Va con nosotros de aquí para allá, nos mantiene entretenidos y no nos deja descansar. Nos metemos con él en la cama y nos quita el sueño. Durante el día ocupa nuestro pensamiento entre chats, redes sociales, fotos. Es el móvil y el vamping. Un hábito que ha cambiado el ritmo del sueño del 81,5 por ciento de los jóvenes. Porque las pantallas lo que hacen es activar regiones que controlan nuestros ritmos biológicos, de alguna manera le estamos diciendo a nuestro cerebro que es hora de estar despiertos y no es hora de ir a dormir. Los ciudadanos lo reconocen. "Hay veces que me pongo como más nerviosa y me cuesta más coger el sueño. Noto que no duermo nada, me cuesta dormirme una barbaridad".
Seguro que druante el coronavirus has recurrido más de una vez al móvil, la tablet o el ebook porque no podías dormir. En ese caso, debes saber que además, de no conseguir dormir y empeorar la calidad de tu sueño, puedes engordar. Es lo que explican los expertos de la Universidad de Navarra, que advierten de los riesgos para la salud del ‘vamping’, esa tendencia de conectarnos a la hora de dormir.
El término ‘vamping’ surge de las palabras inglesas ‘vampire’ y ‘texting’. Con el confinamiento cada vez más gente se ha sumado a esta tendencia de usar las nuevas tecnologías antes de ir a la cama que “tiene efectos negativos para la salud” porque “la luz de las pantallas afecta a la calidad del sueño y a nuestro rendimiento”, según la neuróloga Ángela Milán, miembro de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra.
La luz que emiten las pantallas hace que nuestro cerebro entienda que aún es de día y no emita la melatonina, la hormona que regula el ciclo del sueño y que nos ayuda a conciliarlo. El cerebro empieza a emitir la melatonina dos o tres horas antes de irnos a dormir.
“Sin embargo, si utilizamos aparatos electrónicos con luz, el cerebro entiende que aún es de día y no segrega esta hormona, ya que la luz detiene la producción, por lo que retrasamos el inicio del sueño y dormimos menos horas, lo que llamamos insomnio tecnológico”, explica la especialista de la Unidad del Sueño.
Pero el vamping no ha llegado con el confinamiento. Aunque es un fenómeno nuevo hace tiempo que va en aumento entre los adolescentes, incluso entre los niños, que cada vez tienen móvil a edades más tempranas. La edad media con la que los chavales reciben su primer teléfono es los 13 años según el informe ‘El Impacto de las pantallas en la vida familiar’. Los expertos de la Universidad de Navarra advierten de que la producción de melatonina se reduce en niños hasta un 90% más que en el adulto por el uso de las pantallas.
Además de influir en la cantidad y en la calidad del sueño, la alteración en la segregación de la melatonina influye en el apetito. “La inhibición de la producción de la melatonina aumenta la producción de neuropéptidos, que estimula nuestro apetito y la apetencia por alimentos más grasos y dulces. Si no respetamos nuestros ciclos de sueño y, además, utilizamos pantallas antes de dormir, alteramos el proceso natural. Tendremos más hambre, nos apetecen más dulces y, por tanto, engordamos más”, explica María Alija, endocrinóloga pediátrica.
“Diversos estudios muestran que dormir entre tres y cinco horas menos de lo habitual lleva a consumir 385 calorías más al día”, afirma la doctora Alija que señala que “así se aumenta de peso si se produce de forma prolongada”.
Además, la reducción de horas de sueño provoca que aumente el cansancio y, por tanto, no estaremos tan activos, algo que, a largo plazo, también afectará al peso.
“Al dormir, no solo importa la cantidad de horas, si no la calidad de nuestro sueño en todas las etapas. Los especialistas aseguran que es necesario descansar adecuadamente para rendir con eficacia, pensar con claridad, asentar la memoria y reaccionar con agilidad. Pero, además, un sueño óptimo previene de sufrir enfermedades como infartos, ictus o depresiones”, explica la doctora Elena Urrestarazu, especialista de la Unidad del Sueño.