Los confinamientos y las malas posiciones, además de nuestro modo de vida sedentario, son la causa del dolor cervical, tan frecuente en estos tiempos. Se calcula que siete de cada diez personas lo padecen en algún momento de su vida. Y, a veces, esas molestias cervicales derivan en tortícolis. Esto es una contracción muscular prolongada en el cuello que impide que este se mueva con normalidad, provocando mucho dolor.
El dolor muscular puede subir a la cabeza o bajar al hombro o espalda. En bebés y niños suele resultar sencillo de tratar. En caso de volverse crónica, puede presentar entumecimiento y hormigueo, por la presión sobre las raíces nerviosas en el cuello. Los síntomas que presenta suelen ser fáciles de detectar, entre otros podemos apreciar:
No hay una manera definitiva de prevenir la tortícolis pero es recomendable evitar malas posturas, sobre todo a la hora de dormir o realizar ciertas actividades cotidianas. También cabe destacar algunas técnicas de relajación o estiramientos en la zona cervical, que pueden reducir las probabilidades de padecer tortícolis. Finalmente, una pronta detección puede evitar que empeore.
Esto puede aliviar el dolor de cabeza y cuello. El calor permite relajar la musculatura, por lo que la contractura se aliviará y reducirá el dolor. Si es posible, aplicar paños calientes o una almohadilla eléctrica dos o tres veces al día durante 15 minutos. Una buena ducha de agua caliente también es muy efectiva para paliar los dolores.
Esta no debe ser ni muy alta ni muy baja y, en lo posible, debe ayudar a que la curva de la columna cervical esté en una posición normal. Se pueden comprar almohadas cervicales, especialmente diseñadas para proteger esta zona.
Para aliviar las molestias cervicales, algunos especialistas recomiendan practicar la respiración consciente. Muchas veces, la tortícolis viene acompañada de una contracción del diafragma, que juega un papel fundamental en la respiración. Al practicar la respiración consciente, uno hace trabajar al diafragma, por lo que tendrá efectos en toda la musculatura del cuello.
En el caso de tortícolis al nacer se debe estriar el músculo del cuello. En este caso, para niños pequeños y bebés, se realizan estiramientos y posicionamientos pasivos. Si estos tratamientos, que en general son eficaces, no funcionan, hay la opción de cirugía para corregir el músculo.