Los sanitarios británicos han pedido al Gobierno que restablezca algunas restricciones, como el uso obligatorio de mascarillas, para evitar una crisis en la Sanidad este invierno por el incremento de los contagios de la covid. La aparición de una nueva variante, la AY.4.2, cuya frecuencia ha aumentado en el Reino Unido, y que ahora podría ser responsable de casi el 10 % de casos de covid, según han explicado dos expertos al diario Financial Times (FT), crea alarma y más cuando los casos entre menores se han disparado.
Según las cifras oficiales, el Reino Unido registró ayer otras 223 muertes por covid —la cifra más alta desde el pasado marzo— y 43.738 nuevos casos, mientras que el 78,9% de los mayores de 12 años ya ha recibido la pauta completa de vacunación.
Ante el alza de los contagios, la Confederación de la Sanidad Pública (NHS, por sus siglas en inglés), que representa a las organizaciones del servicio de salud, ha pedido que el Ejecutivo aplique inmediatamente el llamado Plan B, que implica la reintroducción obligatoria del uso de mascarillas en el transporte público y espacios cerrados y el regreso del teletrabajo.
El responsable de la citada confederación, Matthew Taylor, ha pedido este Plan B para evitar que los hospitales se vean desbordados este invierno, ya que también se espera un aumento de la atención de pacientes con gripe. "El NHS se prepara para lo que podría ser el invierno de mayor desafío. Es hora de que el Gobierno aplique el Plan B de su estrategia sin retraso porque, sin medidas preventivas, estamos en riesgo de tropezar con una crisis este invierno", dijo Taylor.
Sin embargo, el Ejecutivo de Boris Johnson ha insistido en que no tiene intención de momento de aplicar restricciones, si bien ha admitido que sigue los datos con atención. El ministro británico de Empresa, Kwasi Kwarteng, dijo hoy que el Gobierno no quiere otro confinamiento y calificó de "poco útil" las peticiones en ese sentido, y recordó que hace un año el país aún no tenía en marcha el programa de vacunación contra la covid. El Gobierno ha introducido ya un plan de refuerzo de la vacuna —una tercera dosis— para los mayores de 50 años y los grupos más vulnerables, ya que la inmunidad contra la covid empieza a disminuir con el tiempo tras la segunda dosis, según los expertos.
El gobierno del primer ministro, Boris Johnson levantó en julio todas las restricciones legales impuestas más de un año antes para frenar el avance del virus, como las mascarillas en interiores y las medidas de distanciamiento social. Clubes y otros locales abarrotados pudieron abrir a plena capacidad y se suspendió la recomendación de trabajar desde casa cuando fuera posible. Algunos analistas temían un gran pico de contagios tras la apertura. Eso no ocurrió, pero las infecciones se mantuvieron altas y hace poco empezaron a crecer.
Lo mismo ocurrió con las hospitalizaciones y muertes, que ahora superan las 100 diarias de media. Es mucho menos que la última vez que se alcanzaron estas cifras de contagios, antes de que buena parte de la población estuviera vacunada, pero los críticos del gobierno afirman que siguen siendo demasiadas muertes. Algunos señalaron que los británicos han vuelto demasiado rápido al comportamiento previo a la pandemia. Las mascarillas y el distanciamiento social han desaparecido en la mayoría de los entornos en Inglaterra, incluidas las escuelas, aunque otras partes de Gran Bretaña siguen siendo más estrictas. Incluso en los comercios, donde las mascarillas están recomendadas, y en la red de transportes de Londres donde son obligatorias, el cumplimiento es irregular.
Algunos científicos creen que un factor más importante es la pérdida de inmunidad. El programa británico de vacunación empezó rápido, con inyecciones a ancianos y personas vulnerables el pasado diciembre. Eso implica que millones de personas llevan más de seis meses vacunadas, y algunos estudios han sugerido que la protección de las vacunas cae con el tiempo. Millones de personas en Gran Bretaña pueden optar a dosis de refuerzo, pero los críticos dicen que el programa avanza demasiado despacio. Y si bien casi el 80% de los mayores de 12 años están vacunados por completo, el número de dosis que se administran al día ha caído de forma brusca.