La pandemia por el nuevo coronavirus está poniendo en valor la capacidad de todos los ciudadanos de España a convivir en casa. Son varios los colectivos que se pueden encontrar ante una situación de enorme estrés, como los sanitarios o las autoridades, pero estar en familia tanto tiempo tampoco es tarea fácil.
El aislamiento forzado de la población en China para contener al coronavirus sacó a la luz las tensiones domésticas. Según el periódico estatal Global Times, la ciudad de Xi'an ha vivido un repunte de las demandas de divorcio espectacular.
No somos chinos, pero nadie esconde que si en los períodos de vacaciones repuntan los divorcios, estar confinados con pareja, aunque sea para una buena causa, puede acabar siendo un "sinvivir". Varios psicólogos explican a Informativos Telecinco una serie de herramientas sobre cómo gestionar emocionalmente una crisis como esta, sin precedentes, y con el miedo y la incertidumbre como ingredientes principales.
“Este fenómeno de hacinamiento “forzado” en los domicilios va a afectar a la convivencia de las familias, generando mayor número de roces, discusiones y conflictos familiares y de pareja”, señala PSICODE.
“La pandemia de coronavirus genera una situación de preocupación generalizada y de ansiedad debido a la incertidumbre, al miedo al posible contagio y a la preocupación no sólo por la salud propia y de los familiares, sino también por la situación laboral y económica de las familias”, añaden.
“Es normal sentir ansiedad, estrés e irritabilidad e incluso padecer problemas de insomnio en esta situación. En la convivencia, la irritabilidad puede producir que tengamos menos paciencia con los niños y con la pareja y en consecuencia mayor número de malas contestaciones y de conflictos que pueden surgir. Esto se agrava por el hecho de que no disponemos de momentos de independencia. El ser humano es sociable por naturaleza pero también necesita sus momentos de evasión y de soledad para desconectar y relajarse”, dicen desde PSICODE.
“Si tuviéramos que dar algunas recetas para la convivencia, diríamos que la primera es interpretar la situación desde el lado más positivo posible para restar tensión al ambiente. Pensar que somos afortunados porque estamos en casa con nuestros familiares cercanos, frente a otras personas que están en la habitación de un hospital o lejos de las personas que quieren”, destacan.
“Es clave que planifiquemos el día siguiente o incluso la semana que tenemos por delante. Distribuir las actividades a lo largo del día: momentos de cuidar y atender a los niños, teletrabajar y espacios de tiempo para estar solos, para llamar a un amigo en privacidad, por ejemplo”, destaca la institución de psicólogos.
La cuestión es estar entretenido, no tener pensamientos negativos, ni anticiparnos a lo que pueda pasar. “Hay que tener una rutina, intentar hacer cosas distintas. Hay que tener una hora para levantarse, hacer teletrabajo, que los niños hagan tareas, la limpieza de casa que apoye... Tener un horario, en definitiva. Quedarte en el sillón mirando la tele no es lo más adecuado”, señala el psicólogo clínico Miguel Ángel Rizaldos Lamoca.
“Podemos hacer esas cosas que pensábamos hacer pero aplazábamos porque no teníamos tiempo. Por ejemplo: estudiar inglés, aprender a tocar la guitarra… Hay cosas que apetecían antes y ahora podemos hacerlas. Los vídeo-tutoriales van a ayudar mucho en esto. Se puede leer, escribir… podemos pensar muchas cosas”, añade el experto.
“Una pandemia de este tipo, es una situación “anormal” a la que debemos adaptarnos y este proceso de adaptación va a generar diferente sintomatología en las personas. Dependerá de sus recursos de afrontamiento y de si padece alguna patología de salud mental previa, el hecho de que se genere un trastorno o no. A nivel psicológico la situación es única, de forma unánime la población comparte las mismas preocupaciones y miedos”, señalan desde PSICODE.
“Todos tenemos miedo. Es una situación muy difícil. Hay que llevarlo lo mejor posible. Va a haber momentos complicados. Tenemos que controlar nuestras emociones. Tendemos mucho a no querer expresar las emociones de tristeza, de enfado, delante de nuestros hijos. Tenemos que expresar la emoción: decir por qué lloramos o estamos tristes, por ejemplo, es muy útil. Así lo regulamos. Contenernos es lo peor que podemos hacer. Es como una olla a presión”, añade Lamoca.
“Todos los actos simbólicos, como salir a aplaudir a las terrazas, me parece que nos puede ayudar a todos a seguir animándonos y seguir hacia adelante. Hay que pensar que cada día que pasa es un día menos que queda de esta situación”, añade Rizaldos.
“Habrá reacciones adversas, es lo esperado. Las formas de reaccionar son muy parecidas entre todos. La situación general es la misma. Estás en casa, no puedes hacer lo habitual y provoca variaciones en nuestro comportamiento. Es verdad que los niños se van a aburrir más y traten de llamar la atención. Hay que tener tranquilidad”, señala el doctor Eduardo Polín, profesor de Psicología en la Universidad Europea
El presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España, Francisco Santolaya, ha advertido este lunes que la ansiedad es "altamente contagiosa” y ha recomendado “planificar conjuntamente las actividades diarias” en el confinamiento domiciliario y “respetar también los momentos de intimidad”.
En una entrevista con la Agencia EFE, Santolaya ha informado de que los colegios de psicólogos de toda España se han puesto a disposición de las autoridades sanitarias, especialmente los sanitarios y aquellos que tienen experiencia en gestión de emergencias, unos 500 en toda España estos últimos.
“Toda la sobreestimulación de noticias e información de coronavirus y el estado de alarma, sólo hace que nos retroalimentemos entre todos y por consiguiente se magnifique todo mucho más. Ese estado de nerviosismo y preocupaciones se contagia y no ayuda en nada a sobrellevar la situación de estar en casa”, señalan las fuentes de PSICODE.
“El aislamiento de por sí, no es bueno, no es nada saludable. Pero ahora es un tema de supervivencia. Tiene que haber las menos secuelas posibles. La información debe ser la mínima y de fuentes oficiales. Nos podemos info-intoxicar”, señala Rizaldos.
Los ERTEs ya son un hecho. Numerosas empresas comienzan a sufrir despidos y las personas, como es comprensible, se angustian. Pero la pandemia pasará, tal y como destacan los expertos. “La recomendación es no dejarse llevar por los pensamientos negativos sobre el futuro del tipo “¿Y si…?”. Estos pensamientos suelen ser catastróficos y generan mucha ansiedad en la persona. Las personas solemos sufrir más por lo que imaginamos que va a ocurrir que por lo que ocurre realmente después. Hay que frenar estos pensamientos y centrarse en el presente. Es un buen momento para empezar a practicar técnicas de meditación basadas en el mindfulness”, señala PSICODE.
“No podemos hacer frente a las dificultades o problemas que aún no han llegado. Es inútil preocuparse por ello porque no podemos resolverlo. Por esta razón, esta preocupación es mejor posponerla a cuando realmente tengamos el problema encima (a cuando estemos viviendo la situación de desempleo o de necesidad económica). La pauta que podemos dar aquí son pensamientos positivos en forma de autoinstrucción: 'Ahora no es el momento, ya me preocuparé cuando llegue porque entonces podré ocuparme de ello'”, continúan.
“Si realmente la persona por preocuparse en este momento puede evitar el problema, entonces adelante ¡que lo piense!, pero si no es el caso, mejor que no gaste energías inadecuadamente, porque su ansiedad le bloqueará y le desgastará emocionalmente”, asegura PSICODE. "La incertidumbre pasa por no estar todo bajo nuestro control. El problema viene por una situación que no depende de nosotros. En la medida de lo posible hay que seguir con una rutina porque esto pasará. Hay que buscar cosas que hacer", añade el doctor Polín.
Los niños: "Suelen ser los que mejor se adaptan a las diferentes situaciones. Y en este caso, aunque no pueden salir de casa, si disponen de la atención de sus padres (que estos días además les dedican tiempo para jugar con ellos, conversar, etc) y si se mantienen sus rutinas de comidas, sueño, juego, etc no tienen por qué manifestar ningún síntoma. Si los padres transmiten calma en sus conversaciones, los menores lo vivirán con mucha tranquilidad”, señala PSICODE.
En la adolescencia: "Lo que más relevancia adquiere son las relaciones sociales con los iguales. Aunque ahora los adolescentes interactúan mucho por redes sociales y on line, el hecho de no poder ver a sus amigos les puede generar sensación de “agobio” al no poder salir de casa. De forma inadecuada pueden interpretar esta situación como una falta de libertad. Eso unido al mayor control de sus padres que estarán en casa junto a ellos, puede hacer surgir mayor irritabilidad. Esto puede unirse a la falta de tolerancia al aburrimiento , presente en muchos adolescentes , lo que puede agravará su sensación subjetiva de malestar ante la situación de aislamiento”, añaden.
Los adultos: "Son los que mayor sintomatología ansiosa pueden presentar al tener muchos pensamientos de preocupación en diferentes áreas de su vida. Preocupaciones por la salud de sus familiares mayores, preocupación por miedo al posible contagio al tener que salir de casa (para comprar alimentos, por ejemplo) , preocupación por su situación laboral y las repercusiones económicas que puede tener en su situación familiar, preocupación por mantener la calma con sus hijos y pareja…”, explican.
Los mayores: "Son el gran colectivo de riesgo ante el coronavirus. En ellos puede surgir el mayor miedo del ser humano y para el que menos preparado estamos: el miedo a la muerte. Además en estos días se sienten más vulnerables porque necesitan mayores cuidados y ayuda por parte de sus familiares. Los mayores que no disponen de una amplia red social ni familiar, pueden sentirse solos y preocupados si tienen que salir de casa”, concluyen desde PSICODE.
1. Interpretar el aislamiento como una decisión que estamos tomando los ciudadanos para evitar que el virus se propague. Es una labor social y un trabajo como sociedad que estamos haciendo unidos. Debemos sentirnos bien de seguir con las recomendaciones y de estar todos juntos en esto.
2. Interpretar el aislamiento como una oportunidad de pasar tiempo con nuestros familiares en el hogar, de charlar, tener momentos de ocio en casa, etc. También podemos aprovechar para tener videoconferencias con otros familiares y amigos y de esa forma relacionarnos y recordarnos los unos a los otros que somos importantes en sus vidas. Con la vida ajetreada que solemos llevar, siempre nos quejamos de la falta de tiempo para las relaciones sociales. Ahora es el momento de las relaciones sociales on line y de los momentos de comunicación familiar.
3. Buscar espacios y momentos de soledad dentro de casa. Buscar el “tiempo fuera positivo” donde cada uno podamos recurrir a ese espacio de la casa para relajarnos, para pensar o para disfrutar del silencio de estar a solas con uno mismo. Así podrán evitarse tantos roces en la convivencia.
4. Planificar los días con rutinas y actividades que ocupen el día. Las rutinas nos dan control y en consecuencia tranquilidad.
5. Reducir los momentos de noticias, audios y vídeos sobre el coronavirus. No estar constantemente exponiéndonos a la misma información porque se convertirá en monotema y sobrecargará emocionalmente el ambiente.
6. Estar activos y evitar el sedentarismo. Vestirnos como si fuésemos a salir de casa, no estar todo el día en pijama, asearnos y hacer ejercicio físico. Aprovechar la generosidad de personas que están ofreciendo clases on- line para “mover el esqueleto” .
7. Tener contacto moderado con las pantallas y realizar otras actividades que no impliquen mayor aislamiento entre nosotros. Cuanta menos televisión, ordenadores, tablets, móviles… mejor. ¿Cómo hubiera sido si esta situación nos hubiera pasado en los años ochenta? Leeríamos, haríamos crucigramas, jugaríamos al monopoly, adivinanzas,…. Por suerte esa opción también la tenemos, sólo es cuestión de pensarlas y hacer un viaje a través del tiempo.
8. Hacer una asamblea familiar para proponer actividades juntos del día siguiente, para conversar y para resolver dificultades que puedan ir surgiendo.