"La relación más dañina la tengo con mi padre": recomendaciones para lidiar con familiares tóxicos
Marina Pinilla
¿Puede ser tóxica una familia?PEXELS
¿Cuáles son las red flags de una familia tóxica? Varios jóvenes de sus relaciones con sus padres
Creemos que debemos amor y cariño incondicional a nuestros padres, pero el respeto es algo que se debe construir en una relación sana
Una psicóloga proporciona varias pautas para lidiar con las faltas de respeto, los problemas de comunicación y el criticismo en las familias tóxicas
Si de por sí tendemos a idealizar nuestras relaciones sociales, la familia se lleva la palma, y es que a menudo minimizamos las faltas de respeto en este contexto, evitamos crear límites y hacemos piruetas dobles con tal de ocultar que en nuestro hogar hay dinámicas tóxicas. Pero, ¿por qué hacemos esto?
Desde pequeños nos enseñan que debemos amor incondicional a nuestros padres, incluso cuando ellos no se esfuerzan para ganarse nuestro respeto. En otras palabras, un hijo tiene que actuar con deferencia hacia sus padres, pero cuando los padres actúan de forma egoístas, cruel o incluso maltratan a su hijo, la sociedad invisibiliza o incluso excusa su comportamiento.
Este tipo de dinámicas tóxicas están basadas en la creencia de que los hijos son ‘propiedad’ y, en consecuencia, los padres pueden hacer lo que quieran con ellos. Pero no es así. Aunque nuestros padres nos hayan dado un hogar, una educación y un plato de comida durante toda nuestra vida, la violencia física, verbal o psicológica no se ha de pasar por alto.
10 señales de que tu familia es tóxica
Cuando hablamos de violencia en la familia es importante entender que se trata de un continuo en el que en un polo están las dinámicas tóxicas más imperceptibles, y en el extremo opuesto está el maltrato.
¿Qué duele más?, se preguntan algunos. Cabría pensar que a más grave es la violencia, más secuelas provoca, pero esta regla no siempre se cumple.
Algunas personas que han sufrido maltrato por parte de sus padres o hermanos apenas han experimentado consecuencias psicológicas a posteriori. En cambio, muchas personas que a diario se exponen a pequeñas conductas tóxicas acaban padeciendo ansiedad generalizada, depresión mayor, baja autoestima, problemas en sus relaciones sociales y pensamientos suicidas. En otras palabras, no podemos minimizar el impacto de la violencia en la familia, aunque esta sea mínima.
Más allá de los insultos, las humillaciones y las agresiones físicas, que son sin duda un delito penado por la ley, hay otras red flags que indican que tu familia te está haciendo daño. Para conocer estas señales de alarma hemos preguntado a varios jóvenes que lidian con ambientes tóxicos en su familia.
“Que te llamen exagerado por decir lo que sientes, cuando si fueras un adulto o alguien fuera de la familia te tendrían totalmente en cuenta.” – Diego, 22 años.
“La relación más dañina la tengo con mi padre. Él cambia de tema cuando hablo yo. Es increíble. Lo hace desde que soy pequeña. Si cuento algo que me ha pasado en el trabajo, o hablo de una película que me ha gustado, o intento sacar un tema de conversación, me corta y cambia de tema. Es como si le molestase que tuviese voz.” – Aurora, 31 años.
“Cuando le digo a mis padres que algo me ha molestado automáticamente tergiversan todo y me dicen que no lo entiendo porque no soy madre, que les estoy llamando malos padres y que soy un desagradecido.” – Carmen, 20 años.
“Mi madre jamás en la vida me ha pedido perdón por nada. Me hace daño y luego actúa como si nada cuando sabe perfectamente que ha actuado mal.” – Lucas, 28 años.
“Siempre he tenido celos de mi hermano, pero porque mi padre me ha repetido toda la vida que él es buenísimo en todo y que yo no tenía futuro.” – Víctor, 23 años.
“Si mis padres se enfadan entre ellos me acaban metiendo a mi de por medio, sobre todo mi padre. Aunque yo no tenga nada que ver en la bronca, lo paga conmigo y me hace sentir culpable y responsable de arreglar la situación.” – Vicky, 30 años.
“En mi casa no se puede hablar de lo malo. Si estás pasando un mal momento se incomodan, no te dejan compartir tus emociones. Cuando tuve depresión no podía contar con ellos. Mi hermana mayor me llegó a decir que si le hablaba para quejarme de mi vida de mierda, que dejase de hablarle.” – Fran, 29 años.
“Mi padre ha delegado en mí la crianza de mi hermano. Cuando tiene que echarle una bronca o tiene un problema me llama para que lo haga yo. Al final yo hago el rol de padre y mi padre se desentiende de todo.” – Edgar, 22 años.
“La presión para ser perfecta me viene de mis padres. Yo me acuerdo de pequeña llegando a casa súper contenta porque había sacado un ocho y mi padre me decía que un 10 tenía que sacar. Todos mis logros se minusvaloraban.” – Cristina, 24 años.
“Que tus padres te critiquen por todo como en mi casa es devastador, porque acabas creyendo que no hay nada bueno en ti.” – César, 25 años.
Si tu hogar está plagado de problemas de comunicación, falta de límites, control, críticas destructivas, presión para ser el mejor, manipulación emocional o frialdad afectiva, es importante aprender ciertas pautas para proteger tu salud mental.
Intenta distanciarte físicamente, sobre todo en los momentos más críticos. Si vives fuera apaga el móvil y prioriza tu autocuidado. Si vives con tus padres, establece un lugar seguro en tu casa donde sepas que no te van a molestar. Puede ser tu habitación, el baño, el balcón o un punto en el que puedas ponerte música o leer, hablar con alguien de confianza y tranquilizarte.
Cuando hay una bronca, nos obsesionamos con tener la razón y soltar los mejores argumentos, pero en realidad en las familias tóxicas la lógica no importa. Da igual lo que digas, encontrarán razones para seguir discutiendo. En esos momentos es más útil distanciarte, desconectar y centrarte en emociones o recuerdos que te hagan sentir calmado.
Busca un aliado en la familia. Un hermano, primo, tío o abuelo que viva en primera persona la situación tóxica puede ayudarte a sentirte comprendido en el caos familiar.
Si en casa te sientes desbordado, prioriza otras actividades o relaciones. Pasar tiempo con tu familia no es una obligación. No tienes que verles todos los días y ni siquiera todas las semanas.
Crea límites firmes y no temas ser asertivo. No tienes que dar la razón en todo a tus padres y tampoco debes satisfacer sus necesidades ignorando lo que tú deseas. Aunque te digan que lo hacen por tu bien, en el fondo tú sabes perfectamente lo que es mejor para ti. Por eso es importante crear límites y admitir sugerencias y consejos, pero sin dejar que decidan por ti.