La Fundación Alcohol y Sociedad ha realizado un listado de las quince “cuestiones clave” que debemos saber sobre el alcohol, en especial los adolescentes, ya que casi el sesenta por ciento de los jóvenes , según los últimos datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.
La Fundación ha considerado como primer punto esencial conocer la definición de la sustancia, aportado en su página web: “Nombre común del compuesto químico llamado etanol, el alcohol se consume con bebidas como cerveza, vinos, licor, whisky, ginebra, ron y otros. Muy soluble en agua, no lo es tanto en grasas. Su estructura molecular se compone de carbono, hidrógeno y oxígeno”.
Según el Ministerio de Sanidad en España, los adolescentes empiezan a consumir alcohol alrededor de los 13 años. Esto entre otras cosas se debe a que se encuentra muy presente en el tiempo libre y en sus relaciones sociales. En este sentido el Ministerio informa de que el 75,1% de los adolescentes de 14 a 18 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida, 6 de cada 10 adolescentes se han emborrachado alguna vez en su vida y 1 de cada 3 lo ha hecho en los últimos 30 días.
Por este motivo FAS informa de los riesgos que pueden padecer los adolescentes al consumir alcohol en exceso. Algunos de los factores a los que afecta la sustancia son: el crecimiento, la nutrición o el desarrollo de la personalidad. También reduce las capacidades de aprendizaje, las habilidades sociales e intelectuales, influye en la sexualidad e independencia personal entre otros.
El alcohol en cada bebida se mide por su graduación o porcentaje de alcohol puro que contiene, es decir, por su concentración por 100 ml. La Unidad de Bebida Estandar o UBE indica a qué cantidad de alcohol equivale cada copa. De esta manera un chupito equivale a 1 UBE (10gr. de alcohol puro por 31ml), una caña equivale a 1 UBE (10 gr de alcohol puro por 250 ml), una copa de combinado son 2 UBE (20 gr de alcohol puro por 62,5 ml), una jarra de cerveza son 2 UBE (20 gr de alcohol puro por 500 ml), una copa de vino es 1 UBE (10 gr de alcohol puro por 100 ml), una copa de destilado son 2 UBE (20 gr. de alcohol puro por 62,5 ml).
El alcohol, tomado en exceso actúa como una sustancia depresora que afecta al Sistema Nervioso Central, y que provoca la conocida Intoxicación Alcohólica o borrachera.
Debido a su bajo peso molecular, el alcohol no requiere de un proceso de digestión y es absorbido directamente en su estado original a través de la pared del intestino delgado y de la mucosa estomacal.
Existen estos grupos en relación al consumo de alcohol por eso desde la Fundación Alcohol y Sociedad, recalcan su lucha contra determinados consumos inadecuados y abogan por el “consumo cero” de grupos de riesgo como menores, conductores o embarazadas. Por su parte promueven el consumo moderado en adultos sanos.
La alcoholemia se puede definir como los gramos de alcohol puro por litro de sangre circulante. La alcoholemia aumenta en relación con el volumen de alcohol ingerido y según la graduación de la bebida, cifra está última que corresponde al porcentaje de alcohol puro que contiene dicha bebida, es decir, su concentración por cada 100 ml.
La absorción por sangre es rápida: el alcohol entra en el riego sanguíneo en 5 minutos y alcanza sus máximas concentraciones en sangre en un tiempo estimado de 30 a 90 minutos.
La ingestión de bebidas alcohólicas en ayunas favorece un rápido paso del alcohol al torrente sanguíneo, mientras que el beber durante o tras una comida (sobre todo si contiene grasas) hace que el alcohol llegue a la sangre más lentamente, por lo tanto se alcanza un nivel de alcoholemia menor. Con el estómago lleno, las enzimas encargadas de degradar los alimentos tendrán más tiempo para actuar sobre el alcohol.
El alcohol se diluye en el cuerpo en proporción a la cantidad de agua que el cuerpo posea. El cuerpo de las mujeres contiene una menor proporción de agua y mayor de grasa que el de los hombres, por tanto el alcohol queda más concentrado en el cuerpo femenino, alcanzando un mayor nivel de alcoholemia que los hombres a igual cantidad de alcohol ingerido.
