La tos, cuando se convierte en repetida y deja de ser puntual, es uno de esos gestos indicativos de que algo no va del todo bien en nuestro sistema respiratorio. Ahora se usa incluso para detectar el coronavirus. Se trata de un acto reflejo que puede provocarse de forma voluntaria, pero que surge con frecuencia de forma involuntaria en reacción a la necesidad de expulsar secreciones o liberar a nuestro organismo de elementos extraños que han entrado en nuestras vías respiratorias. La mayoría de las veces se trata de un síntoma sin demasiada importancia, asociado a dolencias tan comunes como un simple resfriado. Sin embargo, conviene conocer los tipos de tos existentes y prestar atención a las reacciones que genera nuestro organismo: la tos puede darnos pistas sobre la presencia de alguna enfermedad grave.
Tener tos no significa necesariamente estar enfermo: todos la experimentamos prácticamente a diario en un momento u otro porque se trata de un mecanismo clave para mantener limpias nuestras vías respiratorias. por ejemplo, la presencia de polvo, un ambiente cargado o contaminado, el humo del tabaco, cambios de temperatura o humedad... pueden provocar tos de forma puntual.
Sin embargo, cuando la tos se convierte en persistente y comienza a molestarnos, es hora de estar atentos a este síntoma para identificar de qué tipo de dolencia estamos hablando.
Lógicamente, ante la presencia de un virus o bacteria en nuestro organismo, la tos aumentará en la medida en la que aumenten las sustancias que expulsar, como es el caso de las mucosidades que segregamos durante este tipo de procesos precisamente para limpiar nuestro organismo. La tos, en este sentido, suele asociarse a enfermedades como la rinitis, la laringitis, la bronquitis, la sinusitis, etc.
También conviene recordar que algunos medicamentos provocan tos, y lo mismo ocurre con las situaciones de estrés o tensión nerviosa. En este último caso nos encontraríamos ante una tos ‘psicológica’ y relativamente voluntaria (aunque puede que no seamos del todo conscientes de ello), no relacionada con ninguna dolencia física, como puede ser un resfriado o una gripe. Al contrario, se trataría de una tos que se genera como forma de alivio o de llamada de atención, por lo que respondería a un proceso muy distinto con respecto a los casos anteriores.
En general, las causas más frecuentes de la tos persistente en niños de hasta 18 meses son el asma, el reflujo gastroesofágico o la existencia de anomalías vasculares. En el caso de adolescentes la tos psicógena, el asma y la sinusitis son las causas más comunes y, en el caso de los adultos, nos encontramos con el goteo posnasal (mucosidad que cae de la nariz hacia la garganta por la parte posterior), el reflujo gastroesofágico y el asma.
En cuanto a los tipos de tos, son los siguientes:
Cada tipo de tos requerirá un tratamiento distinto. En general, existen medicamentos que pueden ayudar a potenciar el efecto de la tos productiva para librarnos cuanto antes de todos los elementos extraños que se encuentren en nuestras vías respiratorias, así como fármacos pensados para cortar de raíz la tos seca y romper con la espiral de irritación y molestias que ésta genera en quien la padece. Del mismo modo, la terapia psicológica puede ser de gran ayuda para quienes sufran tos nerviosa o psicosomática.
En los dos primeros casos (es decir, siempre que la tos tenga como causa una enfermedad respiratoria), siempre es recomendable beber mucha agua para humedecer las vías respiratorias, así como mantener el ambiente ligeramente húmedo. También conviene ventilar para evitar el polvo y, por supuesto, evitar el tabaco. Por último, las infusiones también pueden ser de gran ayuda para facilitar la fluidez de las secreciones.