de Arliene Ramos no olvida el final de la hora que pasó con Jorge Ignacio Palma, su presunto asesino.
Fuera como fuese ahí la dejó, convulsionando y al borde de la muerte. Sin piedad. Frío, como era el Doctor, así le conocen en el mundo de la droga. La joven acabaría falleciendo pese a los intentos médicos por salvarla. Su familia donó los órganos. Pero el testimonio de una de sus amigas sobre la última hora de su vida es atroz. No olvida que convulsionó en sus brazos.
Jorge Ignacio P.J. está acusado del supuesto asesinato de Arliene, Marta Calvo y Lady Marcela Vargas, y de intentarlo con otras ocho mujeres más en el periodo de 15 meses, desde verano de 2018 hasta el 7 de noviembre de 2019, fecha en la que falleció la última de las víctimas y cuyo cadáver no ha sido aún localizado.
Jorge Ignacio se enfrenta, tal y como reclama Fiscalía, a 130 años de cárcel por 11 delitos de abuso sexual --tres de ellos como medio necesario para un delito de homicidio y siete para un delito de lesiones--; y un delito contra la salud pública. Por su parte, los padres de Marta Calvo, quienes ejercen en el procedimiento como acusación particular, piden para el acusado la prisión permanente revisable. Las otras víctimas personadas en la causa también reclaman esta pena. La defensa reclama la absolución.
La sesión de este jueves se ha centrado en la primera supuesta victima mortal de Jorge Ignacio y ha comparecido una compañera suya de piso, que se ubicaba en la Gran Vía Marqués del Túria de València.
Los hechos se remontan al 25 de marzo de 2019. La testigo ha explicado que convivía con la víctima, Arliene, desde hacía 15 días en un domicilio "muy grande" en el que también estaban otra chicas que ejercían la prostitución.
El 25 de marzo acudió el acusado a la vivienda, le acompañó hasta una habitación y él le comentó que quería conocer a chicas a las que les gustase hacer una 'fiesta blanca'. Entonces llamó a Arliene --cuyo nombre profesional era Elena-- y a una amiga suya.
Arliene y el acusado se trasladaron a la última habitación de la vivienda, "la más grande y acogedora". La víctima preparó un gin tonic y ambos permanecieron en la habitación alrededor de una hora. "Y fue la peor hora de mi vida", ha asegurado visiblemente emocionada.
Cuando transcurrió la hora, la testigo ha explicado oyó la puerta de la calle pero no cómo se cerraba, lo que le llamó la atención. "Me pareció raro, me levanté y llamé a Elena. Pensaba que algo había pasado. Su puerta estaba entreabierta y estaba todo oscuro. Abrí, entré un poco y la vi tirada en la cama. Pensé que le había cortado el cuello", ha dicho.
Y ha continuado: "Nunca pudo hablar. Le preguntaba qué le había hecho pero no podía hablar. Estaba convulsionando sin poder hablar. Entonces llamé a otra chica e imagino que ella llamó a la ambulancia. Yo no podía, solo quería salvarla".
Tras ello, ha indicado que entre las dos cogieron a Arliene y la llevaron por el pasillo hasta la puerta: "Le salía espuma y sangre por la boca. Ella quería contar lo que había pasado pero no podía. La bajé hasta el patio y ahí me di cuenta de que estaba muerta", ha descrito.
Buscó un taxi para trasladar a su compañera al hospital pero el taxista se negó a transportarla. "Ahí apareció la ambulancia y se llenó todo de policías. Yo me quedé con ellos para contarles lo que había pasado. Al volver a la habitación vimos que había una copa en la mesa y cocaína", ha apuntado para agregar que la víctima "nunca jamás" tuvo epilepsia ni tomaba medicación.
El jurado popular que juzgará a Jorge Ignacio P.J como presunto asesino de Marta Calvo y otras dos mujeres más acaba ha escuchado el testimonio de los médicos que atendieron a su primera víctima mortal, Arliene Ramos. Los médicos que atendieron a Arliene aseguran que la paciente llegó al Hospital General inconsciente, en parada cardiaca y con episodios epilépticos continuos.
El informe detalla “que las pupilas estaban dilatadas y no reactivas, que el corazón iba extremadamente lento, rayando la parada, a 17 pulsaciones por minuto, y que no había pulso carotídeo”.
La médico explica que le administraron atropina y otros fármacos para revertir los efectos secundarios de os estupefacientes (la cocaína), pero que no surtieron efecto que que, en última instancia, recurrieron a la administración de adrenalina para recuperar el ritmo cardiaco. “Cuando le administran adrenalina, al cabo de un minuto, resucitan a la paciente y nos la traen... de no haber recibido esa atención en ese momento, habría fallecido”.
“Durante nuestra intervención, ya en el hospital y pese a que venía estabilizada, volvió a entrar en parada cardiorrespiratoria a las 5.14 horas de la madrugada. Había una frecuencia cardíaca muy baja en el monitor y no tenía pulso. Hubo que administrarle dos ampollas de adrenalina y a partir de ahí la enviamos a la UCI dada su evolución”, explicó la facultativa a los miembros del jurado.
Finalmente, Arliene falleció nueve días después de su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos.