Encontrarte en la sala de partos junto a tu mujer para ver nacer a tu primer hijo y que te llamen por teléfono para decirte que tienen un corazón para tí y que tienen que realizarte el trasplante justo en ese momento. Es lo que le pasó a Antonio Salvador, de 39 años, paciente del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que "volvió a nacer" con un esperado trasplante de corazón el mismo día que nacía su hijo.
Antonio se encontraba a mediados de marzo con su mujer en la sala de dilatación de la Maternidad, mientras su primer hijo estaba a punto de nacer. En ese momento, recibió una llamada de sus cardiólogos comunicándole que desde la Organización Nacional de Trasplantes les habían avisado de que había una donación compatible y que él era el candidato indicado a trasplantar.
"La verdad es que se nos juntaron dos momentos muy especiales que llevábamos tiempo esperando. Me costó unos minutos tomar la decisión porque implicaba perderme el nacimiento de mi primer hijo. Sin embargo, en menos de una hora me estaban preparando en el edificio de al lado para la intervención. Cuando entré en quirófano todavía no había sido padre, hablé con mi mujer por video llamada y nos deseamos los dos suerte. Cuando desperté tuve una doble satisfacción", afirma el paciente.
Ana, la mujer de Antonio explica que "cada uno se enfrentó a su momento por separado pero con la alegría de saber que todo iba a ir bien". "Yo no podía creer que después de 10 años fuéramos a recibir lo más maravilloso de nuestra vida al mismo tiempo que Antonio recibía la vida que necesitaba. Nuestro hijo Samuel vino con un corazón debajo del brazo para su padre", señala.
"Llamamos al paciente que estaba en el paritorio con su mujer, al principio se quedó impactado y tuvo sus dudas, lógicas, pero simplemente necesitó unos minutos para asimilar la noticia porque estas llamadas se producen de forma imprevisible. Sus médicos sabíamos que estaban pendientes del parto, y todo coincidió, finalmente el paciente tomó la decisión correcta", narra Eduardo Zatarain, médico adjunto del Servicio de Cardiología del hospital.
En el año 2002 Antonio tuvo una parada cardiaca al salir del metro y fue una enfermera del Hospital Gregorio Marañón quien le reanimó en aquella ocasión. Desde aquel día, él siempre ha dicho que tenía dos cumpleaños "porque ese día me salvaron la vida". "Tras recibir el trasplante cardiaco y que ese mismo día naciera mi hijo, vamos a empezar a celebrar tres cumpleaños", comenta.
Según Manuel Ruiz Fernández, médico del Servicio de Cirugía Cardiaca que realizó el trasplante, "Antonio tenía una cardiopatía hipertrófica, una enfermedad hereditaria que produce un engrosamiento del miocardio y dificulta la salida de la sangre del corazón, lo que provoca que tenga que trabajar más para poder bombearla".
Muchos pacientes con este tipo de cardiopatías acaban en insuficiencia cardiaca terminal y, como en el caso de Antonio, el trasplante cardiaco es la única solución. Ese día él volvió a nacer y nació también su hijo, seguro que lo van a recordar toda la vida", detalla el doctor.
Antonio ha manifestado que su mayor ilusión es "salir del hospital para poder conocer en persona a su hijo y poder achucharle", y ha agradecido a todo el personal del hospital "su implicación pese a seguir en medio de una pandemia y la colaboración y cariño por parte de todos los profesionales". También ha expresado su agradecimiento a "la enorme generosidad del donante" que hizo posible su trasplante.