Todos hemos escuchado alguna vez la frase “estoy deprimido” o incluso ha salido de nuestra boca en un momento de tristeza. La depresión no es un bajón pasajero, la depresión es un problema psicológico serio que va más allá de estar triste.
En primer lugar, es importante diferenciar la emoción de tristeza y el trastorno depresivo.
La tristeza es, como todas las emociones, pasajera. Puede durar varios días, pero poco a poco va desapareciendo. Además, tiene una función: nos ayuda a afrontar las pérdidas. Por ejemplo, suspender un examen o romper con tu pareja. La emoción de tristeza te avisará de que necesitas parar el ritmo, autocuidarte y dejarte mimar por tus seres queridos.
En cambio, el trastorno depresivo dura semanas, meses e incluso añossemanas, meses e incluso años. No solo afecta a tus emociones, sino que también modifica la forma de pensar, el comportamiento, la personalidad y hasta la salud física. Por otro lado, el trastorno depresivo es “inútil”. Ni cumple una función, ni es un aviso para que nos cuidemos. Todo lo contrario, te sumerge en un estado de inactividad y aislamiento que hace que te sientas todavía peor.
Otra diferencia entre la tristeza y el trastorno depresivo es su causa. La tristeza es reactiva a una pérdida. Esto significa que aparece porque perdemos algo, y ese algo puede ser muy amplio: sentir que te has alejado de un amigo, suspender un examen, que no te contraten en un trabajo, sufrir una enfermedad, sentirte solo en una nueva ciudad, etc.
La causa de la depresión es mucho más compleja. Influye el contexto, por ejemplo, el aislamiento durante la pandemia o la precariedad económica, pero también factores internos como la tendencia a culparte por todo, la forma de afrontar tus problemas, la capacidad de hablar de tus sentimientos o la invalidación emocional.
La depresión es un problema de salud muy amplio, y reducirla a “estar triste” puede provocar que muchas personas que la sufren no se den cuenta de que algo va mal. Sí, la tristeza es una parte central de la depresión, pero no es el único síntoma y, en algunos casos, ni siquiera tiene tanta importancia.
Otras señales de que puedes sufrir un trastorno depresivo son:
Irritabilidad. Muchas personas con depresión se sienten incomprendidas y, en consecuencia, se enfadan con sus seres queridos. La irritabilidad puede hacer que se aíslen para no discutir más, y el aislamiento empeora la depresión. Esta situación es muy habitual en adolescentes, en los que el síntoma clave no suele ser la tristeza, sino la irritabilidad.
Pesimismo. El futuro de alguien con depresión parece negro. Cree a ciencia cierta que nada va a mejorar, que está abocado a sentirse así durante toda su vida y que si en algún momento se siente bien, rápidamente volverá a recaer.
Soledad. Uno de los peores síntomas de la depresión es la sensación de que estás solo. Da igual que tengas una familia que se preocupa por ti o amigos que a diario te escriben. Tú te sientes aislado porque piensas que nadie te entiende de verdad y, lo peor de todo, que les estás alejando de tu vida por culpa de la depresión y van a acabar dejándote de lado.
Culpabilidad. La depresión puede hacer que te machaques constantemente, incluso por cosas que no tienen nada que ver contigo. ¿Hay un problema en el trabajo? Es culpa tuya. ¿Tu pareja tiene un mal día? Es culpa tuya. ¿Tu mejor amigo no celebra el cumpleaños porque le da miedo el coronavirus? Es culpa tuya.
Apatía. Otro síntoma muy importante es la apatía, es decir, la falta de ganas e iniciativa. Cosas que antes te gustaban, ahora te dan pereza.
Vacío emocional. Muchas personas con depresión afirman no sentir nada. Es como si hubiesen perdido la capacidad de experimentar emociones. Les cuesta experimentar amor, ilusión, esperanza o alegría. Ya no se ríen cuando ven una película graciosa ni experimentan tensión cuando leen un libro de miedo. Es como si todo les diese igual.
Preocupaciones. En la cabeza de una persona con depresión hay una guerra constante de preocupaciones. A más intenta evitarlo, más ansiosa se siente, y esa ansiedad hace que se ponga en lo peor, pensando en todo lo malo que puede pasar.
Pensamientos intrusivos. A las preocupaciones se suman los pensamientos intrusivos. “¿Y si de repente te despiden?”, “¿Y si tu amigo en realidad siente pena por ti?”, “¿Y si todos te critican a tus espaldas?”. Estas frases son como martillazos psicológicos que no paran. Incluso en algunos casos, los pensamientos intrusivos pueden ser suicidas.
Problemas para dormir. El ciclo de sueño se altera completamente. Por la noche, las personas con depresión pueden sufrir un fuerte insomnio: les cuesta mucho quedarse dormidas, se despiertan muchas veces en mitad de la noche o se despiertan demasiado pronto y ya no pueden coger el sueño otra vez. Además, durante el día hay una fuerte somnolencia. Están muy cansadas y podrían pasarse el día entero en la cama o en el sofá durmiendo.
Cambios físicos. La depresión es un problema psicológico que puede provocar muchos síntomas físicos. De repente no tienes apetito, pero al rato tienes tanta hambre que te pegas un atracón, con los respectivos cambios de peso. Te sientes agotado. El cansancio físico hace que actúes como un zombi. El cuerpo te duele: la cabeza, la tripa, la espalda, el pecho. “¿Será coronavirus?”, piensas. Pueden aparecer también picores, eccemas en el cuerpo o en el cuero cabelludo y pequeñas calvas. También cambios en el ciclo menstrual y en la libido sexual, así como dificultad para alcanzar el orgasmo.