Seguro que has escuchado en muchas ocasiones esa expresión que dice que es mejor tener un amigo que una pareja, porque un amigo es para toda la vida. Y aunque podemos ponerle muchos peros, hay algo de cierto en ella. Y también algo incierto. Piensa, por ejemplo, que las rupturas con amigos sacuden nuestra vida tanto como las románticas, o incluso más. Es algo que me planteaba hace unas semanas al leer en el diario británico The Guardian la historia de Aminatou Sow y Ann Friedman, dos amigas que se animaron a ir juntas a terapia para resolver sus desencuentros, y que volcaron muchas de sus inquietudes sobre la amistad en el libro 'Big Friendship: How We Keep Each Other Close'.
Pero, ¿existe, como tal, la terapia para amigos, del mismo modo que hay especialidad de terapia para parejas? Tomamos este curioso punto de partida para trascender la pregunta y reflexionar sobre las similitudes entre las relaciones románticas y las amistosas, qué lugar ocupan las segundas en nuestro paso por el mundo y cómo solventar esos encontronazos al borde de la ruptura. Contamos para ello con la colaboración de Leticia Galeón, de Amparo Calandín Psicólogos y nominada a los Doctoralia Awards.
“En mi experiencia personal no he tenido ningún caso en el que vengan ambos amigos a hacer una terapia conjunta, pero sí es cierto que muchos pacientes tienen problemas de gestión emocional de temas relacionados con amigos. No es nada descabellado, porque al final con nuestras amistades pasamos bastante tiempo, compartimos intimidades, penas y alegrías, y son partícipes de nuestra vida. Es normal que la totalidad o parte de las sesiones se centren en esto”, nos explica.
Las palabras de Leticia Galeón son muy iluminadoras: aunque nos pasamos la existencia preocupados por las relaciones y las rupturas de pareja, las amistades se revelan importantes cuando vamos al psicólogo, y tienen un gran peso en nuestra vida. ¿Qué elementos comparten un noviazgo y una amistad? “En común tienen mucho porque son personas que están ahí porque las hemos elegido, y porque nos han elegido a nosotros”, propone la experta.
“Ambas son partícipes de muchísimos aspectos de nuestra vida, de nuestras alegrías y nuestras penas, como decíamos, y con ellas nos sentimos a gusto. Por eso las elegimos y tratamos de ser nosotros. Compartimos nuestras vivencias, experiencias, opiniones y desencuentros, y cuanta más relación hay, más facilidad tenemos de sufrir algún conflicto. Que se tiene que resolver de forma similar a los problemas de pareja, aunque el grado de intimidad sea distinto”.
Tomamos la respuesta de Leticia a la primera pregunta para lanzar otra. ¿Cuáles son los problemas que más suelen surgir en una relación de amistad? “Lo que más conflictos genera son las expectativas, las ideas que cada uno de nosotros tenemos sobre cómo va a ser algo, sobre cómo debe hacerse, y si esto no se cumple, provoca una disputa. Ante esto, cuando pensamos que la amistad merece la pena, queremos resolverlo, pero hay que enfocar de nuevo las expectativas que hemos depositado sobre la otra persona, y gestionar las que no se han resuelto”, incide.
Estamos convencidos de que has estado en esta situación alguna vez. Y es doloroso. Debemos actuar “cuando esto empieza a generarnos un malestar importante, que nos afecta en otros ámbitos de nuestra vida. Ocupa mucho tiempo en nuestra mente, nos cuesta dormir o comer, nos crea ansiedad o tristeza… De alguna manera, nos conmueve en nuestro día a día. Esa es una señal clara de que algo no va bien y de que algo hay que hacer. Hay que empezar a ocuparse”.
