La pandemia de coronavirus que ha golpeado prácticamente al mundo entero ha causado estragos físicos. No solo el virus ha afectado directamente a nuestra salud, también lo ha hecho el estrés de la situación, uno de los desencadenantes del síndrome del corazón roto. De hecho, investigadores de Ohio han detectado que el número de pacientes con esta patología se ha incrementado desde que el COVID-19 se expandiese.
El síndrome del corazón roto también llamado miocardiopatía por estrés, miocardiopatía de takotsubo o síndrome de abombamiento apical, según mayoclinic.org, es "una afección cardíaca temporal que a menudo es provocada por situaciones estresantes y emociones extremas" que "afecta solo a una parte del corazón e interrumpe temporalmente la función normal de bombeo del corazón".
El estudio, publicado en la revista JAMA Network Open el 9 de julio, examinó a 1 914 pacientes de cinco períodos distintos de dos meses, entre ellos más de 250 pacientes hospitalizados en marzo y abril con síntomas cardíacos conocidos como síndrome coronario agudo (SCA) en dos hospitales del noroeste de Ohio, la Clínica Cleveland y la Clínica Cleveland Akron General.
Así, comparando los resultados de los dos meses de pandemia (del 1 de marzo al 30 de abril de 2020) con cuatro periodos de los dos años anteriores (de marzo a abril de 2018, de enero a febrero de 2019, marzo a abril de 2019 y enero a febrero de 2020), concluyeron que esta situación había multiplicado los casos de pacientes con esta patología. Este aumento, apuntan, podría deberse a la “cuarentena impuesta, falta de interacción social, reglas estrictas de distanciamiento físico y sus consecuencias económicas en la vida de las personas” que podrían haber causado “estrés psicológico, social y económico”.
Concretamente, los casos alcanzaban el 7,8% en comparación con la incidencia prepandemia del 1,7%. Todo ellos dieron negativo en coronavirus y, aunque la tasa de mortalidad no varió, la estadía en el hospital si fue más larga.
No obstante, los investigadores reconocen algunas limitaciones en el estudio. Para empezar, solo incluyeron a pacientes de dos hospitales del sistema de salud de EEUU, concretamente de Ohio, con lo cual los resultados deben interpretarse con precaución cuando se aplican a otros estados o países.
Además, inciden en la importancia de examinar la asociación de COVID-19 con la incidencia de miocardiopatía por estrés y estudiar cualquier diferencia temporal o regional.
Y consideran que es posible que los pacientes con este síntoma puedan haber evitado acudir al centro médico durante la pandemia, por lo que esto podría haber alterado los resultados.
Asimismo informan de que los pacientes que participaron en el estudio dieron negativo en COVID-19 por PCR, por lo que podrían haberse incluido falsos negativos.