La transición al verano: es o no verdad que los 30 grados de temperatura pueden ayudar contra el coronavirus
Varios estudios establecen que los virus con un 'envoltorio' de lípidos, como la gripe y el Covid-19, se debilitan en verano
También la humedad podría influir en su permanencia en el ambiente, debilitándolo cuando aumenta drásticamente
Como ocurre con otros virus, los respiratorios no actúan de igual manera con frío que con calor. Si bien recientemente hemos sabido que el Covid-19 es capaz de permanecer unas 3 horas suspendido en el aire gracias a un estudio publicado en 'The New England Journal of Medicine', ahora una nueva investigación especifica que su propagación no será la misma a medida que vayamos acercándonos al verano.
La varicela amenaza más en primavera, el polio en verano y la gripe en invierno. Son virus diferentes y por tanto cada uno prefiere una estación para afectar a nuestro sistema inmune. En el caso del Covid-19, y dado que es algo nuevo para nuestro cuerpo, es cierto que la temperatura no tendrá tanta influencia en cómo lo recibirá nuestro organismo, pero sí en la velocidad a la que se extenderá.
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¿Qué ocurre por ejemplo con la gripe?
Para estudiar la afección del coronavirus los científicos miran mucho cómo actúa otra infección viral, la influenza o gripe. En su caso, está demostrado que los casos tienden a disminuir entre mayo y julio, cuando hace más calor. Y, aunque queda mucho por estudiar, puede la clave la encontremos más en cómo se comporta el virus fuera de nuestro cuerpo, no dentro de él.
Esto es lo que enuncia una reciente publicación de la revista 'Science', en palabras del virólogo Neal Nathanson, de la Universidad de Pensilvania: "El material genético de algunos virus está empaquetado no solo en una proteína de la cápside, sino también en una membrana llamada envoltura, que generalmente está hecha de lípidos. Interactúa con las células huésped durante el proceso de infección y ayuda a esquivar los ataques inmunes. Los virus con 'sobres' son más frágiles y vulnerables a condiciones adversas", dice Nathanson, refiriéndose, por ejemplo, "al calor y la sequedad del verano".
La gripe, como decimos parecida en muchos aspectos al Covid-19, tiene una clara estacionalidad, siendo más activa en invierno. Otro aspecto que se ha observado antes de la crisis mundial por el coronavirus en el caso de la gripe, virus que cuenta con esa envoltura que menciona Nathanson, es que se debilita cuando aumenta la humedad. "Hay algo en el sobre de lípidos que es más frágil cuando la humedad cambia bruscamente", comentaba en 2018 Sandeep Ramalingam, virólogo de la Universidad de Edimburgo.
¿Y con el SARS y el MERS?
Pero el asunto no es tan sencillo en este caso. Al buscar respuestas en el SARS, que surgió a finales de 2002, resulta complicado encontrar estacionalidad. Es cierto que fue expulsado de la población humana en el verano de 2003, pero en su caso no fue tanto por la temperatura sino más bien debido a los esfuerzos de contención.
En el caso del MERS, saltó de camellos a humanos y se han dado brotes en hospitales, sí, pero nunca ha extendido la transmisión de persona a persona como el Covid-19, ni circuló el suficiente tiempo como para observar una tendencia estacional.
Además, como indicábamos al principio, el coronavirus es un desconocido para nuestro cuerpo y, por tanto, lo más seguro es que sigamos siendo vulnerables a él cuando llegue el verano. Es fundamental, por tanto, que se evite el contacto entre personas para no extenderlo, como se hace actualmente con la cuarentena.
¿Por qué es tan importante saber esto?
Entre otras cosas, conocer qué época del año y en qué hora del día nuestro sistema inmunológico es más 'eficaz' ayudaría a administrar las vacunas (cuando lleguen). No obstante, queda mucho por investigar en cuanto al comportamiento del virus con diferentes temperaturas, humedad y duración del día.