Conforme los casos de coronavirus siguen al alza a escala mundial, hay personas reacias a llevar mascarilla y, a la vez, nos encontramos a gente que lleva dos. Sin embargo, este gesto, además de ser un derroche, puede ser contraproducente.
Si las mascarillas son homologadas Cualquiera de ellas cumple su misión, en especial las FFP2 y las FFP3. En realidad, llevamos mascarillas para proteger a los demás. Si todos las llevamos correctamente, se evita la propagación del contagio.
Añadir mascarillas extra puede hacer que respiremos con mayor dificultad. Incluso hay gente que se coloca dos quirúrgicas en sentido inverso, ignorando que la parte azul o verde (que es impermeable y evita gotículas) siempre debe ir hacia afuera y la blanca (que absorbe la humedad del aliento) hacia dentro.
En realidad, lo más importante es llevar la mascarilla bien colocada. Además, no solo hay que ponerse este sistema de protección, también es necesario cumplir con otras medidas, como el lavado de manos y el distanciamiento social.
Hay personas que no consiguen un ajuste adecuado de la mascarilla, para las cuales sí sería conveniente llevar dos. Así conseguirían que quedaran selladas alrededor del rostro.
"Si combinas varias capas, comienzas a tener una eficiencia bastante alta para bloquear la salida de los virus y su entrada", explica Linsey Marr, experta en transmisión de virus del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia en The New York Times.
También los profesionales sanitarios llevan una mascarilla quirúrgica sobre una FFP2. Lo hacen para ahorrar costes, si sufren salpicaduras, pueden retirar la primera y seguir usando la segunda más horas. No lo hacen para aumentar la eficacia, sino por un motivo económico.
Eso sí, si se opta por usar doble mascarilla no hay que manipular ninguna de ellas. No se deben cortar las gomas, ni graparlas, ya que pueden perder eficacia.