Al igual que la primavera provoca una serie de alteraciones en nuestro cuerpo, el otoño, en menor medida, también nos exige una adaptación al cambio de estación. La bajada de temperaturas, el inicio de las lluvias y los días más cortos hacen que nos sintamos más cansados y con más sueño. Algo lógico ya que "la temperatura y la luz ambiental son factores decisorios en la calidad y cantidad de sueño", nos explica la doctora Sandra Giménez, miembro de la Sociedad Española de Sueño (SES).
Una hora más de sueño
De hecho, se ha podido comprobar que nuestras necesidades de sueño dependen principalmente del fotoperiodo, es decir, del número de horas de oscuridad al que estamos expuestos. "Mientras en invierno –donde hay unas 14 horas de oscuridad– dormiríamos un promedio teórico de 8,5 horas, en verano, con 8 horas de oscuridad, dormiríamos una media de 7,5 horas", expone Giménez.
Sin embargo, no hay que olvidar que vivimos en un mundo condicionado por la luz eléctrica, que determina de manera decisiva las horas que dormimos, "ocasionando habitualmente una privación crónica del sueño", añade la doctora.
Sueño más profundo en otoño
En este sentido, no es de extrañar que "en otoño, con ambientes térmicos más suaves y con menor radiación solar, se alcancen mayores niveles de sueño profundo", revela la experta. Esta sería la razón por la que tendríamos más sueño durante esta estación, ya que nuestra temperatura corporal depende en gran medida de la temperatura ambiental, por lo que las temperaturas extremas, muy frías o muy calurosas, perturban nuestro sueño y no son las condiciones ideales para dormir.
Arroparse ayuda a dormir mejor
Además, ese gesto que nos da tanto 'gustito' en otoño como es arroparnos también nos ayuda a conciliar mejor el sueño. Según Sandra Giménez, "al arroparnos incrementamos nuestra temperatura periférica, por ejemplo en los pies, pero disminuye nuestra temperatura interna, proceso que facilita la conciliación y el mantenimiento del sueño".
Entre 18 y 21 grados
Entonces, ¿cuál sería la mejor temperatura para dormir bien? Aunque depende de las diferencias de cada individuo, en general los mejores niveles de sueño se alcanzan "cuando la temperatura ambiental oscila en ambientes suaves, entre 18 y 21 grados", afirma la doctora de la Sociedad Española de Sueño. Por eso, en esta estación conseguimos que nuestro sueño sea más profundo.
Cuidado con la falta de sueño
No debemos tomar en balde nuestro descanso diario, ya que la falta de sueño repercute negativamente tanto en la salud física como mental. La especialista nos advierte de que la falta de sueño "provoca cansancio y somnolencia diurna, lentitud en la realización de tareas que requieren concentración, favoreciendo las distracciones y los accidentes, incrementa la reactividad emocional, que hace que estemos más irritables y que tengamos una visión más negativa de las cosas".
Además de la alteración cognitiva, la privación crónica de sueño "se asocia también a alteraciones metabólicas, endocrinas y cardiovasculares, comportando un riesgo incrementado de sufrir hipertensión u obesidad entre otras", afirma Giménez.
¿Se recupera el sueño?
Si una noche no tenemos tiempo para dormir lo suficiente, tampoco debemos preocuparnos. Afortunadamente la naturaleza es sabia y nuestro cuerpo es capaz de autorregularse. "Durante el sueño se suceden diferentes fases, cada una con diferentes funciones. Al dormir poco, en la noche siguiente el cuerpo tiende a recuperar aquella que le es más imprescindible para la supervivencia vital, en detrimento de aquellas fases de sueño que participan más en aspectos cognitivos, por ejemplo", revela la doctora.
Por otro lado, la recuperación del sueño no sólo depende de lo que hemos estado sin dormir, sino que también influye el momento en el que dormimos. "Tenemos un reloj interno, el reloj circadiano, que nos determina qué horas son adecuadas para dormir, independientemente del sueño que acumulemos. Esto nos explica por qué aunque una noche hayamos dormido poco, nos despertamos a la mañana siguiente a la hora habitual", aclara.
Una media de 7-8 horas de sueño
Para sentirnos bien al despertar, "tendríamos que dormir lo necesario, sin que existieran grandes diferencias entre los días de la semana y el fin de semana", aconseja Giménez.
En horas, "la media se sitúa en torno a las 7-8 horas, pero existen variaciones de duración determinadas genéticamente, que hace que algunas personas necesiten más horas para estar bien y otras, con menos horas, estén recuperados", expresa.
Más sano dormir de noche
En cuanto a si es mejor dormir de noche o de día, la especialista lo tiene claro: la noche se hizo para dormir, y tiene una explicación científica. "Durante el sueño nocturno tenemos los ritmos de temperatura, neurotransmisores y de metabolismo óptimos para mantener funciones específicas imprescindibles para poder mantener una buena vigilia, que no pueden suceder durante un sueño diurno. Además, durante el día, existen otros factores externos como la luz solar o el ruido ambiental que interfieren para conciliar el sueño", concluye la doctora de la Sociedad Española de Sueño.
Así que aprovecha ahora que el otoño te ofrece las mejores condiciones para conseguir unos placenteros dulces sueños.
· El 'Stonehenge' solar en Teruel que marca el inicio del otoño desde hace 4.500 años
· Equinoccio a la vista: ¿por qué este año el otoño empieza el día 22 de septiembre?