Los contagios de coronavirus han vuelto a subir en toda Europa haciendo cada vez más palpable el temor a una segunda ola de la pandemia. Distancia interpersonal, mascarillas e higiene de manos, junto con un sistema de rastreo de contactos que detectara nuevos casos, era la receta para mantener bajo control a la COVID-19, pero el plan parece resquebrajarse. En un momento en el que la pandemia está recuperando vigor en todos los países que en algún momento consiguieron frenarla, el científico de Harvard Michael Mina propone un radical cambio de estrategia para evitar un indeseado nuevo confinamiento.
La propuesta del científico es la realización de tests rápidos, con un precio de 1 dólar por unidad, basados en tiras de papel que se pueden realizar en casa sin necesidad de especialistas y son fáciles de distribuir. Esta tecnología, que ya existe, pero no ha sido autorizada por su escasa fiabilidad comparada con las pruebas PCR, tienen un mecanismo sencillo. Se añade una pequeña muestra de saliva o moco nasal en un tubo con químicos, se esperan 15 minutos y posteriormente se introduce la tira de papel en el tubo y se leen los resultados.
"Tenemos que cambiar todo el guión sobre lo que significa hacer tests a la gente", declara Mina, citado en un artículo de la revista oficial de la Universidad de Harvard. "La gran mayoría de los positivos por test PCR que realizamos actualmente encuentran a gente que ha dejado de ser contagiosa hace tiempo".
El problema del sistema actual, a juicio de Mina, es que es demasiado lento. Los contactos de los positivos se localizan días después de haberse contagiado y los resultados de los tests PCR suelen retrasarse al menos 24 horas. El objetivo del plan de Mina es que los nuevos infectados puedan ser localizados a tiempo de que puedan continuar con la cadena de contagios.
"Si el objetivo es no tener mano dura con la población", razona Mina, en referencia a las medidas más estrictas como el confinamiento o las restricciones de reuniones sociales, "esta es la forma de hacerlo, porque quitas toda la complejidad". Según el plan de Mina, la inmensa mayoría de las personas que dieran positivo lo harían antes de ser contagiosos y ellos mismos se impondría una cuarentena sin necesidad de que se realizará la compleja y, hasta ahora, relativamente poco efectiva labor de rastreo.
El gran problema de la idea de Mina es que no es legal. Los tests rápidos que serían la piedra angular de su plan no han sido aprobados por ningún regulador en el planeta debido a su escasa fiabilidad y nada parece indicar a corto plazo que esta situación vaya a cambiar.