El asma es una de las afecciones respiratorias más comunes en todo el mundo: afecta a aproximadamente el 5 por ciento de la población, o lo que es lo mismo, más de 350 millones de personas y, en el caso de España presenta una prevalencia de 3 millones de personas. Esta patología tiene carácter crónico, provocado la inflamación y obstrucción de los bronquios e impidiendo que el aire llegue correctamente a los pulmones. En algunos casos puede producirse asma bronquial. ¿Qué es el asma bronquial y cuáles son sus síntomas? ¿Cómo puede tratarse esta enfermedad para reducir sus síntomas y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen?
El asma es una enfermedad respiratoria caracterizada por inflamación crónica de las vías aéreas (bronquios) que provoca episodios recurrentes de sensación de falta de aire (en términos médicos, disnea), silbancias en el pecho con la respiración, tos y sensación de opresión en el pecho. En el caso del asma bronquial, existe una obstrucción reversible y ocasional de la vía aérea que, si no se trata adecuadamente, puede llevar a una obstrucción permanente. Muchas veces se asocia a otras patología.
Existen distintos tipos de asma en función de las causas que la provocan, y sus síntomas son muy similares. Además, puede presentar distintos tipos de gravedad: para algunas personas se trata de una molestia menor, mientras que otras deben mantener un cuidado constante para evitar complicaciones e incluso poner en riesgo su vida.
Al tratarse de una enfermedad crónica, cualquier tratamiento se basará en controlar los síntomas, pero no en curar la dolencia. Con todo, es posible llevar una vida normal en muchos casos utilizando la medicación adecuada. Además, es importante el hecho de que el asma puede variar con el paso del tiempo, por lo que es necesario mantener un seguimiento de la enfermedad que permita ajustar el tratamiento si es necesario.
Normalmente los tratamientos del asma bronquial se centran en la inflamación de la mucosa bronquial, que se intenta controlar a través de medicamentos con efecto antiinflamatorio. Los corticoides inhalados (cortisona) son los más eficaces y potentes más potentes y eficaces son los corticoides (cortisona) inhalados. Los medicamentos para el asma pueden tener distinta duración y se clasifican en función de ella: algunos funcionan como broncodilatadores de acción prolongada (que se toman todos los días, con o sin síntomas), y otros son de acción corta (se suelen reservar para casos de necesidad). Además, en pacientes en los que se demuestre un componente alérgico, también es conveniente el tratamiento con antihistamínicos.
En cuanto a los síntomas del asma bronquial, éstos varían en cada persona. Algunas rara vez sufren ataques de asma, experimentándolos solo en caso de hacer ejercicio u otras situaciones similares, mientras que otras conviven con ellos. Estos son sus síntomas:
Cuando estos signos se complican puede aumentar la dificultad para respirar y en estos casos puede ser necesario utilizar un inhalador de alivio rápido con mayor frecuencia. Las situaciones más exigentes a nivel respiratorio pueden desatar ataques de asma, como el ejercicio físico, la mala calidad del aire, el aire frío y seco, la exposición a ambientes contaminados o a vapores químicos o polvo, o bien la exposición a sustancias que provoquen alergia (por ejemplo, el polen), entre otros factores.
Es importante controlar la posibilidad de sufrir un ataque de asma grave, ya que éstos pueden ser mortales. Síntomas como un rápido empeoramiento de la falta de aire o del silbido al respirar, falta de mejora incluso después de usar inhalador de alivio rápido, falta de aire ante pequeñas actividades físicas... deben servirnos de alerta para avisar a nuestro médico.
Además, tratar el asma, por leve que sea, es clave para evitar daños pulmonares a largo plazo o un empeoramiento de la enfermedad. También lo es usar la medicación adecuada y no abusar de ella utilizándola con más frecuencia de la recetada: es preferible acudir al médico y plantearle la situación para que sea él quien ajuste la medicación. De lo contrario, se pueden experimentar efectos secundarios y la enfermedad puede empeorar.