Normalmente no les vemos, aunque siempre están ahí. Son esas personas que limpian e higienizan los lugares públicos por los que pasamos todos los días. Limpiadoras y porteros que en esta crisis sanitaria se vuelven indispensables. Gente como Valentina, que ayer recibió el aplauso del Congreso de los Diputados, mientras limpiaba y desinfectaba el atril de oradores.
Estos días les vemos con mascarilla y guantes y llevando a rajatabla las medidas higiénicas de seguridad. Jugándose el tipo para mantener todo desinfectado. Es el caso de Carmen, que trabaja como limpiadora en La Paz. La vemos empujando su carrito y admitiendo que cuando vuelve a casa tiene que tener "mucho cuidado".
Otras comentaban como estos días la gente se paraba para agradecerles su trabajo. Una labor indispensable que realizan porteros como Arturo, que diariamente limpia las zonas comunes de su edifico. Además, estas figuras juegan un papel fundamental en edificios con gente mayor. Se acercan para ver como se encuentran y ayudar en lo que puedan.
Son ejemplos de heroísmo anónimo y cotidiano que vemos estos días de crisis. Tintorerías limpiando gratis ropa de sanitarios y policías, conductores de autobús que siguen haciendo sus rutas o sanitarios plantando cara directamente al virus sin los medios adecuados. Todos ellos, merecen un aplauso y un gesto de solidaridad.