Irene no olvidará nunca su experiencia con Jorge Ignacio Palma, que se enfrenta a 130 años de cárcel por 11 delitos de abuso sexual- tres de ellos como medio necesario para un delito de homicidio y siete para un delito de lesiones--; y un delito contra la salud pública.
El acusado mató, presuntamente, a Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas. Otras ocho mujeres, entre ellas, la primera en declarar en su contra en el juicio, lograron sobrevivir.
Irene tenía solo 18 años cuando conoció a Jorge Ignacio Palma por redes sociales. Lo recuerda todo. Él contactó con ella por email. Ella le dio su número teléfono y quedaron. Ella le ofreció sus servicios sexuales y él le pidió llevar a cabo la fiesta blanca. Y siguió su modus operandi habitual. Solo recordarlo provoca en el juicio que Irene pare unos momentos para llorar. Está muy nerviosa.
Irene recuerda que él la recogió en el coche en El Corte Inglés de Colón y al principio tenía una actitud muy amigable, como si la conociera de toda la vida. De repente, él paró el coche y se hizo dos rayas encima del móvil. “Del tamaño de mi dedo meñique cada una, algo exagerado”.
Ella, solo es capaz de consumir la mitad. No puede con todo eso. En ningún momento Jorge Ignacio Palma consume drogas. Insta, pero él no toma. Será así también con otras chicas.
Al llegar a la casa Jorge Ignacio Palma siempre ofrece a las chicas con las que quedaba bebida. Con Irene no es una excepción. En este caso, vino blanco. Irene reconoce que cuando Jorge le sirvió la copa la botella ya estaba abierta. Ella nunca vio cómo la llenó ni con qué. Recuerda el momento. Se la bebe, le sabe muy amarga. No como a vino normal. Jorge Ignacio insiste constantemente en que ella beba y tome drogas. Como una obsesión.
Al cabo de un tiempo, Irene empieza a encontrarse mal, mareada y se quiere sentar. Él insiste en tener sexo sin protección y seguir consumiendo. En las relaciones sexuales, él le mete el dedo lleno de coca bajo la lengua. A ella no le da tiempo a reaccionar. Después intenta metérselo en la vagina, también lleno de coca, pero ella le dice que no. En esos momentos, él ya está serio, su mirada es muy fría, ya no es amigable. Irene accede a la última petición porque él es muy pesado. No recuerda más.
Cuando Irene despierta Jorge Ignacio Palma está encima de ella en la cama abofeteándole la cara. Irene intenta levantarse, se cae. Los dos van al baño. Él la mete en la ducha, le enjabona y enjuaga por todas partes. Y seca su cuerpo. Es entonces cuando le cuenta a Irene que ha estado inconsciente durante 20 minutos.
Ella le pregunta por qué no ha llamado a una ambulancia. Él entonces le dice que sólo fueron 5 minutos. Ella no da crédito. Sale de la habitación. Cuando regresa, él le pregunta si quiere seguir. Ella le dice que no. Él le paga 100€ que ella después se da cuenta que eran los que ella misma llevaba en la cartera. Quedaron sobre la 1 de la madrugada y ella regresó sobre las 10-11 de la mañana siguiente. Ahora cae en la cuenta de que en esa fiesta blanca a él no le vio ni beber ni consumir en ningún momento. Siempre llevó una botella de agua en la mano.
Irene acude actualmente a una psicóloga para que le ayude a no pensar en Jorge. Ha tenido pesadillas recurrentes. Porque el joven, tras su experiencia, al año siguiente, intentó contactar con ella de nuevo mediante email. Irene le había bloqueado el teléfono. Irene jamás le contesta.
Al final fueron los padres de la joven al ver el caso de Marta Calvo en televisión cuando comentan a Irene el caso. Ella lo reconoce.
Es consciente de que dentro del trauma que le acompañará de por vida, tuvo suerte.
Busca la imagen de Jorge Ignacio Palma en internet, los correos electrónicos de su encuentro, se cerciora de que era la misma persona y acude a la Guardia Civil a denunciarle. Puede contarlo.
Irene no ha sido la única en hablar hoy. Posteriormente, ha declarado otra mujer con la que el procesado contactó el 10 de noviembre de 2019 -tres días después de la desaparición de Marta Calvo-, también para reclamar un servicio sexual con "fiesta blanca".
"Le dije que sí, pero no concretamos ninguna cita", ha explicado esta mujer, que también ha aclarado, a preguntas de la fiscal, que no conoce a ninguna compañera que se haya introducido cocaína en los genitales en este tipo de encuentros, y que ella entiende por "fiesta blanca" un "acompañamiento de la persona que consume" en el que cada chica "decide" si esnifa o no.