En este punto nos acordamos de nuevo de Aminatou y Ann: es más fácil saber cuándo tenemos un problema que cómo solucionarlo. Por eso la idea de la terapia no es tan descabellada. “La mejor forma de atajarlo es tener una buena comunicación, y nuestra gran aliada es la asertividad. Debemos aprender a decir lo que pensamos, sentimos, necesitamos y queremos de la mejor manera posible y en el momento adecuado”, asegura Leticia. “Muchas veces genera más conflictos lo que callamos que lo que decimos, y de ahí que sea tan importante sentirnos libres de expresarnos, pero también saber escuchar a la otra persona, y atender su situación y sus necesidades”.
La comunicación es un pilar fundamental, pero, ¿cuáles más? “Para mí el secreto de una amistad duradera es tener claros los cimientos de unión. Cuando dos personas se unen es porque algo las vincula, ya sea el instituto, las clases de pilates, el trabajo o que vivimos en el mismo edificio. Pero esto que nos une normalmente no perdura para siempre, nuestra vida cambia, y es ahí cuando decidimos o no seguir apostando por esa amistad”, plantea la psicóloga.
“Con esto quiero decir que no es necesario hablar o verse todos los días, sino que nuestra amistad pueda adaptarse a diferentes formas, a las circunstancias de cada uno, y si me necesitas para algo bueno o no tan bueno, voy a seguir ahí. Esto puede hacer que pasen los años, y aunque vivamos en países o ciudades diferentes, tengamos la seguridad de estar y de que el otro esté. Por supuesto, hay que alimentarlo, pero no es tan relevante que haya dosis frecuentes como que sean de calidad. También debemos estar ahí en momento importantes, hitos de vida, de forma virtual o presencial”.
Cuando hablamos de hitos de vida, nos referimos también a etapas vitales en las que cultivar o cuidar amistades no es tan fácil. La década de los 30 es clave en este sentido. “En los tiempos que vivimos, parece que alrededor de los 30 nuestra vida pasa a tener más responsabilidades, pero el tiempo es el mismo. Tenemos 24 horas del día, en las que ocho debemos dormir, ocho trabajar, y solo nos sobran otras ocho. No podemos llegar a todo. Hay que elegir, priorizar, y aunque no para todo el mundo supone un problema mantener viejos amigos o hacer otros nuevos, sí podemos tener problemas para cubrir todos los ámbitos de nuestra vida”, reconoce Leticia.
La solución está en lo que apuntábamos antes: buena comunicación y entender que no es tan importante la frecuencia como la calidad. Esto también debemos tenerlo en cuenta en este difícil año de distancia y confinamiento. “Debemos asegurarnos de que los momentos que compartamos sean de calidad, que podamos transmitir al otro nuestro cariño, nuestra confianza. Y ser capaces de recibir lo mismo. Estos momentos hay que cuidarlos, hay que buscarlos con cierta asiduidad. Y estar en las pequeñas cosas, en las noticias o celebraciones. Estos meses han ayudado a que muchas relaciones resurjan o se refuercen, porque hemos tenido tiempo y medios, como las videollamadas”.
Así que, terapia de por medio o no, ya conoces algunas claves sobre qué te une realmente a tus amigos y qué debes cuidar para que duren para siempre. “Claramente, una buena comunicación y una escucha activa cuando estamos pasando algún tipo de conflicto. Hay que tratar de expresar desde la calma nuestra intención de ser entendidos y de entender al otro, no desde la rabia ni el enfado ni el reproche. De la misma manera, tenemos que pensar que a la otra persona le ha sucedido lo mismo. Algo que une mucho es la empatía, la escucha activa y libre de juicios”.
Y concluye Leticia Galeón: “Después del diálogo, hay que buscar algún tipo de solución. La clave es entendernos, pero también encontrar el punto desde donde empezar a reconstruir. Es normal que con nuestros amigos surjan conflictos, porque compartimos muchas cosas, pero eso de elegir cada día que nuestro amigo siga en nuestra vida pasa por esto. Buscar la manera de encontrarnos bien ambos y hallar soluciones para que sea así durante mucho tiempo”.