Marta tenía 28 años cuando conoció a su follamigo, un chico con el que se acuesta, tiene citas, viaja y se abre emocionalmente. Para ella es algo serio, para él, una amistad con derecho a roce, y el hecho de que cada uno vea la relación con ojos diferentes es lo que se ha convertido en un problema.
“No lo entiendo”, confiesa la joven de ahora 30 años, “es que no logro entender cómo llevamos acostándonos años y no quiere que seamos pareja, pero hacemos vida de pareja”, una vida que incluye conocer a los amigos de cada uno e incluso a algunos familiares, pero no es suficiente. “Dice que no quiere nada serio, y eso a mí me mata”.
Al preguntar a Marta si tiene sentimientos, su respuesta es contundente: “¿Cómo no voy a tenerlos? Igual algunas personas podrán, pero yo no sé estar dos años con alguien con una intimidad que va mucho más allá de lo sexual y no desarrollar sentimientos”, a lo que añade que no se avergüenza ni se siente mal por estar enamorada, pero sí por no ser correspondida. “Yo sé que le quiero”, confiesa, “pero llega un momento en el que me cansó de esperar a que cambie de opinión y se de cuenta de que él a mi también”.
A día de hoy la forma de entender las relaciones ha evolucionado mucho. Hace diez años apenas se hablaba del poliamor, de las relaciones abiertas o del sexo sin compromiso, aunque eran modelos afectivosexuales que existían desde hacía siglos.
La mayoría sabemos qué es una follamistad e incluso la hemos vivido en primera persona. Se trata de una combinación de amistad y sexo, como su propio nombre indica, pero en la práctica no es tan fácil hacer que funcione, ya que este tipo de relaciones pueden ser muy superficiales y con poca responsabilidad afectiva. Al no querer algo serio, muchas personas que tienen una follamistad evitan hablar de emociones o incluso de cómo avanza la propia relación. ¿Por qué? Por miedo a que estas conversaciones tan ‘íntimas’ den paso a algo más profundo, como por ejemplo una relación de pareja monógama.
¿A caso no hablas de tus emociones con tus amigos? Se presupone que cuando hay amistad, también hay libertad para compartir nuestros sentimientos, para cuidar a la otra persona y, sobre todo, para hablar de los puntos fuertes y carencias de la propia relación. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo cuando hay sexo de por medio? No tiene sentido hablar entonces de follamistad si no podemos mostrarnos libres emocionalmente. En ese caso, solo hay dos personas que se acuestan sin ningún vínculo más allá del sexual.
Como acabamos de ver, una follamistad sin amistad está abocada al fracaso, al menos en lo que respecta a la faceta emocional. Si la otra persona no muestra cierta empatía para con tus sentimientos, difícilmente te sentirá valorado y a gusto, aunque el sexo sea increíble.
Ahora imaginémonos una relación en la que están cubiertas tanto la faceta sexual como la faceta de amistad: pasáis tiempo juntos, te sientes a gusto hablando de tus emociones, te lo pasas bien con la otra persona, hay confianza y disfrutas en la cama. ¿Cuánto puede durar una relación así?
Si ambas personas se sienten cómodas con el estado de la relación, una follamistad puede durar años, décadas o incluso toda una vida, pero para ello es importante que: