La mascarilla nuestra de cada día nos protege del coronavirus, pero también reseca nuestros ojos. Los oftalmólogos han detectado el empeoramiento de sus pacientes que sufren ojo seco vinculado directamente con el uso de esta imprescindible acompañante que cubre nuestra nariz y boca y cambia la dirección de la respiración.
Los expertos creen que cuando llevamos la mascarilla la dirección del aire que respiramos cambia, provocando que el aire caliente que sale de la mascarilla va directamente al ojo; esto hace que aumente la evaporación de la película lagrimal y disminuye de manera significativa el tiempo de ruptura lagrimal, empeorando los síntomas y signos de ojo seco.
El ojo seco, que sufre el 20% de la población, se presenta con ojos rojos, irritados, sensación de picor y de cuerpo extraño y cansancio. Es una enfermedad en la que el ojo es incapaz de producir la suficiente cantidad de lágrimas por una disfunción de las glándulas de los párpados, encargados de esta función.
Para evitar que el uso obligatorio de la mascarilla empeore la enfermedad, los expertos recomiendan el uso de humidificadores o bastaría con colocar recipientes con un poco de agua en la habitación en la que más tiempo vamos a permanecer. También podemos recurrir -con asesoría profesional- de los colirios humectantes.
El ojo seco afecta a la calidad visual y puede provocar molestias que pueden llegar a ser invalidantes y ocasionar lesiones oftalmológicas graves.