La pandemia ha dejado importantes heridas entre la población joven española. Así lo deja ver el ‘III Barómetro Juvenil. Salud y Bienestar', que han presentado este jueves la Fundación Mutua Madrileña y Fundación FAD Juventud. En los datos más preocupantes están que el 44,3 % ha tenido ideas suicidas "alguna vez" en el último año y que el 56,4 por ciento reconoce que ha sufrido algún problema de salud mental en este mismo periodo.
Además, el 71,8 por ciento de los jóvenes han reafirmado que están "muy o bastante" preocupados por su salud, mientras que uno de cada cuatro ha mostrado una preocupación "baja". En este aspecto, las mujeres han mostrado una mayor preocupación por su estado de salud (77,4 %) frente a los hombres (66,9 %).
Las cifras más preocupantes para los expertos han sido las del área de salud mental, ya que dos de cada diez jóvenes piensa que su situación mejorará en el futuro y aducen sentirse tristes, decaído y desesperanzados (56,6%), tener poco interés por las cosas (51,5%), problemas para concentrarse (50%) o miedo ante el futuro o los riesgos del presente (45%). Entre estos problemas psicosociales, el Barómetro señala que existe una mayor prevalencia entre las mujeres al superar, en la mayoría de los aspectos, en diez puntos a los hombres.
La encuesta ha dividido a los jóvenes en tres franjas de edad: 15-19 años, 20-24 años y 25-29 años. Estos últimos es el colectivo que menos prevalencia de problemas psicosociales presenta de manera general. En este sentido, un 37,5 por ciento de los encuestados ha declarado haber sido diagnosticado alguna vez de un trastorno mental por un profesional sanitario.
Al respecto, añaden, que los más frecuentes son la depresión (45 %) y los trastornos por ansiedad, pánico o fobias (43,9 %). Sobre el autodiagnóstico, el 56 por ciento cree haber sufrido problemas psicológicos, psiquiátricos o de salud mental. Sin embargo, por razones económicos (37%) y por subestimar o quitar importancia al problema (34 %), casi la mitad de ellos, el 49 por ciento, no ha pedido ayuda profesional.
El 40 por ciento de los chicos jóvenes tampoco ha contado a gente de su entorno los problemas que sentía y el 50 por ciento afirma haber consumido psicofármacos sin prescripción médica.
Por otro lado, el 35 por ciento de los jóvenes ha reconocido experimentar ideas suicidas al menos una vez o con cierta frecuencia en el último año, mientras que un 8,9 por ciento las ha experimentado continuamente o con mucha frecuencia. "Esto quiere decir que el 44 por ciento de los jóvenes ha pensado en ello alguna vez. Esto es un problema social muy grave de nuestra sociedad", ha lamentado Lorenzo Cooklin.
Por el contrario, el 52,8 por ciento ha asegurado que nunca ha experimentado ideas suicidas, un dato que desciende respecto al 2019, cuando el 56 por ciento respondió lo mismo. "El grupo de jóvenes de 15 a 19 años, antes y después de la crisis del COVID, ha pasado de ser el que menos ideas de suicidio experimentaba en el año 2019, a ser el segmento de jóvenes que más las experimenta y con mayor frecuencia en el año 2021", ha confesado Beatriz Martín.
Respecto al género, entre las mujeres jóvenes es más habitual experimentar ideas de suicidio pero, sin embargo, la frecuencia es mayor entre hombres, con un 9,6 por ciento frente al 7,8 por ciento de ellas que las sufren continuamente o con mucha frecuencia.
Al ser preguntados los jóvenes por los problemas de su generación, los encuestados mencionan la precariedad laboral, el paro y los bajos salarios como principales inconvenientes. Así pues, el 63 por ciento afirma que lo que más les preocupa es el trabajo o los estudios, siendo las mujeres las principales protagonistas con un 72,8 por ciento de ellas que lo asegura y, en el caso de los hombres, con un 53,8 por ciento.
En el caso concreto del trabajo o los estudios, el colectivo más joven (15-19) son los más preocupados mientras que, por su parte, el colectivo más mayor (25-29) está más preocupado por su situación económica.
