Pocos minutos después de que Vladimir Putin anunciara la vacuna rusa contra el Covid-19, las reacciones cayeron en cascada. Desde la OMS, hasta científicos e investigadores británicos y estadounidenses que ponen en duda la efectividad y la seguridad de la vacuna registrada por el Kremlin.
El portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, que aseguró que la organización estaba en contacto con las autoridades rusas y de otros países para analizar los progresos de las distintas investigaciones de vacunas, señaló que esta vacuna rusa, como el resto, deberán seguir los trámites de precalificación y revisión establecidos.
“Que los rusos se estén saltando tales medidas y pasos es lo que preocupa a nuestra comunidad de científicos de vacunas. Si se equivocan, podría socavar toda la empresa mundial“, alertó Peter Hotez, especialista en vacunas del Baylor College of Medicine en Houston, Texas.
Varios científicos cuestionan severamente la vacuna rusa por ser peligrosamente apresurado. “Rusia no ha completado grandes ensayos para probar su seguridad y eficacia, y el lanzamiento de una vacuna no examinada adecuadamente podría poner en riesgo a las personas que la reciben”, adelantan los investigadores en la revista científica Nature.
Hotez espera que la vacuna Gamaleya provoque una respuesta inmune decente contra el SARS-CoV-2. “La hazaña técnica de desarrollar una vacuna COVID19 no es muy complicada”, explica. “La parte difícil es producir estas vacunas bajo un paraguas de calidad - control y garantía de calidad - y luego garantizar que las vacunas sean seguras y que realmente funcionen para proteger contra COVID19 en grandes ensayos clínicos de fase III”.
En la misma línea se ha expresado Danny Altmann, inmunólogo del Imperial College London, que subrayó lo poco que se conoce sobre las prueba de fase III para la vacuna Gamaleya. “Simplemente no he logrado encontrar ningún detalle publicado de algún protocolo”. Espera que el ensayo esté siguiendo de cerca las respuestas inmunitarias de los participantes y esté atento a los efectos secundarios.
A Altman le preocupa que la vacuna pueda causar una enfermedad agravada que ocurre cuando los anticuerpos generados por la vacuna transportan el virus a las células, después de la exposición al virus. Otro problema podría ser una reacción inmunitaria similar al asma que se convirtió en un problema con algunas vacunas experimentales contra el virus del SARS (síndrome respiratorio agudo severo). Detectar estas reacciones requeriría comparar miles de personas que recibieron una vacuna o un placebo y potencialmente se expusieron al SARS-CoV-2, según el artículo de la revista Nature que recoge todas las reacciones críticas de científicos sobre la vacuna Gamaleya.
“No estoy seguro de lo que está haciendo Rusia, pero ciertamente no tomaría una vacuna que no haya sido probada en la fase 3”, aseguró Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, de Nueva York, en un tuit. “Nadie sabe si es seguro o si funciona. Están poniendo en riesgo a los trabajadores de la salud y a su población“.
En su anuncio, Putin dijo que el regulador ruso había aprobado una vacuna COVID-19 desarrollada por el Instituto de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya en Moscú, aunque aún no se habían completado los ensayos de fase III de la vacuna. Esta fase implica administrar una vacuna o un placebo a miles de personas y luego seguirlas para ver si la vacuna previene la enfermedad. También permiten a los investigadores confirmar la seguridad de la vacuna y buscar efectos secundarios menores, que pueden haberse pasado por alto en ensayos más pequeños y en etapas anteriores.