Por esta razón, la fórmula para medir la alcoholemia cambia según lo sexos.
Así, en los hombres: Gramos de alcohol puro de bebida
Peso en Kg x 0,7
En las mujeres: Gramos de alcohol puro de bebida
Peso en Kg x 0,6
El hígado actúa como una depuradora particular, transformando el 90% del alcohol en sustancias asimilables por nuestro organismo. El restante 10% se elimina directamente mediante la espiración, la transpiración corporal, la orina, las lágrimas y la leche materna. El alcohol se metaboliza más lentamente de lo que se absorbe, por lo que hay que controlar su ingestión. Se trata de evitar que se acumule en el cuerpo y cause embriaguez.
Sea cual sea la cantidad de alcohol consumido, el hígado metaboliza una media de 8-10 gramos de alcohol por hora en hombres y un poco menos en mujeres.
La ingestión de grandes cantidades de alcohol puede llegar a provocar un colapso hepático.
Principalmente a los siguientes afecta al Sistema Nervioso Central. Un exceso de alcohol circulando en sangre provoca: temblores, lentitud en el pensamiento, problemas de concentración, amnesia o falta de memoria, cambios en el estado de ánimo, mareo y vértigos.
Por otro lado al corazón, pudiendo sufrir insuficiencia cardíaca presentando síntomas como: palpitaciones y dificultad para respirar; hinchazón en piernas, abdomen o alrededor de los ojos; dificultad para realizar ejercicio y esfuerzo físico en general; y, por último, taquicardia e infartos.
También el estómago con la irritación de las vías digestivas, provocando gastritis y secreción de ácidos que originan úlceras.
El Páncreas también se puede ver afectado por la inflamación que provoca en este órgano se manifiesta con: nauseas, vómitos, fiebre, malestar general y mucho dolor.
Por último pero no menos importante, el intestino. Debido a los trastornos que provoca en la absorción de vitaminas, glúcidos y grasas, el alcohol puede provocar desnutrición.
Pueden darse trastornos de ansiedad, de la personalidad, aumento de la agresividad, así como absentismo y disminución del rendimiento laboral. Además, puede provocar alucinaciones, esquizofrenia, amnesia y abuso de drogas.
El conjunto de síntomas que aparecen cuando una persona acostumbrada a ingerir grandes cantidades de alcohol, deja de hacerlo bruscamente. El alcohol es una sustancia exógena a la que se acostumbra el cerebro. Cuando la persona deja de tomarlo, su organismo queda descompensado y tiene que adaptarse a la nueva situación, lo que provoca un aumento brusco en la excitabilidad de las neuronas.
De esta forma, el cuerpo se siente mal y aparecen los síntomas del Síndrome de Abstinencia que, principalmente, son: vómitos, náuseas, dificultad para controlarse, temblores, taquicardias, dolores de cabeza, insomnio, depresión, ansiedad, alucinaciones (delirium tremens), alteraciones del pensamiento e, incluso, el riesgo de muerte.
La adaptación del organismo a una sustancia como el alcohol, de manera que cada vez necesita consumir más para sentir los mismos efectos que antes alcanzaba con una cantidad menor.
Siempre, incluso cuando el nivel de alcoholemia se encuentre por debajo de la tasa legal permitida. Conducir alcoholizado incrementa la posibilidad de sufrir un accidente porque se producen trastornos como la pequeña disminución en los reflejos y la euforia. Además de trastornos motores, subestimación de la velocidad, aumento del tiempo de respuesta, falta de coordinación o pérdida de agudeza visual.
El consumo de bebidas alcohólicas durante el embarazo puede afectar al desarrollo del feto. Durante los tres primeros meses, un consumo abundante, con picos de concentración en sangre, puede lesionar los órganos y el sistema nervioso del feto en desarrollo.
Durante la lactancia, al igual que durante el embarazo, lo mejor es no beber nada de alcohol. El alcohol que circula por la sangre de la madre pasa a la leche y puede provocar en el bebé irritabilidad, alimentación deficitaria y trastornos del sueño. También se reduce la cantidad de leche que se produce.