Sufrir una alergia puede convertirse en algo muy molesto para quien la experimenta. Picor en la piel y los ojos, estornudos o nariz que gotea, tos y picor en la garganta, hinchazón… son algunos de los síntomas que pueden experimentar las personas afectadas por este tipo de dolencia, y éstos responden a las reacciones físicas y químicas que desencadena el elemento alérgeno, es decir, aquel que provoca la reacción.
Existe un listado variadísimo de alégrenos con los que podemos encontrarnos, aunque algunos de los más comunes son los pólenes de las plantas, algunos alimentos, los productos químicos (incluidos algunos medicamentos), los mohos, los ácaros del polvo, las picaduras de insecto y, en general, cualquier sustancia capaz de desencadenar una respuesta por parte del sistema inmunitario del organismo.
El mecanismo funciona de la siguiente manera: cuando nos exponemos a un elemento alérgenlo y éste ingresa en nuestro cuerpo, se generan anticuerpos específicos contra esa sustancia que viajan a unas células llamadas mastocitos. Éstas se encuentran especialmente en ojos, nariz y pulmones. La siguiente vez que nos expongamos al mismo elemento alérgeno, se liberarán los llamados “mediadores de la inflamación”, sustancias que generan los síntomas característicos de la alergia.
Lo curioso de estos procesos es que se desconoce las causas por las que se desencadena la alergia a una sustancia determinada: éstas pueden aparecer y desaparecer a lo largo de nuestra vida. Con todo, en los últimos años han aumentado las alergias, en parte debido al aumento de la polución y también debido a la falta de exposición a agentes infecciosos y al uso de antibióticos. En este último caso, la alergia se desarrollaría debido a que el sistema inmunológico no ha madurado lo suficiente, al no verse estimulado, llevándole a reaccionar de forma exagerada ante elementos no peligrosos.
Existen ciertas enfermedades alérgicas más frecuentes que otras. Según el Libro de las Enfermedades Alérgicas de la Fundación BBVA, fuente compartida por la Sociedad Española de Alergología y e Inmunología Clínica (SEAIC), éstas son las más comunes:
Se trata de la enfermedad alérgica más frecuente, ya que afecta a entre el 25 y el 30 % de la población de los países desarrollados. Se manifiesta en forma de estornudos, secreción nasal acuosa, picor de nariz y congestión nasal. En muchos casos la rinitis alérgica coexiste con la conjuntivitis alérgica, que cursa con enrojecimiento conjuntival, lagrimeo y picor ocular. Además, puede asociarse al asma alérgica.
Los alérgenos que más habitualmente causan la rinitis alérgica son los pólenes (gramíneas, árboles y malezas), los ácaros del polvo doméstico, los epitelios de animales (perro y gato) y los hongos. Puede clasificarse en función de su severidad en leve, moderada o grave, y también en función de sus manifestaciones, en intermitente o persistente.
El asma alérgica ocupa la segunda posición entre las enfermedades alérgicas más frecuentes y tiene carácter crónico. En algunas comunidades autónomas afecta al 10 % de la población infantil y entre la población adulta afecta al 5 %. Este tipo de asma genera síntomas como la tos, dificultad respiratoria (disnea) y ruidos inspiratorios y espiratorios torácicos (sibilancias). A estos síntomas suelen sumarse la rinitis y conjuntivitis alérgica.
En este caso, los alérgenos causantes del asma alérgica más importantes son los mismos de la rinitis alérgica y, al igual que sucede en el caso de la rinitis alérgica, puede clasificarse en función de su severidad en leve, moderada o grave, y también en función de sus manifestaciones, en intermitente o persistente.
La urticaria es una enfermedad cutánea que se manifiesta por la aparición de ronchas que suelen picar . Estas ronchas (que se llaman habones) pueden variar en tamaño, forma y localización, y suelen durar menos de 24 horas. A veces la urticaria afecta a capas más profundas de la piel y es entonces cuando aparecen hinchazones, más frecuentes en párpados o labios.
Esta reacción alérgica suele derivarse del consumo de ciertos alimentos, así como por la ingesta de medicamentos o picadura de insectos o parasitarias. Es también muy común, afectando a más del 10 % de la población en algún momento de su vida.
La dermatitis atópica afecta normalmente a los niños desde las primeras etapas de la vida, cuando aún son lactantes, pero también a jóvenes y adultos. Se caracteriza por la sequedad cutánea, que provoca un picor intenso e induce al rascado. Y, a su vez, el rascado nos lleva a producir lesiones inflamatorias con enrojecimiento y descamación.
Cualquier tipo de alimento es susceptible de provocar síntomas alérgicos en una persona sensibilizada. Además, suele tener carácter crónico.
Esta enfermedad alérgica es producida por el contacto directo de la piel con ciertos alérgenos que pueden producir sensibilización y posterior aparición de manchas y picor. Las lesiones pueden ser muy variadas en función del grado de severidad (leve, moderado, grave) y de la extensión.
Algunos alérgenos que pueden producir esta enfermedad alérgica son los metales (níquel, cromo, cobalto), tintes de pelo (parafenilendiamina) o el látex.
Cuando hablamos de una alergia alimentaria nos referimos a los supuestos en que la reacción alérgica la provocan alimentos que nos provocan una reacción de hipersensibilidad. Normalmente se desarrollan síntomas como picor o hinchazón de labios y boca, así como náuseas, vómitos y/o dolor abdominal, o incluso reacciones cutáneas (dermatitis atópica o urticaria). Los casos más graves pueden producir anafilaxia (que veremos en el siguiente punto).
Los alimentos más frecuentemente implicados en la edad pediátrica son la leche de vaca y el huevo. En cuanto a la edad adulta, en este caso las principales causas son los frutos secos, las frutas y los crustáceos.
Se trata de un tipo de reacción alérgica grave que puede ser mortal y que se manifiesta de forma global con síntomas como dificultad para tragar, inflamación de la garganta, falta de aliento, calambres, mareos o desmayos, hipotensión, taquicardia … En estos casos es importante actuar rápido y conocer el protocolo que debemos seguir en cada supuesto. Existen kits de emergencia para personas que sepan que sufren una alergia grave y que, por tanto, pueden verse expuestas a sufrir este tipo de reacción.
En cuanto a los alérgenos que pueden provocar esta reacción, éstos pueden llegar al organismo por vía digestiva (alimentos o medicamentos) o inyectada (picadura de insectos como abejas, abejorros, hormigas…) o medicamentos administrados por vía parenteral, intramuscular o intravenosa.