Vivir con anorexia nerviosa: el infierno de Rodrigo y Nerea con esta enfermedad
Para identificar un trastorno de anorexia nerviosa debemos prestar la misma atención a los síntomas psicológicos que al cambio físico
“La anorexia nerviosa es como una montaña rusa, a veces piensas que estás curado y de repente te entran ganas de llorar porque tus amigos quieren ir a cenar pizza y tú te ves gordísimo en el espejo"
Cuando leemos la palabra ‘anorexia nerviosa’, es habitual imaginar a una mujer de unos veinte años con delgadez extrema y una obsesión insana respecto a su peso. Este estereotipo puede inducirnos a dos errores. El primero de ellos es la invisibilización de los hombres con trastornos del comportamiento alimenticio. El segundo error es la asociación errónea –y peligrosa– de la anorexia nerviosa con la delgadez, cuando no siempre es así.
Según la Asociación Española de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (AETCA), el 70% de los adolescentes se siente a disgusto con su cuerpo. Este pensamiento generalizado guarda relación con los cánones de belleza de nuestra sociedad. Cremas anticelulíticas en el supermercado, revistas señalando y criticando las estrías de famosas, acoso y derribo hacia las mujeres con un cuerpo que se aleja de lo normativo e influencers promocionando dietas restrictivas. Todo ello es el caldo de cultivo ideal para que, según la AETCA, 6 de cada 10 mujeres afirmen que serían más felices si estuvieran delgadas.
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¿La obsesión con la delgadez afecta menos a los hombres?
Según los datos, el 90% de las personas que padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaria son mujeres de entre 12 y 30 años.
Esto refleja por un lado la presión que experimentan las mujeres para tener un cuerpo socialmente validado, pero también supone un problema: son muchos los hombres que padecen problemas alimenticios sin recibir ni diagnóstico ni tratamiento.
Rodrigo, de 23 años, fue uno de ellos. “A los 14 años adelgacé muchísimo, pero todos pensaron que había pegado el estirón. En realidad, tenía anorexia nerviosa”, relata.
“Dejé de comer y todos los días salía a correr. Llegué a pesar 41 kilos midiendo 1,78. Ahora veo las fotos y parece que en cualquier momento mis piernas se iban a romper. Tenía la cara pálida y súper chupada, y nunca sonreía. Estaba muerto en vida”. Sin embargo, nadie se dio cuenta de lo que Rodrigo estaba viviendo.
“Al año siguiente, mis tíos vinieron de vacaciones y se quedaron en mi casa. Mi tía es psicóloga y se dio cuenta de que algo no iba bien. Habló conmigo y lo negué todo. Me cabreé muchísimo y estuve esas semanas sin hablar con ella”, recuerda. “Le dijo a mi madre que quería convencerme para que fuese yo quien lo dijese, pero que había visto que yo no estaba bien. Cuando era la hora de comer, me marchaba con excusas. Nunca acababa el plato. Decía que me dolía la tripa o que había comido algo con amigos. Tenía claro que o era bulimia o era anorexia nerviosa, y que por mi peso pintaba más lo segundo”.
La madre de Rodrigo decidió acudir a un psicólogo, y durante ocho años ha estado recibiendo tratamiento de forma intermitente. “La anorexia nerviosa es como una montaña rusa. A veces piensas que estás curado y de repente te entran ganas de llorar porque tus amigos quieren ir a cenar pizza y tú te ves gordísimo en el espejo”, comparte. “Por suerte llevo años sin ningún ingreso y cada vez gestiono mejor mi miedo a engordar. Poco a poco estoy mejor, pero sin confiarme”.
¿Cuál es la diferencia de la anorexia y la anorexia nerviosa?
Para entender a quienes padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaria, es necesario diferenciar la anorexia como síntoma de la anorexia nerviosa como trastorno.
- La anorexia como síntoma
La anorexia es un síntoma de muchas condiciones médicas o psicológicas que provocan pérdida de peso. Por ejemplo, enfermedades digestivas, insuficiencia cardíaca, hipertiroidismo, algunos tipos de cáncer, SIDA, depresión, etc.
Se caracteriza por un peso muy bajo, fragilidad en el pelo, uñas y piel, frío en las extremidades, dolor estomacal, tensión baja y anemia, entre otros síntomas.
¡Ojo! Estos síntomas no son buscados por la persona, sino consecuencia de una enfermedad física o trastorno psicológico.
- La anorexia nerviosa como trastorno
Cundo hablamos de anorexia nerviosa, entra en juego nuestra autopercepción. Quienes padecen este trastorno buscan la delgadez mediante dietas muy restrictivas, ejercicio físico excesivo, provocándose el vómito o utilizando laxantes.
