La vuelta a la rutina tras las vacaciones suele pasarnos factura en mayor o menor medida, aunque en determinados casos los síntomas asociados a este momento vital pueden traspasar la barrera de lo saludable y rozar la frontera de lo agudo o lo crónico. Es normal sentirse apático o triste al volver a la oficina: al fin y al cabo, es mucho más sencillo y placentero vivir sin obligaciones y madrugones y, por mucho que pueda gustarnos nuestro trabajo, no siempre es fácil ceder tantas horas de nuestra vida a las tareas que lo envuelven. Por ello, conocer en qué consiste el llamado síndrome postvacacional y aprender ciertos trucos para combatir sus efectos puede ayudarnos a pasar este inevitable trago de la forma más ligera posible.
El síndrome postvacacional se define por sus síntomas: aparece una sensación de tristeza, apatía... así como falta de energía o ausencia de motivación al incorporarnos a nuestro trabajo o rutina diaria tras acabar el periodo de vacaciones. Algunas personas pasan por este momento casi de puntillas y de forma fluida, sin excesivos problemas de adaptación; otras son más propensas a sufrir sus efectos, normalmente debido a que su resistencia ante la frustración es menor, tal y como recuerda Sanitas.
Otros factores pueden jugar en nuestra contra: cuanto más largas sean las vacaciones, más nos habremos acostumbrado a lo bueno y, por ende, más nos costará volver a sentarnos frente a un ordenador. No es lo mismo parar durante una semana que hacerlo durante un mes completo y, en este último caso, es posible que tu entorno laboral te resulte extraño y ajeno al regresar. Ni qué decir tiene que un lugar de trabajo estresante o desagradable hará que nuestra ansiedad se dispare cuando llegue el momento de volver a esta rutina, en cuyo caso tal vez debamos replantearnos si es esa la situación laboral que queremos.
Es importante saber que el síndrome postvacacional no se considera una patología como tal, sino un trastorno adaptativo. Tiene puntos en común con el estrés, y sus síntomas pueden ser variados tanto en tipología como en intensidad en función de cuáles sean las situaciones concretas que nos desagraden o a qué responda ese malestar: puede que nos sintamos incapaces de cumplir con tantas tareas tras un periodo de descanso, o tal vez no queramos enfrentarnos de nuevo a nuestro jefe. Es posible que el desencadenante sea que no nos gusta nuestro trabajo o que nos aburrimos en él.
En general, suelen darse síntomas como los siguientes:
El resultado es un empeoramiento de nuestra calidad de vida que puede prolongarse durante hasta tres semanas aproximadamente. Aunque no suele ser necesaria ayuda profesional, puede ser conveniente plantearnos si debemos cambiar nuestra situación laboral: cuando estos síntomas se manifiestan de forma intensa es posible que sencillamente nuestra mente esté implorando un cambio necesario que nos llevará a ser más felices y a sentirnos más realizados.
En concreto, si la vuelta al trabajo o a la rutina diaria desemboca en estrés agudo (malestar, ansiedad, depresión, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, taquicardias, temblores, cambios de humor, etc.) y si los síntomas se alargan durante más de un mes, es mejor acudir a un profesional que pueda ayudarnos a encontrar soluciones. Es posible que aparezca un síndrome de ansiedad generalizada o un estrés crónico si no tomamos medidas.
En cuanto a cómo combatir por ti mismo los síntomas del síndrome postvacacional, un truco básico consiste en hacer que el cambio sea gradual, dejando unos días tras las vacaciones dedicados a la vuelta a casa, a poner en orden tu vida y, en general, a preparar tu mente y tu espacio para lo que vendrá. Evita volver de vacaciones justo el día anterior a tu vuelta a la oficina.
Otro consejo útil consiste en ir retomando otras actividades rutinarias antes de la vuelta al trabajo. Por ejemplo, el ejercicio o tus pautas de alimentación habituales. Además, tómatelo con calma los primeros días y sé consciente de que te llevará algún tiempo ponerte al día y retomar el ritmo. Nadie pasa de cero a cien en unas horas, y pequeños trucos como hacer frente primero a las tareas que más te gusten pueden servir como ejercicio de autocuidado.
Descansar bien, por otro lado, te ayudará a tener la energía y la mirada positiva necesarias para no sufrir a tu regreso o, al menos, para no sufrir demasiado. El deporte y una alimentación saludable y ligera te ayudarán a conseguir un sueño reparador, así como recurrir a técnicas de relajación o meditación. Por último, intercala momentos de ocio con el tiempo en la oficina, y no te lleves trabajo a casa: si combinas actividades placenteras con tu rutina laboral seguirás mentalmente con un pie en tus vacaciones, y suavizarás el tránsito.