SEAT ya está fabricando respiradores en su planta de Martorell, Cataluña. Tras recibir el visto bueno de Sanidad, las primeras unidades ya están instaladas en hospitales como el Ramón y Cajal de Madrid o el Can Rutí de Barcelona. De este modo, el fabricante de automoción ya está aportando su granito de solidaridad.
A pesar de los bulos difundidos por redes sociales, el Ministerio no tumbó en ningún momento estos aparatos. La compañía comenzó la fabricación hace unas semanas, pero Sanidad debía realizar pruebas para comprobar que no interferían con los aparatos de las UCI, tal y como anunció el sindicato UGT de la planta de SEAT en Twitter.
El montaje se está realizando en la cadena de montaje que antes acogía el SEAT León y la transformación se ha realizado en un tiempo récord. "Hemos aprendido en tiempo récord, hace dos días no teníamos ni idea", confesaba David García, Responsable de Mantenimiento de la fábrica.
Para la fabricación de estos respiradores, se ha adaptado el motor de los limpiaparabrisas. La repetición constante que realiza este engranaje, permite bombear el respirador y que la máquina facilite la respiración de los pacientes con problemas pulmonares, uno de los principales síntomas del coronavirus.
"Es un respirador de emergencia, por lo tanto está hecho con elementos más sencillos", explicaba Patricia Such, Responsable de Salud y Seguridad de Trabajo de SEAT. Cada respirador cuenta con más de 80 componentes electrónicos y mecánicos, como engranajes impresos en SEAT, ejes de cajas de cambios y el motor adaptado de un limpiaparabrisas. Además, todos ellos pasan un exhaustivo control de calidad con esterilización de luz violeta.
El objetivo de la compañía, que es propiedad del Grupo Volkswagen, es llegar a producir 300 respiradores al día y de este modo, poder suministrar un elemento clave en la lucha contra el coronavirus. Otras empresas de automoción, como las escuderías de Fórmula 1 con sede en suelo británico, también han modificado sus fábricas para la producción de esta herramienta esencial. La falta de estos elementos está provocando auténticas luchas entre países por conseguirlos.