A mayores, tienen un miedo irracional a engordar. Por eso se pesan constantemente y comparan su cuerpo con fotografías antiguas o con otras personas.
Esto se debe a una alteración de la percepción corporal. Consideran que pesan más de lo que en realidad pesan y a la hora de estimar su silueta, les cuesta emitir un juicio realista. Además, tienen dificultades para reconocer la gravedad de sus conductas restrictivas.
A la alteración de la autopercepción le sumamos una influencia desproporcionada del peso en la autoestima. En otras palabras, consideran que ser delgado o delgada es ser feliz.
¿Cómo se detecta la anorexia nerviosa?
Para identificar un trastorno de anorexia nerviosa debemos prestar igual atención a los síntomas psicológicos que al físico como tal. Por eso es fundamental eliminar la creencia de que los Trastornos de la Conducta Alimenticia siempre van ligados a un peso bajo.
Nerea, una joven de 24 años, no recibió un diagnóstico hasta noviembre de 2019. Pese a manifestar síntomas de Anorexia Nerviosa desde que cumplió 16 años, siempre se mantuvo en un peso normativo. Sus amigos, familiares y médicos no eran conscientes de que algo iba mal, y en consecuencia el trastorno se cronificó durante años. “En primero de bachillerato empecé a tener problemas con mi cuerpo. No sabría decir cuál fue el detonante, pero en aquella época mi madre superó un cáncer pulmonar y adelgazó mucho. Recuerdo que mis tías le decían lo guapísima que estaba y yo flipaba. A lo mejor eso fue lo que me provocó la obsesión con la delgadez, no lo sé”, reflexiona.
“Fui a un bazar y me compré una faja de la talla XS. Yo pesaba 68 kilos en aquel momento. Me ponía la faja para que no se me marcasen los michelines”, relata. “Lo pasaba fatal cuando iba de compras con mis amigas y entraban en mi probador. Me inventaba excusas para estar yo sola porque no quería que viesen mi faja”.
“Fui a mi médica de cabecera y me dijo que no podía hacer nada porque no cumplía el requisito del peso bajo”
Con el tiempo, Nerea empezó a limitar su alimentación. “No desayunaba y a veces me mareaba en clase. Luego en el recreo me tomaba algo. También intentaba controlar mucho lo que comía, pero como iba a casa de mi abuela al final era lo que ella me ponía en el plato. Si se descuidaba igual tiraba comida. Luego por la noche a veces mis padres no estaban porque salían de trabajar tarde, así que les mentía diciendo que ya había cenado”.
“Como nunca bajé de 50 kilos, nadie se daba cuenta de que tenía anorexia nerviosa”, confiesa. “Cuando acabé la universidad me di cuenta de que necesitaba ayuda, pero fui a mi médica de cabecera y me dijo que no podía hacer nada porque no cumplía el requisito del peso bajo”.
La reacción de su médica hizo que Nerea pospusiese el tratamiento por miedo a un nuevo rechazo. “El año pasado fui a un psicólogo especializado en trastornos de la conducta alimenticia y por fin pusieron nombre a lo que me pasaba. Sigo sintiendo una necesidad de ser delgada que me impide ser feliz, pero por primera vez en mi vida sé que hay salida”.
¿Cuál es el tratamiento de la anorexia nerviosa?
El tratamiento de la anorexia nerviosa es multidisciplinar. En otras palabras, intervienen psicólogos, psiquiatras, médicos y nutricionistas.
Los objetivos son:
- Rehabilitación nutricional. Para ello es necesario corregir patrones alimentarios insanos, alcanzar un peso saludable, gestionar las secuelas de la malnutrición y modificar la alteración de las señales de hambre y saciedad.
- Intervención psicosocial. Se centra en mejorar el funcionamiento interpersonal de la persona. Por ejemplo, que se sienta más cómodo hablando de sus problemas con sus padres, que no recurra a foros de Internet donde se promueve la anorexia, que salga con sus amigos, etc.
- Exposición a los alimentos prohibidos. Para muchas personas comer un plato de pasta es lo más normal del mundo. Para alguien con anorexia nerviosa, no. Por eso es importante que pierdan el miedo a aquellos alimentos que son ricos en carbohidratos complejos y grasas buenas, así como aprender que no pasa nada por comer esporádicamente comida basura.
- Tratamiento con la familia. En algunos casos, los padres promueven ciertos hábitos poco sanos. Por eso es importante enseñarles a respetar la autonomía y la privacidad de sus hijos, a no hacer comentarios sobre su físico y, sobre todo, a no presionarles.