La situación futura tampoco es positiva. El 71 por ciento apuesta que España irá a peor (34%) o que se mantendrá igual (37%). Por su parte, el 23 por ciento creen que España mejorará.
Anna Sanmartín es la responsable de Investigación de la FAD Juventud y coautora del estudio. Para ella está claro el papel de la pandemia de covid-19 en estos datos tan preocupantes, “si los comparamos con el estudio previo que se hizo en 2019 lo que ha habido en medio es una pandemia, algo que incidido claramente en las repuestas”.
Hay que tener en cuenta añade, que se trata de una preocupación “no solo por la salud o la pérdida de un ser querido, sino también por las consecuencias derivadas de los problemas económicos que han venido a sumarse a crisis previas”.
Sobre las ideas suicidas entre los jóvenes, Sanmartín llama a realizar una lectura prudente de los datos contemplados en el barómetro: “hay que leer con cuidado este porcentaje porque estamos hablando de una frecuencia que va de va de en alguna ocasión o muy frecuentemente, aunque es verdad que son datos preocupantes que desconciertan.
Esta experta nos recuerda que “son edades muy jóvenes en un contexto de crisis sociosanitaria con enormes dificultades e incertidumbre ante un futuro de precariedad laboral y, obligados a estudiar a distancia, justo en una etapa de la vida a la que tienen que enfrentarse a muchos retos de transición vital y donde ha habido mucho aislamiento. Se trata de edades en las que son muy importante las relaciones con los iguales que han estado bastante limitadas”.
Para Javier Urra, exdefensor del Menor y psicólogo, detrás de los datos aportados por el ‘III Barómetro Juvenil. Salud y Bienestar' se esconde la falta entre los jóvenes de “una razón para vivir”.
Urra coincide en que “el confinamiento y la pandemia han dañado a todos, a los jóvenes también. Hay que señalar que hay muchísimos jóvenes que se sienten solos., aunque existe la percepción generalizada de que la soledad es una cuestión de las personas mayores"
También apunta a cierto grado de responsabilidad de las redes sociales: “hay una cosa en la red social que es muy peligrosa ya que, igual que en algunas se difunden contenidos proanorexia, en otras se impulsan actitudes autolesivas como forma de responder a contratiempos como los padres o profesores les lleven la contraria”, aunque puntualiza que en ningún caso esto es una puerta abierta al suicidio, sino que son dos versiones y dos conceptos distintos”.
Este experto cree que “estamos educando a jóvenes que son como el cristal: duros pero frágiles, por lo que es importante saber que hay que prepararlos para la vida, incluida la alegría y el sufrimiento y eso no se está haciendo”.
“Tampoco hay respuestas desde la Sanidad Pública a estos problemas –recuerda--, por la falta de tratamientos infanto-juveniles y la escasez de especialistas pediátricos para abordarlos más allá del uso de psicofármacos”.
Urra acaba de publicar su último libro, titulado: 'El ser humano, un ser espiritual'. En él aborda cuestiones como estas en las que defiende que “a la sociedad le está fallando una pata esencial que es la espiritualidad que no es religiosidad, se trata del contacto con la naturaleza, el compromiso con los demás, el no pedir a la vida más de lo que la vida puede dar, estar con la gente que sufre. Pero es esa búsqueda de la felicidad, ese confundir el ser cliente con ser puramente consumidor o consumidor y cliente en vez de ciudadano, lo que nos está llevando a un vacío existencial que genera a veces depresión, neurosis o trastornos de la personalidad o chicos obsesivos compulsivos.
Y concluye “hay mucho de la enfermedad mental de no reconocimiento de uno mismo o de sentir lo diferente como estigmatizante. Hay que tener en cuenta que 1 de cada 4 personas va a tener trastornos de salud mental graves a lo largo de su vida y que el 70 % de la etiología de los problemas de salud mental hunden sus raíces en menores de 24 años. Es decir, que o tratas a los menores de 24 o difícilmente luego vas a poder abordar problemas que se enquistan después”.